Los Brazos de Morfeo.

55.

Hades:

Miro a Tánatos, quien suelta una carcajada desquiciada y me mira con euforia mientras señala a su alrededor.

— ¿Te gusta el paisaje, Hades? —pregunta.

— ¿Crees que es divertido traerme al Tártaro? —escupo—, ¿qué es lo que quieres, Tánatos?, ¿qué intentas probar?

—La Muerte debe reinar el mundo de los Muertos, no un dios petulante que lo único que sabe hacer es quejarse —espeta—, sabes de lo que soy capaz, ¿quieres enfrentarme o te meterás voluntariamente a la jaula de los Titanes?

—Lo que quiero es arrancarte la cabeza, pero tú y yo sabemos que eso es peligroso, el Inframundo necesita de ambos —digo—, por algo estamos donde estamos, Tánatos.

—Por un sorteo miserable que no corre a mi favor, solo al de ustedes —dice con odio en sus ojos—, voy a asesinarte y voy a disfrutarlo.

—Vas a asesinarme y vas a mandar todo por el caño —exclamo—, ¿siquiera piensas en lo que hiciste?, Acabas de interferir en mi portal, nos regaste por el mundo, ¡¿quién sabe dónde cayeron los demás?!

—Los demás no son problema mío, los asuntos de los vivos no me conciernen.

—Pero bien que dejaste viva a Noah cuando debió morir unas cuántas veces —exclamo—. La dejaste vivir cuando el rayo de Thor la golpeó, la dejaste también cuando Zeus la torturó por primera vez y lo volviste a hacer hace poco tiempo, ¿dices que los vivos no importan?, Rompiste las reglas del Inframundo al dejarla convida y tu hermano lo sabe pero no dijo nada.

— ¿De dónde sacas esos cuentos? —Le tiembla la comisura del labio—, yo no dejé vivir a nadie, su hora no había llegado.

— ¿Vas a mentirme, Tánatos? —Rio—, por favor. Hablé con las Moiras.

— ¿En qué momento podrías tú haber hecho eso?

—Cuando morí, ¿a dónde crees que fue mi alma, ignorante?, Las Moiras confiaban en que regresaría a la vida y mantuvieron una hebra de mi hilo unida, una pequeña e insignificante hebra que podía ser cortada con un leve tirón.

—Ellas no harán nada al respecto, sin mí, no tienen nada —espeta cruzándose de brazos—, ¿crees que Hipnos con su toque bruto podría encargarse de todo?

—Sin mí tampoco tienen nada —escupo—, me subestimas, ¿crees que me ganarás al primer golpe?

—Eso está por verse.

—Primero —digo alzando mi mano—, quiero una respuesta, ¿por qué dejaste que la Nefilim viviera?, Vamos, Tánatos, no me digas que te has enamorado.

—Ella es la única que puede salvarse de toda la basura que somos —dice—, ella es un alma pura a diferencia de ti o de mí; conozco perfectamente el plan de Morfeo, pero no voy a evitarlo porque debo mantenerme imparcial, pero tanto tú como yo sabemos que la única que se salvará luego de eso es ella.

—Sí, solo los fuertes se salvarán.

—No puedo asesinar a alguien que solo quiere vivir contra nuestra voluntad, no puedo hundir a alguien con su espíritu de lucha, ha sobrevivido los últimos cuatro años a las torturas que le hicimos una y otra vez, no me la llevaré —dice con su voz neutra, trata de mantener sus sentimientos a raya—. Ella es todo lo que yo nunca pude ser.

—Y sientes empatía por ello, bien, lo capto, pero si por alguna casualidad de la vida te enamoras de ella, vas a tener uno que otro compitiendo contra ti —comento con cansancio—. Volviendo a lo nuestro, si quieres pelear y ser encerrado, ven. Pero deberías saber lo que te conviene.

—No es necesario que yo pelee para asesinarte —masculla—, tengo ciertas ventajas.

—Él también las tiene —dice una voz ajena a nosotros.

Shade aparece frente a mí, con un arma completamente compuesta por sombras.

— ¿Cómo entraste aquí? —exclamo sorprendido.

—Es otra personificación de la muerte —explica Hipnos saliendo también de la nada—, puede entrar al mundo que quiera.

Se nota la tensión entre éstas tres muertes, siento algo extraño cuando Shade aprieta su arma.

—Ni siquiera eres una versión auténtica —Se burla Hipnos recogiéndose el cabello plateado—, ¿qué te hace pensar que podrás contra nosotros?

—Sangre del ángel de la muerte corre por mis venas, no soy una Muerte completa, pero soy más fuerte que ustedes.

—No estás en tu mundo, pequeña, te sugiero que te marches —Le digo tocando su hombro—, van a matarte.

—Tú no me conoces, rey del Inframundo —dice mirándome por sobre su hombro y entonces todo estalla.

Un torbellino de masas oscuras envuelven a los gemelos elevándolos en el aire y metiéndose dentro de sus bocas, Shade de un salto y un movimiento de su arma causa una honda expansiva que realiza un increíble corte en el pecho de Tánatos, causando que un líquido negro comience a emanar de allí.

Pero claro que ellos también atacan.

Un puño compuesto por energía la aplasta una y otra vez, pero me meto en el medio y utilizo mis poderes para retener aquella fuerza.

— ¡Eres una imprudente! —exclamo—, ¿qué te hizo creer que podrías contra ellos?

—Siguen en mis sombras, ¿no es verdad?

Muerde su dedo con tanta fuerza que logra cortarlo, saca una libreta de su bolsillo y con su sangre escribe algo.

Destrozar.

Se levanta y escupe algo de ese líquido carmesí en el suelo y camina hacia ellos.

— ¡Destrozar!, Que sus huesos se conviertan en polvo.

Un brillo descomunal emana del trozo de papel y se deshace en el aire. Creo que puedo oír el crujir de los huesos de Tánatos e Hipnos. Un gemido se les escapa y se retuercen en el aire mientras las sombras siguen entrando por sus bocas y sus ojos comienzan a oscurecerse.

— ¿Qué planeas hacerles? —pregunto tomándola por los hombros y sus ojos oscuros se fijan en los míos—, no puedes asesinarlos, no lo hagas, Shade.

—Claro que no puedo asesinarlos, son la Muerte —espeta—, pero puedo deshacerlos y absorberlos.

— ¿Cómo dices?

—Yo me convertiré en la única muerte sobre ésta tierra y todas las demás, voy a absorber su poder y jurisdicción —dice liberándose de mi agarre.




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