Los Brazos de Morfeo.

23.

Skadi:

Entro en la habitación, aprovechando que él se fue y me aclaro la garganta para llamar la atención de Perséfone, quien descansa en la cama.

—¿Qué haces aquí? —espeto cerrando la puerta tras de mi.

Ella se incorpora, con su largo cabello negro y lacio sobre sus hombros y sus ojos azules pícaros.

—Me han enviado para quitarle información a Hades, después de todo, soy su esposa, confía genuinamente en mi —dice haciendo hincapié en la palabra "esposa"—. A diferencia de ti, yo puedo ser más rápida en esto.

—¿En serio? —Sonrío cínica—, creo que me subestimas.

Ella alza las cejas, tan creída como de costumbre y sonríe de lado.

—¿Qué?, ¿porque te llevó a pasear junto a tu bastardo? —Ríe.

Estiro la mano y sus piernas se congelan al instante.

—¿Disculpa?, Creo que no te he oído bien, cariño. ¿Lo repites? —espeto formando una daga de hielo en mi mano izquierda.

—No puedes con las llamas del Inframundo, Skadi —Sonríe y veo mi hielo derretirse—. Hades me las obsequió, ¿no son hermosas? —dice alzando la mano derecha, de la cual salen llamas moradas.

—Claro, parecer un fósforo violeta viviente es hermoso —asiento con sarcasmo.

—De todas formas ya no es necesario que intentes seducirlo, puedes dejarlo en mis manos —dice levantándose—, él me lo dirá todo en cuestión de dos días.

—¿Olvidas que lo abandonaste por tres años?

Ella ríe y se cruza de brazos.

—¿No te abandonó y corrió por mi cuando lo llamé? —musita—, Él me ama, así que vete con tu bastardo y déjame trabajar tranquila.

Me valgo de toda mi fuerza de voluntad para no cortarle la maldita cabeza en éste preciso momento y me marcho. Si le hago algo, Jasper podría pagar el precio. Me tienen contra la pared.

Oigo una gran explosión desde los pasillos y salgo corriendo hacia allí, pero entonces un brazo fuerte me estrella contra la pared del corredor.

—Mierda, Loki, ¿qué diablos haces? —exclamo empujándolo lejos.

—La Nefilim acaba de escapar por el techo de la casa, es nuestra oportunidad para ir por ella, debes congelarla, abriré un portal hasta el Olimpo cuando la tengas —dice—, ¡vete, vamos!

—Es muy pronto para hacerlo, los dioses ya habrán ido por ella...

—Morfeo está en medio de un ataque, es la hora, ¿entiendes?

—Vé tú por ella, yo me encargaré de Morfeo y los demás dioses para que no te molesten —digo y antes de que me responda me marcho corriendo.

No puedo sacar a Jasper de mi mente, si algo sale mal y no estoy ahí para protegerlo de Loki o Perséfone o quien sea que quiere lastimarlo, no podré vivir con eso.

—Sheri —exclamo y el espíritu aparece frente a mi—, protege a Jasper, no dejes que absolutamente nadie lo toque, ni siquiera Hades. Nadie. Llévatelo de aquí.

—Como usted ordene —musita y se esfuma.

Sigo corriendo hasta llegar al baño de donde salió el ruido. Susanowo y Hades miran a Morfeo, quien está siendo envuelto por una barrera que Tsukoyomi.

«Ésto se ve realmente serio...»

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El Dios del sueño permanece paralizado por mi hielo, Susanowo y Tsukoyomi comparten unas palabras en japonés y Hades suspira.

—Susanowo, debemos ir por Noah antes de que cause un desastre —dice él quitándose su chaqueta.

«Debería congelarlos ahora...»

Alzo mi mano izquierda nuevamente y hago un movimiento con mis dedos mientras siento el frío concentrarse en cada parte de mi cuerpo, pero no puedo congelarlos.

No creo que sea momento para hacerlo.
Hay que esperar, hay que saber todo lo que planea Morfeo e irnos con la Nefilim... Aún no es tiempo.

—¿Vienes, Skadi? —pregunta el Dios del Inframundo desde la puerta del destrozado baño.

Suspiro y cuando estoy por ir con él, el ruido del hielo quebrándose me distrae, me giro a tiempo para esquivar un golpe del Dios del sueño.

Puedo sentir la energía oscura y pesada emanando de su cuerpo, está completamente fuera de sí.

—¡Morfeo! —exclama Hades entrando nuevamente en la habitación.

El Dios levanta la cabeza, sus ojos azules fueron reemplazados por sombras negras y de su boca sale una especie de humo negro. 
Hades jala de mi para apartarme de Morfeo y recibe un golpe muy fuerte en consecuencia, pero no cae.

—¡Morfeo, basta! —exclama tomándolo por los hombros—, ¡cálmate, soy yo!, ¡soy Hades!, ¡para!

Pero entonces él pega un grito completamente demoníaco. Una voz totalmente diferente a la suya inunda la estancia y su puño golpea salvajemente el estómago del Dios del Inframundo, causando que escupa sangre en el suelo.

—Mierda —exclamo moviendo mis manos, el hielo comienza a ascender por las piernas de Morfeo, pero antes de llegar a las rodillas, se torna negro y se derrite.

«Se supone que nadie derrite mi hielo...»


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Noah:

—¿Qué planeas hacer con mi cuerpo? —pregunto al aver de energía frente a mi, su aleteo es electrizante, su presencia pesa sobre mi de alguna forma.

Tu cuerpo no me interesa en lo más mínimo, Nefilim, sin mí no eres nada, cualquiera te confundiría por una humana —dice con su voz grave, aunque sigo sin poder distinguir su género—, no tienes poder, no tienes fortaleza, dime, ¿qué es lo que tienes?

—Voluntad. —espeto—. Sé que puedo hacerme fuerte, lo sé. No puedes tomar mi cuerpo y hacer lo que quieras con él...

Yo no permaneceré en este cuerpo, Nefilim ilusa, seré libre una vez más y me elevaré en los cielos nuevamente.

—Fuiste un regalo de El Señor hacia mi padre, no puedes...

¡Exacto! —exclama causando que retroceda—, Fui entregado a Gabriel, no a ti. Él sí sabía utilizarme debidamente. Tú tan solo lloriqueas.




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