Los Brazos de Morfeo.

56.

Jasper:


—Así que te llamas Tamara —digo pasando mi dedo por el contorno de su rostro—, nos vimos la otra vez, ¿lo recuerdas?

—Sí, te recuerdo, ¿Jasper?, ¿el hijo de la diosa y el demonio?

—Así es, sé que mi familia es algo... dudosa, pero eso no influye mucho en mí —mascullo—, me gustan tus ojos.

—Me gusta tu cabello —comenta con algo de nerviosismo, seguramente por mi cercanía, la tengo acorralada en el pasillo del enorme edificio en el que estamos con el resto de la ONP, según dijeron es otra de las múltiples bases en el mundo.

Luego del incidente en la otra ciudad y de que los dioses se me escaparan, me hice el herido y terminé con ellos, aunque soy consciente de que todos aquí me temen, sé que no vieron lo que sucedió.

Pero puedo sentir sus miradas furtivas y el corazón de la chica frente a mí later con fuerza con cada movimiento que realizo.

— ¿Tienes miedo, Tamara? —pregunto pasando mi pulgar por sus carnosos labios, ella traga duro.

— ¿A qué podría tenerle miedo?

— ¿No te asusta lo que soy? —Arqueo una ceja.

— ¿Debería?

—Te gusta contestar preguntas con otras, ¿eh? —Sonrío de lado—, ¿te desagrada mi compañía?

—Estás demasiado cerca... —dice desviando la mirada.

—Esa es la idea, como dije antes, me gustan tus ojos, quiero verlos bien de cerca —digo acercando más mi rostro al suyo.

—Jasper... —murmura aferrándose a mi sudadera gris con sus flacos y largos dedos.

Respiro sobre la piel de su pecho y siento como se tensa ante el acto, me resulta tan divertido...

Mi lengua se deleita con su tersa piel y su corazón late aún más fuerte.

—Si Georgina nos ve, va a...

—Shh, nadie nos verá —digo posando mi dedo índice en su boca—, están en una reunión o algo así.

Ni puta idea de dónde están.

Mis dedos viajan por sus curvas y se posan en sus hombros para mantenerla quieta mientras mi boca juega con el lóbulo de su oreja.

Estoy por acariciar sus labios con los míos cuando alguien me toma por el cuello de mi sudadera y me arrastra hacia atrás.

— ¿Qué hacen? —espeta el tal Kol mirándome intensamente con sus ojos hambrientos de violencia.

Me sorprende, no tiene ni una mísera oportunidad contra mí.

Y lo sabe porque puedo sentir su pulso temblar, su miedo acumularse en cada centímetro de su cuerpo, volviéndome más fuerte. 

— ¿Por qué?, ¿quieres tener mi atención también, Kol? —pregunto acariciando su mejilla y me suelta con brusquedad.

—No te hagas el listo, monstruo, si Georgina o alguno de esos los ven toqueteándose en pleno pasillo, tal vez tú no la pagues, pero Tamara sí —exclama.

—No sabía que el sexo estaba prohibido.

—No sabía que un niño de cinco años sabría algo de eso —dice otra voz acercándose lentamente.

Zed Kabock, según sé, es un híbrido, parte demonio, parte ángel. Con alguien así mantendría una pelea decente al menos por cinco minutos.

—Tengo quince años ahora, ¿no crees que debería estar informado sobre cosas así? —digo mirándolo con pereza.

Sus ojos verdes reflejan diversión mientras se acerca a mí.

—Me gustas —comenta—, pero Kol tiene razón —dice tomando al eludido y revolviendo su cabello como si fuese un niño pequeño—, a Georgina no le gustaría, no estamos solos en ésta base, no es totalmente nuestra.

— ¿Por qué habría de guardar mis sentimientos? —mascullo.

—Un niño de cinco años en el cuerpo de uno de quince con desesperación por el placer sexual, genial, si quieres acostarte con alguien, busca alguna prostituta en la ciudad, no te metas con alguna de aquí, niño —espeta Allen apareciendo también.

—Me rodean como si fuese su presa —Rio—, no iba a hacerle ningún daño ni a forzarla, ¿por qué se comportan así?

—Tal vez porque, ¡eras un niño de cinco años!

—Tengo quince y la mentalidad de alguien de veinte, así me quería Zeus, así me tiene —explico encogiéndome de hombros.

—No tienes mentalidad de veinte, tienes mentalidad demoníaca, querido —dice Zed mirándome de arriba abajo—, eres parte demonio y eso está influyendo ahora.

— ¿Se supone que eso es un problema?

—Dímelo tú, ¿eres un problema? —Me enfrenta el híbrido.

—Depende de cuánto dures en batalla —digo apartándolo de mi camino—, no planeo ser enemigo de ustedes.

— ¡Diablos!, La tensión se siente desde el otro lado del edificio —dice Olivia Walkway acercándose—, ¿reunión de los más sexys o una orgía a la que no me invitaron?

— ¡Olivia! —exclama Tamara riéndose.

Olivia con su larga melena oscura y sus ojos del mismo color me sonríe con picardía.

—Alto ahí, Olivia, por favor. —masculla Kol—, hagan lo que hagan, digan lo que digan, éste sigue siendo un niño de cinco años.

—Eso no le quita lo sexy —dice Zed—, vamos, bien, hasta a mí me lo parece.

—A Victoria no le gusta esto —comenta Tamara.

— ¿Qué no me gusta? —dice la chica apareciendo tras Zed.

¿Acaso los han invocado a todos por arte de magia?

—Mira a Jasper, ¿no te parece atractivo? —Le pregunta rodeando sus hombros con su brazo.

—Eh... ¿sí?, ¿por qué lo preguntas?

— ¿Soy el único que no entiende por qué hablamos sobre esto? —chilla Kol.

—Oh, vamos, Kol, no nos digas que no te parece atractivo si sabemos para que lado tiras, novato —Se burla Olivia también revolviéndole el pelo.

— ¿Qué tiene que ver mi sexualidad? —exclama con el ceño fruncido.

—Mucho —dicen casi todos al unísono y Kol rueda los ojos.

Me toma del brazo y me arrastra por el pasillo.

— ¡Cuidadito, Kol!, ¡no se lo robes a la pobre Tamara! —oigo que grita Olivia.

Me empuja dentro de una habitación.

—Que es lo que planeas —Me espeta cerrando la puerta tras de sí—, te vi.

— ¿Qué?

—Te vi en la ciudad, asesinaste a un dios, no te hagas el inocente —exclama—, tú no eres de los nuestros, ¿a qué juegas?




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