Los Brazos de Morfeo.

46.

Skadi:

— ¿Qué clase de mal chiste es éste? —espeto mirando las esposas que me aprisionan a la silla.

—Es por seguridad, tanto tuya como mía, y no te gastes en intentar algo, están encantadas —explica Georgina mirándome con sus ojos celestes, su gesto severo es terrible, luce furiosa—. Tú, asquerosa escoria del agujero más espantoso del universo —exclama señalando a Lyell—, ¡dime qué es lo que planeas o juro que arrancaré tu lengua y la meteré en tu tras...!

—Contrólate, mi vida —dice alguien entrando, un hombre de ojos verdes y cabello castaño, el parentesco es innegable, debe tener algo que ver con Zed Kabock—. Soy Armin Kabock, el jefe de ésta sede —Se presenta y toma asiento junto a ella—. Bien, ¿qué tienes que decir a tu favor, Lyell?

—No tengo porqué decirte nada, Kabock —bufa el demonio recostándose en la silla—, ya conocen el trato, no puede meter sus narices en el infierno, a no ser que pueda lastimar a la humanidad.

—Ustedes siempre quieren lastimar a la humanidad, dame una buena razón para no hechizarte —espeta la joven—, explícame qué tiene un demonio como tú que ver con... ¡una diosa nórdica!, ¡maldita sea!, ¡¿qué se supone que es esto?!

—Se llama alquiler de vientre de lujo —dice él y quisiera matarlo, pero no puedo moverme—. Yo necesitaba una diosa que tuviera a mi hijo, ella un pene que calmara su mal genio, todos ganamos.

— ¡Hijo de puta! —exclamo.

Intento romper las esposas, pero se aprietan más contra mis muñecas, quisiera borrar esa sonrisa de su rostro.

— ¡Siempre tan gracioso, Lyell, viejo amigo! —exclama alguien abrazando desde atrás al demonio.

—Zed, lárgate, esto es una reunión privada. Necesito hablar de temas importantes que no son de tu incumbencia —ordena Georgina levantándose.

—No tomen en serio nada de lo que diga este tipo —dice él y mira a Armin—, vamos, hermano, lo conoces casi tanto como yo.

—Me despeinas —chilla Lyell empujando a Zed.

— ¡Ya basta! —chilla Gina—, ¡exijo una explicación!, Debo dar un informe sobre esto. No pienso dejar que salgan de éste lugar para ir por ese niño sin que antes me digan qué diablos sucede.

—Está bien, solo deja de chillar, tu voz es insoportable —Rueda los ojos—. El chico es mitad demonio, mitad dios. A mi amo le interesaba los límites de estas barreras que separan nuestros mundos, quería ver si era posible mezclar nuestra raza con la suya, un ser tan fuerte, que casi podría superarlo en fuerza.

Me quedo sin palabras, todo esto no fue más que un ridículo experimento de un monstruo, mi hijo no es más que un conejillo de indias. ¿Cómo es posible que no haya notado lo que Lyell era?, ¿qué disfraz es tan eficaz?

La única vez que pensé tanto en alguien... Me alejé de la persona que amaba por su seguridad y resulta que todo no fue más que una vil mentira. Es como si la vida me escupiera en la cara, busqué calor donde no debí hacerlo y ahora me he quemado.

— ¿Qué van a hacerle? —Es lo único que logro decir.

Lo miro a los ojos y él me sostiene la mirada un segundo antes de desviarla hacia la pelirroja.

—Necesito que dos de tus mejores agentes nos acompañen, las cosas se pondrán turbias —Le dice quitándose el pelo del rostro.

— ¿Por qué lo haría? —dice ella como si fuera ridículo.

—Porque no dejaré que mi hijo pase un solo día más en ese lugar —Interrumpo lo que sea que Lyell está por decir—. Dijeron que nos ayudarían, alguien como Jasper en manos de Zeus es un arma peligrosa, demasiado.

—Está bien —dice Armin y mira a Zed—. Elige cuatro de tu grupo y también vé con ellos.

—Bien —asiente el joven y retrocede para marcharse.

—Que Victoria se quede —ordena Georgina y él le lanza una mirada extraña—, la necesito en otra misión.

Él bufa en respuesta y se marcha.

—Adolescentes enamorados, nada más que una molestia —masculla Armin y se acerca a mí para abrir las esposas—. Gina, creo que esto no era necesario.

—Casi destroza el estacionamiento y considerando lo provocador que es esta... Basura, lo que menos quiero es una pelea en mi oficina —Se excusa ella.

—Pues hubieses hecho las reuniones separadas.

—Necesitaba escucharlos a ambos, además ella no parecía muy informada sobre los planes del infame éste.

—El día que me llames por mi nombre, voy a hacer una fiesta —dice Lyell levantándose—. Vamos, Copito, mientras más rápido vayamos, más temprano volveremos.

— ¿Siquiera tienes idea de lo que es el Olimpo? —espeto levantándome para encararlo—, está lleno de guardias y dioses, no será tan sencillo. No sé si lo tendrán encerrado en los calabozos todavía...

—Tú estuviste ahí, tú nos guiarás, además, debes tener a algún amigo ahí arriba.

Ya no quiero ni oírlo, cuando mis manos son liberadas me marcho, tal vez pueda convencer a Susanowo de venir conmigo, Tsukoyomi es fuerte, pero no tiene el espíritu de guerra de su hermano, es demasiado lento, pasivo e impreciso.

Las palabras de Lyell no paran de taladrarme la cabeza, ¿cómo pude caer de esa forma?, ¿cómo pude enamorarme tanto?

Me asqueo de mis propios sentimientos, odio que la presión en mi pecho sea tan corrosiva y triste, odio llorar como lo he estado haciendo en este último tiempo, y sobre todo odio saber que mi hijo no es más que un experimento para todos.

Me siento débil, indefensa, expuesta. Antes todo era diferente, antes yo era diferente.

¿En qué me he convertido?

Unas manos me toman por la espalda y me estampan fuertemente contra la pared del pasillo.

─Estás un poco agresiva, ¿quieres que te ayude a calmarte como en los viejos tiempos? ─pregunta el demonio con esa sonrisa tan asquerosa en sus labios.

─Si no te he matado aún, es porque quiero que Jasper sepa la basura que tiene como padre ─espeto mirándolo fijamente, lágrimas descienden por mis mejillas, pero no permito que mi voz tiemble─. ¿Crees que permitiré que tú te lo lleves a ese agujero del que saliste?, Estás muy equivocado, no pude protegerlo de Zeus y Odín, pero recuerda que soy una diosa, tengo más poder que tú y tus llamas de porquería ─escupo y sus brazos apoyados a ambos lados de mi cabeza comienzan a congelarse, pero él mantiene su mirada desafiante sobre la mía─. Y si vuelves a tocarme, voy a congelar tus testículos y a usarlos como hielo de bebidas, ¿me escuchaste?




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