Los Brazos de Morfeo.

64.

Jasper:


He intentado por todos mis medios conseguir que Kol me diga lo que vio, es primordial.

Pero la única palabra que logré sacar de su boca fue "pronto".

Se ha estado ocultando de mí desde entonces.

—Shade me ha llamado diciendo que fueron atacados anoche —dice Allen entrando en la Sala de Juntas, dónde están Georgina, Armin y la jefa de ésta base Poppy Apellido raro que no recuerdo.

Me han mantenido aquí porque creen que resguardan mi seguridad y porque no confían en mí, eso es claro como el agua.

Yo tampoco confiaría en mí.

— ¿Atacados?, ¿y están bien? —exclama Armin levantándose.

—No lo sabe, Hades desapareció entre el enorme incendio, eran llamas infernales, el Diablo tuvo que ver, eso es seguro. No sabe nada de los demás, ella solo se fue.

—Debemos ir allá, ahora —dice Gina levantándose y mira a Poppy—. Necesitaremos algunos de tus agentes, si el Diablo sigue rondando por ahí... Debemos hacer que se aleje.

Recuerdo las palabras de Lucifer cuando se presentó ante mí.

—Fuiste creado para destruir. Ésta guerra no destruirá al mundo, tú sí. Y no habrá quien te detenga.

Destruiré al mundo.

Y no habrá quien me detenga.

Pero si soy tan poderoso... ¿por qué voy a morir?

—Jasper —Me llama Allen y lo miro—, tú vienes con nosotros, puedes utilizar tu hielo para neutralizar esas llamas.

Asiento sin mucho interés y me levanto para seguirlo por los pasillos.

—Las llamas infernales son muy difíciles de apagar, ¿sabes por qué?

—Porque no se apagan con agua normal —digo, aunque no muy seguro de mi respuesta.

—Correcto, si no puedes darle con agua bendita, las congelas —explica entrando por una puerta.

Ante mí se extiende una gran habitación repleta de armas, hay tantas que no sé por dónde mirar primero.

—Si quieres elige una, aunque dudo que la necesites —dice tomando un gran artefacto—, con esto podré darte una mano, aunque estoy bastante seguro de que algún Elemental de aquí podrá ayudarte también.

— ¿Controlan elementos?

—El mismo nombre te lo dice.

— ¿Has visto a Kol? —pregunto pasando mi mano por un revólver plateado.

—Debe estar con Baek, siempre está con él, es un chico algo tímido —explica guardando armas en los múltiples bolsillos de su traje de combate—, lo ha sido desde que lo traje a la ONP.

—Estoy al tanto de su habilidad —comento caminando nuevamente hacia la puerta—, es bastante peculiar.

—Lo es, pero no le gusta hablar sobre eso —dice mientras mira si una enorme arma está cargada—, como dije antes, es un chico tímido.

La mirada que me lanza en ese momento es de hostilidad, de protección. Comprendo, Allen recogió a Kol de la calle, me lo explicaron. Es compresible que desarrolle este tipo de cariño.

—Será mejor que nos movamos —dice Zed apareciendo frente a una repisa llena de cuchillos de todo tipo.

Tarda unos segundos en escoger uno azulado. Lo que llama mi atención, es que se quema cuando trata de tomar unas cantimploras que cuelgan de la pared.

—Ten cuidado, algunas pierden —dice Allen ajustando bien su traje.

—Lamentablemente no soy inmune a ésta mierda —masculla el híbrido—, debería serlo.

—No todo se puede en esta vida —comenta Victoria entrando, seguida de Tamara, Baek, Kol y Wellyer.

Comienzan a tomar las armas que creen necesarias, mientras Tamara se para a mi lado.

— ¿No necesitas armas? —pregunto cruzándome de brazos.

—Nah, yo no voy a pelear, por lo general debo estar atenta a cualquier herido —explica—, yo estoy para sanarlos.

—Interesante —comento estirándome un poco, voy a decir algo más, cuando todos comienzan a irse a todas prisas.

—Vamos, ya, ya, ya —exclama Allen parándose en la puerta a esperar que todos salgan—. No debemos tardar tanto tiempo.

— ¿Cómo llegaremos a Londres? —pregunto.

—Abriré un portal —explica mientras me da un empujón para que salga de la habitación—, vamos, Jack, tu madre te necesita.

Me bloqueo durante unos segundos al oír eso.

Mi madre.

Esa mujer tan hermosa y tan ajena a mí... Debí matarla cuando tuve la oportunidad, junto a mi padre. Pero no pude hacerlo... Simplemente los dejé ir.

Aunque me preocupé de dejarle una pequeña advertencia a Morfeo.

Una delicada y mortífera advertencia de que ahora es un mortal y no puede jugar conmigo. El Diablo fue claro, destruir.

Todos seremos destruidos.

Una guerra que está destinada a perderse para que luego otra se encargue de destrozarlo todo.

La calma antes de la tormenta.

Cuando Allen se distrae, me teletransporto pensando en Skadi, en ellos. Debo llegar antes que los de la ONP por si puedo hacer algo.

Tan solo asesiné a un dios japonés. Cosa no muy relevante.

Ante mí se despliega una verdadera pelea. Diviso al Diablo luchando contra alguien, una luz celeste que lo envuelve y hace chillar.

Toda la situación parece a punto de estallar, Lucifer se contiene y lo sé. Pero los otros tratan de encargarse, causando que le sea más difícil pelear.

Y entonces, todo estalla en llamas.

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Pandora:

—Debemos ayudar —exclamo mirando a Hefesto, quien está sentado leyendo un libro.

Los golpes, los destrozos se escuchan desde donde estamos y la impotencia me invade, las enormes ganas de ir y luchar.

—No debemos. Nosotros pelearemos en la guerra, no en una lucha inútil —dice con severidad.

— ¡Pero nos necesitan!

— ¿Te atreves a levantarme la voz? —Me mira y el miedo me paraliza, pero no debo quedarme de brazos cruzados mientras ellos pelean.

Sin ellos, no hay guerra.

Doy media vuelta, dispuesta a irme, pero entonces el fuego trepa por la piel de mis piernas, causando que suelte un alarido y caiga dolorosamente al suelo.




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