Los Brazos de Morfeo.

36.

Noah:

El agua helada impactando contra mi piel me despierta de la peor manera. No tengo idea de en qué momento me dormí, pero considerando lo pésimo que he dormido los últimos días, no me extraña.

-No te combiene dormir en un lugar como éste -dice Tánatos dejando la vasija con la que me arrojó el agua a un lado-. Me sorprende que puedas hacerlo.

-¿Qué mierda pasa contigo? -espeto mirándolo a sus frívolos ojos-, ¿por qué me despiertas así?

-Porque puedo y quiero, un buen chorro de agua helada te mantendrá despierta. Además, los dioses traman algo contra ti -informa acuclillandose frente a mí-. Van a hacerte una de los suyos, Noah, y no podrás hacer nada al respecto.

-Nunca sería como ustedes -exclamo como si fuera ridículo.

-No metas a todos en la misma bolsa -masculla.

-¿En qué eres diferente, eh?

-Yo no estoy del lado de nadie, solo del mío -dice-, y no me importa nada.

-Es algo hipócrita andar vagando entre los dos bandos diciendo lo que se te place -comento.

-La hipocresía es humana.

Su tono tan neutro y sereno me desespera.

-¿Quisieras dejar de hablar así?

-¿Cómo?

-¡Como un maldito robot!

-No puedo evitarlo, es mi naturaleza, Nefilim -Y entonces sonríe levemente, una sonrisa socarrona que me sorprende, pero se desvanece tan rápido como aparece-. Supongo que Eros no vendrá, me he aburrido de esperar.

Camina hacia la puerta y me mira por sobre su hombro.

-Zeus viene hacia aquí, es hora -dice y se marcha.

De repente siento el miedo trepar por mi mente y me levanto, un escalofrío causado por el agua fría que me arrojó el Dios me azota y me levanto para retroceder. Un montón de pensamiento pasan por mi cabeza y me siento como un gato contra un Rottweiler.

La puerta se abre y, efectivamente, Zeus es quien entra, con su mirada color oro y su expresión divertida y maliciosa.

-Vendrás conmigo, Nefilim -dice acercándose, me toma del brazo y me resisto, mientras la adrenalina envía descargas eléctricas a través de mis extremidades, obligándolas a prepararse para huir.

-No iré a ningún lado... -espeto y busco dentro de mi al Espíritu Santo.

No me interesa en lo más mínimo si esto me lastima, necesito hacer algo, no van a borrar quién soy como si fuera la memoria de un celular. No van a cambiarme...

No voy a dejarlos...


Me aferro a la pequeña sensación de energía en lo más profundo de mí y la obligo a salir. Algo estalla dentro de mi sistema, de repente puedo sentir la energía abrumadora recorrer mi cuerpo y le atino un golpe a Zeus en el rostro.

Puedo sentir el crujir de sus huesos bajo mi puño y la retorcida satisfacción del acto me enloquece. No pierdo tiempo y le atino otro en el abdomen.

La marca del Espíritu Santo quema y no pierdo tiempo en salir corriendo, mientras el Dios está de rodillas.

Corro por los pasillos como una loca, y en el momento que me cruzo con dos guardias de Oro, me deshago de ellos con tan solo tres golpes.

Me siento poderosa nuevamente, siento que pierdo el control mientras me dejo llevar por la energía. Ruego porque no pase lo de la otra vez...

Entro en el el salón de la entrada y veo la puerta que da a mi libertad. Me sorprende el hecho de que no haya ningún guardia a la vista, corro a toda velocidad y cuando mis manos temblorosas tocan la manija para abrirla, un intenso dolor me corroe, no puedo evitar dar un grito, mientras siento mi cuerpo hacerse pedazos de la nada. Mis huesos se retuercen, puntadas fuertes invaden mi cabeza y la marca del Espíritu Santo está en carne viva.

"Te dije que podrías morir por utilizarme así de nuevo, Nefilim." Chilla la energía dentro de mi mente y caigo al suelo, mientras me ahogo en mi propia sangre y una convulsión me saca de balance.

Zeus aparece en mi campo de visión, con una sonrisa que quisiera borrar de un golpe y su cabello revuelto.

-Buen intento, niña -Se burla agachándose junto a mí-. Ni siquiera eres capaz de controlar tu propio poder.

Comienzo a toser, víctima del ahogo con mi propia sangre. Intento voltearme, pero el dolor abrumador regresa para arrancarme el aliento.

Siento la mano de Zeus en mi cabello y comienza a arrastrarme, causando que un nuevo dolor se sume a los demás. Las lágrimas saltan por mi rostro mientras me arrastra sin piedad alguna y apenas puedo moverme sin sentir que me rompo.

Y nadie vendrá a salvarme...

Estoy completamente sola, sin escapatoria, esperando mi final.

-Te enseñaré a no desobedecer a tu amo -dice metiéndome en una habitación.

Estoy tan adolorida que no puedo ni moverme, un mareo insufrible me saca de balance y espero lo peor. Escupo la sangre acumulada en mis mejillas y una sonrisa leve se desliza por mis labios.

-¿Y ahora, Zeus? -Logro decir-, ¿vas a violarme?, ¿a golpearme?

-No quiero arruinar la sorpresa, linda -dice levantándome del brazo, siento como un pesado grillete me sujeta, causando que mi cuerpo quede colgando y deba pararme para no hacerme daño.

Mi otra mano es atada también y siento como todo mi cuerpo grita por los fuertes dolores.

De repente siento náuseas, termino vomitando lo poco que contenía mi estómago justo cerca de mis pies.

Zeus se acerca y desata el corpiño compuesto por perlas que había usado anoche.

-Eres tan predecible -espeto con odio-, no eres más que un cerdo...

-No voy a tener sexo contigo en ese estado, sería lo mismo que tenerlo con un fiambre, niña -masculla y oigo sus pasos tras de mí-. Los esclavos no deben contestar a sus amos, ¿sabías?

Entonces se oye un relámpago azotar el aire y siento como atraviesa la carne de mi espalda. Grito con todas mis fuerzas mientras la energía rostiza mi piel y la sangre desciende.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.