Los Brazos de Morfeo.

50.

Hades:

—Date la vuelta, ridículo —espeto cruzándome de brazos.

Morfeo se gira lentamente para encararme y muerdo el arito en mi labio con furia.

—H-Hades... —La voz le tiembla, sus ojos azules me envuelven y escanean profundamente.


─El mismo, sí ─escupo y mi vista se fija en Tánatos─. ¿Te sintes bien? Te ves como si hubieses visto un fantasma.

Una sonrisa de lado me asalta, el peliblanco frente a mí está tan furioso que puedo sentir el aura oscura desprenderse de su ser, quiere matarme, otra vez.

─Tánatos ─dice Hipnos sujetando a su hermano─, cálmate.

─ ¿Creíste que tendrías el inframundo? ─Le pregunto con sorna─, grave error.

Morfeo se acerca, con intención de abrazarme, pero la furia me posee y le atino un fuerte puñetazo.

─Tú no te atrevas a tocarme ─exclamo─, todo esto me pasó por tu culpa, debería matarte ─Lo tomo por el cuello de su camiseta y lo levanto como si no pesara nada─, ¿qué has logrado hasta ahora, eh?, ¿ya estamos listos para la dichosa guerra, Morfeo?, ¿ya podrás vengarte?

─Hades yo no lo hice porque quisiera ─exclama.

─Deja de llorar, me das asco ─escupo y mi puño se entierra en su abdomen con brutalidad─. Siempre te he perdonado tus locuras, siempre te he apoyado, maldita sea. ¡Me mataste!

─ ¡No era yo!

─ ¡No me interesa! ─exclamo y lo arrojo con una fuerza descomunal contra la pared, causando que la atraviese y termine saliendo al exterior.

─ ¿Cómo has hecho eso? ─dice Freya acercándose.

─Ya no tengo el grillete ─explico y me apresuro a correr por el enorme agujero que el dios dejó en la pared.

Me asomo por el segundo agujero que causó y lo veo, a varios metros más abajo, sobre un auto.

─ ¡Hades! ─chilla Hipnos a mis espaldas─, ¡Morfeo es mortal!

Frunzo el ceño, intentando procesar lo que dijo.

─Eso es imposible ─mascullo haciendo un ademán con mi mano.

─No lo es, idiota ─espeta Tánatos tomándome por el cuello.

Hipnos no pierde tiempo en correr y saltar a través del agujero para ir a socorrer a Morfeo.

─ ¡¿Qué demonios sucede aquí?! ─exclama una chica pelirroja acercándose─, ¿Hades?, ¿cómo es posible?

─Lo he traído de regreso ─dice Shade, la chica que me resucitó hace menos de veinte minutos─, estaba aburrida y... ─Se queda sin palabras, empalidece de repente y una presión extraña invade mi pecho.

Me acerco a ella y la sostengo cuando sus piernas tiemblan.

─ ¿Estás bien? ─pregunto y cuando me mira a los ojos, la presión aumenta─, ¿qué es lo que me hiciste?

─Estamos conectados ahora ─explica recuperando el aliento, pero una tos frenética la ataca y nuevamente siento aquella presión extraña en mi pecho.

─Morfeo ─exclama Freya acercándose a la habitación, donde Hipnos deposita en el suelo al dios.

─Está bien, logré atraparlo justo a tiempo ─explica ella sosteniendo la cabeza del pelinegro, está inconsciente.

Me molesta sentirme culpable por haberle hecho daño, cuando tuve que soportar tantas cosas por él. ¿Por qué me lastima tanto verlo en ese estado?

¿En verdad Nyx condenó a su hijo de ese modo?, ¿Morfeo es mortal?

Una chica castaña me hace un lado para entrar en la habitación a toda prisa y cae de rodillas frente a él para tocar su torso, una luz verde se desprende de sus manos.

─Tamara, ¿puede...? ─Comienza la chica pelirroja.

─Tiene unos cuantos huesos rotos, pero no es nada que no pueda solucionar ─dice la joven.

Mi mirada se cruza con la de Shade, realmente ni siquiera sé en dónde estoy, no sé quién es ella o qué es.

─ ¿Qué ha sido todo ese ruido? ─exclama una conocida voz y me giro, sin soltar a la chica que me revivió, para ver a Skadi.

Siento mi mundo tambalearse en ese momento, no sé cómo sentirme, no sé si odiarla o correr hacia ella.

─Oh, maldición ─dice ella retrocediendo.

─Hola, Heladito ─digo con tono neutro, todo parece ser un caos a mi alrededor.

Shade se libera de mi agarre cuando la diosa nórdica clava su mirada en ella, cubre su boca, intentando reprimir su tos y se aleja rápidamente por el pasillo, Tánatos la sigue y quiero ir tras él, pero Skadi me abraza por la espalda antes de que pueda marcharme.

─ ¿En verdad eres tú?, ¿de carne y hueso? ─murmura y muerdo fuerte el arito en mi labio porque necesito distraerme.

Necesito pensar en otra cosa que no sean todas estas emociones que me azotan fuertemente contra el suelo. El recuerdo de lo que me dijeron sobre Skadi, su traición, se repite una y otra vez en mi mente y no sé cómo actuar.

Morfeo reacciona y suelta un silencioso gemido mientras se levanta del suelo y se acerca a mí, ignorando a la gente que le habla.

─No puedo creerlo, no... Hades, yo... ─Comienza, pero se detiene y Skadi me suelta rápidamente.

El dios del sueño cae de rodillas frente a mí y entierra su cabeza en mi abdomen.

─Perdóname, por favor, perdóname, nunca quise lastimarte ─llora como un niño y me quedo sin palabras─, eres lo mejor que tengo, no me odies.

Morfeo, grandísimo idiota, ¿por qué siempre me tienes en tus manos?, parezco más tu padre que tu amigo.

─Levántate, menudo espectáculo es todo este drama ─mascullo dándole una palmada en su hombro y se levanta, nuestras miradas se cruzan y puedo ver el arrepentimiento en cada parte de su ser─, ¿así irás a llorarle a Zeus para que se rinda o vamos a patearle bien el trasero? ─Sonrío de lado y él también lo hace.

Me abraza más fuerte de lo que quisiera y le devuelvo el abrazo.

─ ¿Se supone que debemos aplaudir o qué? ─comenta Hipnos arqueando una ceja y rio levemente.

─ ¿Qué está pasando? ─pregunta la pelirroja mirándome─, no comprendo nada.

─Déjame que te explique, pequeña Georgina ─dice Freya tomando por los hombros a la niña y llevándosela.




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