Morfeo:
Alcanzo a detener a Poseidón antes de que vaya tras Noah, pero él rápidamente se libra de mi.
—¡La barrera! —exclama y cuando me giro, veo como la gran Barrera de energía que separa el palacio del mar, se rompe.
La fuerza del agua nos arrastra tan lejos que apenas tengo tiempo de inhalar antes de ser llevado por la corriente.
En cuestión de segundos, pierdo de vista a Poseidón y a Noah, pero ví que fue llevada por el ángel.
Comienzo a nadar lo más rápido que puedo hacia Hades, quién flota a la deriva dejando un rastro de sangre que se disuelve en el agua.
Lo sujeto por debajo de las axilas y me impulso a toda velocidad hacia la superficie. El viento golpea mi rostro mientras salimos disparados hacia la playa.
Nos estrellamos contra la arena y lo primero que me encuentro, es a la multitud de humanos con muecas de sorpresa y hasta algunos gritos.
Los ignoro rápidamente, necesito ver qué tan mal está Hades.
Lo volteo en la arena para poder evaluar mejor la situación, tiene dos grandes heridas en su torso y está exageradamente frío.
Pero aún respira.
—Hades, ¿me oyes? —pregunto golpeando levemente su rostro con mi palma, en cuestión de segundos, la gente me rodea preguntándome si necesito ayuda y lo que pasó—. ¡Denme espacio! —exclamo y ellos se alejan un poco.
Comienzo a hacer presión en su pecho, hasta que escupe toda el agua que tragó y gime de dolor, sus ojos se abren, aturdidos.
—¿M-Morfeo? —murmura—, ¿qué pasó?...
—Recibimos una paliza —Sonrío al ver que está consciente—. Noah rompió la barrera que resguardaba el palacio, todo se inundó y no sé dónde quedó Poseidón, pero no nos persiguió.
Se incorpora y con su mano izquierda se sacude el cabello para escurrir el agua, algunas gotas me dan en la cara.
—Esa chica es... Demasiado especial —dice mirándome a los ojos—, sanó a ese ángel, derrotó a los guardias... Morfeo...
—¿Está bien?, ¿señor? —La mano de un policía se fija en mi hombro y maldigo para mis adentros, la gente sigue rodeándonos, fascinada con la rápida recuperación de Hades.
—Sí... Fue tan solo un pequeño susto, me bajó la presión dentro del agua y si él no me hubiera visto, me habría ahogado —La mentira sale tan natural de sus labios que cualquiera lo creería.
—¿Seguro que estará bien? —repite el oficial de uno ochenta mirándonos con desconfianza.
Ambos nos levantamos de la arena y asentimos mientras nos vamos yendo.
—Los humanos son tan metiches... —Rueda los ojos Hades.
—Sé que no es bueno momento, pero... —Comienzo y él me frena para meter sus manos en sus bolsillos y arrojarme una cajetilla metálica, la abro y saco un cigarro de marihuana.
—Tranquilo, yo también necesito uno —musita mientras caminamos por la playa.
Estoy por encenderlo con el encendedor que él me extiende, cuando diviso a lo lejos algo.
El ángel en el suelo.
Y Noah no está con él.
—¡Hades! —Le advierto para que se concentre y salgo corriendo hacia la criatura en la arena.
Está inconsciente.
—¿Y Noah? —exclama mi amigo mirando a su alrededor, estamos en una playa vacía, ella no está por ningún lado.
El pánico me asalta mientras camino de un lado al otro.
—Hades, ella no sabe nadar... —exclamo corriendo hacia el mar, pero él me detiene.
—Espera, no sabemos dónde está... Podría estar a kilómetros de aquí, no podrás encontrarla tan fácilmente, Morfeo —Me espeta.
Me quito el cabello mojado que se pega en mi frente y me arrodillo junto al ángel, lo tomo por los hombros y comienzo a sacudirlo.
—¡Despierta ya!, ¡¿cómo mierda pudiste soltarla de ése modo?!
—Acabaré con ustedes... —Una voz suena a nuestras espaldas.
Poseidón está a unos metros de nosotros, se ve furioso, de él emana una especie de aura oscura. Pero lo que más me choca de la situación, es que trae a Noah en sus brazos. Su remera está desgarrada en el abdomen, tiene rasguños en sus pies y manos; puedo ver un moretón en su mejilla que antes no tenía.
—¡Acabaré con ustedes! —repite, pero ésta vez, gritando—, ¡y empezaré con ésta miserable!
La deja caer sobre el suelo y un tridente de energía azúl se forma en su mano izquierda.
—¡No! —exclamo corriendo hacia él, pero antes de que pueda interponerme, el rugido de un león se oye tras el Dios y en cuestión de segundos, un enorme animal se abalanza sobre él.
—¡Morfeo! —La voz familiar de Apolo se filtra en mis oídos y el alivio me corroe.
No pierdo tiempo en levantar a Noah del suelo. Ella parece viajar entre el limbo y la consciencia. Sus ojos van de un lado al otro y ya no tienen aquél brillo raro, lucen confundidos.
—Escucha, nena, todo estará bien; ¿sí? —digo mientras corro hacia Hades.
—Emeraude... —murmura, otra vez ese nombre.
Sigo preguntándome quién es en verdad.
—Shh, Noah.
—¿Crysanthe? —El ángel aparece frente a mi, con sus alas extendidas y parece bastante aturdido.
—Oye, necesito que la saques de aquí... —digo mirando atrás, Freya ataca a Poseidón, Apolo tiene listo su arco en caso de emergencia y veo a alguien más por ahí, pero no me fijo bien quién es.
—Morfeo, no... —musita Noah—. Estoy bien, no quiero irme...
No puedo evitar sentir satisfacción ante eso, luego de que casi se marcha con el perrito guardián, pero aún así... Estamos en aprietos.
—Debes irte, a cualquier lugar lejos de aquí, yo iré por ti, ¿de acuerdo...?
—No —exclama forcejeando para que la suelte y lo hago—. No me iré.
Ruedo los ojos.
—Noah, debemos encargarnos de Poseidón, ¿qué harás tú?, Dudo que él sea una barrera que puedas romper.
—Creo que me subestimas.
—Creo que deberías callarte.
—Creo que ambos deberían callarse. —Nos interrumpe el ángel cruzándose de brazos—. Poseidón está ahogando ese... ¿león?