Los Brazos de Morfeo.

34.

Loki:


Me quedo fuera de la Sala de juntas, intentando oír lo que traman. Thor no ha aparecido, cosa que me extraña, mi padre ha entrado con Zeus y los demás.
Skadi sigue encerrada y Jasper, según tengo entendido, está en una celda, completamente incomunicado.

—Frey acaba de llegar, completamente golpeado, ha perdido a un gigante —Oigo decir a mi padre—. Morfeo ha sido el culpable de ello, según dijo, su poder ha crecido de una forma alarmante.

—De todas formas no podrá contra nosotros, tenemos todas las cartas a nuestro favor y ahora tenemos a la Nefilim —dice Zeus—. La pondremos de nuestro lado.

—Es una mujer testaruda, ¿cómo nos será completamente fiel? —dice Tyr.

—Atenea se encargará de ella, será sencillo, remplazaré sus recuerdos por otros falsos, creerá que ha crecido como una de los nuestros. Y listo, peleará.

—Tenemos noticias de que Hades está al borde de la muerte —dice Izanami, una diosa japonesa—. Uno menos contra el que luchar, lo que no me convence de la situación, es que Morfeo sea tan confiado en que ganará, si son pocos guerreros y ni la mitad de fuertes que todos nosotros.

—Perséfone está allá para tomar esa información, nadie lo entiende —responde el Dios del rayo—. Dudo que él sea lo suficientemente estúpido como para ir así porque sí. Además no le queda mucho tiempo, tengo congelados a Fobetor y Fantaso, toda la mierda recaerá en él. No sé porqué sigue en pie.

—Escuchar conversaciones ajenas es de mala educación, mi cielo —dice Eros apareciendo frente a mi.

Su cabello oscuro está mojado y cae en rizos salvajes sobre su rostro, sus ojos me escanean y sonríe.

—¿No vienes conmigo? —dice pasando su mano por debajo de mi camisa azul.

—Hey, estás temblando —digo frunciendo el ceño, tomo su mano y veo la cara de terror que pone—. ¿Sucedió algo?

—Nada... Creo que la cabeza ya ha empezado a dolerme, mejor voy a recostarme un rato —dice soltándose de mi.

Me debato entre seguir oyendo la reunión o seguir a Eros, hasta que me decido por el Dios.

—Ven, vamos a mi cuarto —murmuro tomándolo por la mano y él me sigue sin decir nada.

Cierro la puerta tras de mí y veo como sus ojos se cristalizan.

—Eros, ¿qué ha pasado? —pregunto nuevamente acercándome.

—Nada.

—Eros...

—No... —murmura retrocediendo.

Ruedo los ojos, lo tomo por los brazos y lo acorralo contra la pared, puedo sentir su cuerpo temblar frente al mío, desvía la mirada y al verlo más de cerca, noto una mancha de sangre seca junto a su sien.

—¿Quién te hizo eso?

—Yo... Me caí, Calipso me hizo tropezar para jugarme una broma y...

—¡Mírame y dímelo, Eros! —exclamo, ya harto de que diga mentiras idiotas.

—¡Bien, por los Dioses! —chilla—, Ares no quiere verme cerca de ustedes. No quiere que me acerque a los nórdicos. Nos vio cerca el otro día y me dio una paliza, ¿eso querías saber?

Ruedo los ojos, Ares, su padre. Un hombre despiadado que respira violencia y secreta sangre de inocentes. Una bestia.

Y un homofóbico, como dirían los humanos. Aunque realmente Eros no tiene preferencias, es el Dios del amor después de todo.

—Lo lamento —murmuro ahuecando su rostro con mis manos, apoyo mi frente en la suya y siento sus manos en mi pecho.

—Tranquilo, estoy acostumbrado a las palizas realmente... Las recibo más a menudo de lo que quisiera. —Sonríe de lado—. Te he extrañado mientras estabas con Morfeo.

—¿Quién no me extrañaría?

—Quiero suponer... —dice empujándome lentamente—. Que no anduviste viéndolo más de la cuenta... Ese hombre es una salvaje bestia sensual que no dejaré que montes mientras estás conmigo —Me empuja sobre mi cama.

—No, Morfeo no me mueve ni un pelo.

—¿Ah, no?, ¿qué hay de Apolo?, Es... La belleza inocente.

—Lo inocente no me llama.

—Oí algo de un guardián, ¿Sacha Byron? —Alza las cejas y sonrío para mis adentros.

—Ese... Es un caso especial.

—Pero yo soy más especial que él —dice parándose a horcadajas sobre mi y me besa.

Mis manos trepan por su espalda y cuando toco el centro, gime de dolor contra mis labios, me separo de él lentamente.

—¿Con qué te golpeó?, Me extraña que aún no hayas sanado...

—Cállate, no importa —espeta y vuelve a estrellar sus labios contra los míos.

Me dejo llevar y olvido los moretones para posicionar mis manos en su cintura. Sus manos tocan mi pecho y su lengua se introduce en mi boca.

—¿Tan necesitado estabas? —El comentario se desliza por mis labios y él se separa de mi.

—Perdona por haberte esperado y no haberme cogido a la primer ninfa o esclavo que se me cruzara, Loki. —dice tajante—. Me molesta que no me consideres alguien importante en tu vida.

«¿Cómo?»

—Hey, hey, alto ahí, cariño —digo sentándome, con él aún a horcajadas sobre mi—. Nos conocemos hace poco tiempo.

—¿Tres años te parece poco?

—Sabes que tres años para nosotros no son nada, Eros, no te pongas el papel de humano que no te queda.

—Pero yo te... Yo te quiero, Loki. ¿Tienes idea de lo difícil que es para mi amar a alguien de verdad? —dice frunciendo el ceño.

—¿Tan bueno estoy que te tengo tan enredado, Dios del amor?

Solo me divierto con él.

—¿Sabes qué?, Eres imposible, solo bésame y guárdate esos comentarios de víbora —Rueda los ojos y sonrío contra sus labios.

Realmente Eros es el primer hombre con el que estuve tanto tiempo. Desde que acepté como soy, me he acostado con unos cinco antes que él, pero fueron relaciones vacías, tan solo sexo vacío y sin amor.

Aún no puedo decir que estoy enamorado de Eros, pero sé que él está enamorado de mí, y tal vez eso me basta por ahora, hasta que me aburra y encuentre otro tipo de entretenimiento.

Tampoco es como si no me importara, pero soy consciente de que no me he enamorado. Su poder no funciona conmigo, porque no somos del mismo mundo, así que no puede obligarme a quererlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.