Los Brazos de Morfeo.

19.

Skadi:

—No puedo creer que te hayas atrevido a atacarme —Le espeto a Loki dándole un empujón para nada amistoso—. Estamos juntos en ésta mierda.

—Debía hacerlo más creíble, ¿no lo crees? —dice—. Al menos ya confirmamos que ésa es la Nefilim. Sabemos el plan de Morfeo y el de Susanowo.

—Hay algo que no cuadra en el de Morfeo —digo mientras acepto el cigarrillo que Loki me extiende, solo fumo cuando estoy estresada—. Algo no nos están contando, Loki. Algo grande, dudo que sea ir contra Zeus y bloquear la puerta de Tártaro. Tiene que haber algo más metido ahí...

El Dios del caos se apoya contra el barandal del balcón en el que estamos, seguimos en la mansión de aquel Dios japonés, todos los demás están muy distraídos por lo que le pasó a Morfeo. Por lo tanto, podemos hablar tranquilamente de esto, sin ninguna interrupción.

—¿Dices que esperemos un poco más? —pregunta alzando las cejas—. ¿Segura que no perderemos el tiempo?

—No, sospecho que Morfeo lo dirá tarde o temprano.

—O podrías quitarle la información a Hades —sugiere y lo miro como si fuera un mal chiste.

—¿Estás loco?

—Dices que te siguió a la fábrica y que se ha portado amable contigo, podría resultar, ¿no lo crees?

—Así que quieres que me prostituya por información, bien, lo capto. —Ruedo los ojos.

—¿No lo harías para salvar a tu hijo?

Su pregunta se clava en lo más profundo de mi.

Claro que lo haría...

Claro que ya lo hice.

—Te quejas de que te ataqué, pero tú saliste en defensa del drogadicto ese —Se burla quitándome el cigarro para darle una profunda calada—. ¿Sigues siendo tan dura como tu hielo, primor? —dice enterrando su rostro en mi cuello.

—¿Sigues escondiendo quién eres en verdad? —ataco y se aleja—, ¿crees que no lo sé, Loki?

—¿Crees que no soy capaz de encargarme de Jasper yo mismo? —espeta mirándome con sus ojos dorados—, cuidado con lo que dices, Skadi, no querrás que "Copito" termine envenenado.

Dicho eso da media vuelta para irse y lo dejo ir. Suspiro y maldigo el día en el que conocí a Lyell Knightley, si eso no hubiera pasado, no estaría siendo extorsionada por todo el puto mundo.

Yo, Skadi, una de las mejores guerreras entre los dioses nórdicos siendo extorsionada con un hijo que es mitad humano.

Pero no puedo dejar que lo maten porque lo amo. 
Pero no puedo dejarlo con su padre porque a él también lo amo, y sería egoísta de mi parte estorbar en su vida.

Creo que ya ha terminado la universidad, tal vez ya es médico, tal vez ya tiene una esposa, tal vez ha conseguido un hijo. Tal vez ha encontrado la felicidad que tanto merece...

Lejos de mi, como debe ser.

Lejos de toda la mierda que me envuelve y de su hijo, quién no verá nunca. Aún no le he dicho a Jasper nada de su padre, he evadido el tema. No sé si decirle que está muerto o decirle que no sé quién es. No sé si decirle que él nos abandonó, dejándolo como la basura del cuento, cuando la única basura soy yo.

No sé qué decirle.

Se parece tanto a su padre. Es como si la genética me lo hiciera a propósito. Un recordatorio de que mi historia con ese humano no se irá tan fácilmente, o tal vez un consuelo por haberlo dejado atrás.

De todas formas es igual a él. 
Los ojos claros los sacó de mi, y el cabello también, pero la forma de su rostro, la de sus ojos y esa sonrisa la heredó de Lyell.

Mierda que soy una pésima madre, fui una débil, una idiota al quedarme con él. Si lo hubiese dado en adopción... Él podría estar seguro, en cualquier parte del mundo, lejos de mi, lejos de los dioses, de Lyell y de toda la mierda que me persigue.

Pero no.

Bastó con que ese pequeño bebé me mirase a los ojos para que mi hielo se derrita ante esa tierna mirada, para que sus manitas se aferraran a las mías, tan pequeñas, tan perfectas e indefensas...

Comprendí que no podía dejarlo ir.

Y ahora a cada minuto temo perderlo.

Lágrimas calientes queman en el frío de mis ojos, las lágrimas son lo único cálido que puede haber en todo mi cuerpo.

La simple idea de Jasper siendo herido, hace mierda mi corazón. Yo debo protegerlo, por más que eso me obligue a morir por impedirlo.

No me importa si el mundo se va a la mierda, no me importa asesinar todos los Nefilims del mundo y no me importa acabar con Morfeo y los suyos uno por uno para evitar que toquen a mi hijo.

—Woh, nunca creí que te vería llorar —Oigo una voz tras de mi y me giro, alerta hacia su dueño—. ¿Hay algún momento en el que no estés a la defensiva? —Sonríe Hades.

"¿No quieres salvar a tu hijo?"

Aprieto mis puños, valiéndome de todo mi coraje y arrojando mi orgullo por la ventana.

—Tal vez en la cama —digo y me acerco a él para estrellar mis labios contra los suyos.

El Dios no me sigue el beso al instante, está algo confundido pero luego lo hace de una forma salvaje, necesitada. Los piercings en su labio son hielo contra mis labios, una sensación que me gusta. Sus manos viajan por mi cintura y mi espalda, como si no supiera por donde agarrarme. Comienzo a caminar hacia adelante, llevándolo dentro de la habitación mientras lo único que hago es gritar por dentro.

Me levanta por mis muslos y enredo mis piernas alrededor de su cintura mientras me lleva hasta la cama dentro de la habitación. Separa nuestras bocas y me mira con el ceño fruncido.

—¿Y éste cambio repentino de actitud?

—¿No te agrado? —Arqueo una ceja.

Él sonríe y sus ojos devoran mi cuerpo.

—¿Agradarme?, Mierda que me agradas —Muerde el arito izquierdo en su labio y vuelve a besarme—, solo que me tomaste por sorpresa.

—¿Qué decirte?, Me gusta que no me vean venir.

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Noah:




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