Jasper:
- ¿En verdad crees que podrás convencerme? -rio recargándome contra el tronco de un árbol.
- ¿Qué te da Morfeo que nosotros no podemos darte, Jasper? -exclama Hera.
Luce patética.
Trae un largo vestido color malva y su dorado cabello recogido. Tras ella están Atenea y Perséfone, la primera con su armadura puesta y una mirada de superioridad, y la segunda con un traje un tanto más revelador.
Cuando sentí sus presencias me metí en el bosque, sabía que me buscaban a mí, era cuestión de tiempo para que intentaran recuperarme.
- ¿Qué es lo que desea tu corazón, niño? -dice Perséfone acercándose y posando sus manos en mi pecho-, ¿Qué podemos darte nosotras? -desliza su dedo por mi mandíbula sin dejar de atravesarme con sus ojos celestes.
Coloco mi mano en su cintura y la atraigo contra mi cuerpo.
-Eres tan hermosa, Perséfone -digo en su oído y respiro levemente contra su cuello-, pero no lo suficiente, ya entiendo porque Hades te dejó por mi madre.
Su mano impacta contra mi mejilla al instante y se aleja con brusquedad.
- ¿Qué?, ¿Te molesta saber que no eres suficiente para él?, Tal vez no debiste abandonarlo en primer lugar, cariño -digo encogiéndome de hombros-. Atenea, por favor, no te conviene atacarme, podría acabar con las tres enseguida.
-Niño engreído -espeta Hera-, ¿Crees que todo esto es un juego?
-Creo que tú más que nadie debería cerrar la boca e ir a cuidar de que tu marido no te esté siendo infiel de nuevo, ¿Cómo puedes tener a un fruto de su infidelidad a tu lado?, Que mujer más tonta...
Va a atacarme, pero alguien ataja a tiempo su brazo, con un rápido apretón lo quiebra y Hera retrocede soltando un alarido.
-Reunión de las más zorras, se olvidaron de invitarme -espeta mi madre parándose frente a mí.
Me veo obligado a bajar la cabeza, puesto que soy más alto que ella.
-Tú -exclama Perséfone haciendo ademán de atacarla, pero Skadi levanta su mano.
-Escucha, ahora no está Hades para detenernos, ¿Quieres morir?, Me parece genial, pero si tratan de tocarle un solo pelo a mi hijo, voy a hacer que te comas tu hígado, ¿Me has oído? -espeta.
-No hemos venido a pelear -dice Atenea interponiéndose-, sino a hablar con Jasper y no es de tu incumbencia.
- ¿Que no es de mi incumbencia? -dice fingiendo sorpresa-, es mi hijo y solo tiene quince años, por favor, solo quieren aprovecharse de él. Suban sus traseros al Olimpo y diganle a Zeus que él está con nosotros.
Percibo algo extraño en ella, algo está distinto...
La levanto por la cintura y la cargo como si fuese un saco de harina, mientras se queja y patalea. Las tres diosas me miran con extrañeza y doy un paso atrás, la barrera impide que ellas pasen al territorio de la mansión y necesito hablar con mi madre más de lo que necesito discutir con esas ridículas, así que comienzo a caminar.
- ¡Esto no se quedará así, Jasper! -chilla Perséfone y le enseño el dedo medio sin siquiera girarme a verla.
- ¡Bájame ya, hijo!, ¡¿Qué crees que haces?!
Entonces la dejo caer sentada al césped, me atraviesa con sus ojos color hielo y se cruza de brazos.
- ¿Se puede saber qué haces?, ¡Acabas de humillarme frente a esas...!
- ¿Qué tienes? -pregunto arqueando una ceja-, algo en ti está diferente.
- ¿En qué sentido? -pregunta y oigo su corazón acelerarse.
Me acerco a ella y me acuclillo a su lado para examinarla más de cerca, trato de concentrarme mejor, pero comienza a tararear, distrayéndome.
- ¿Quisieras guardar silencio? -espeto tomándola por los hombros.
- ¿Qué es lo que quieres? -exclama.
-Que cierres la boca, trato de escuchar algo...
-Jasper -dice tomando mis manos-, tenemos que hablar.
-Entonces sí escondes algo. -deduzco sentándome a su lado.
Respira hondo y coloca mis manos en su vientre, es entonces cuando lo noto.
- ¡No puede ser! -exclamo echándome hacia atrás-, ¿Es en serio?, ¿Acaso estás demente?...
-Jasper yo no planee esto, ni Hades ni yo lo hicimos...
-Ni siquiera lo menciones. -escupo-. Ni siquiera digas su nombre, ¿Por qué no pueden pensar?, No puedes tener un bebé, no ahora. ¡No cuando falta poco para una guerra!
-Fue un accidente...
- ¡No me interesa! -exclamo y la furia hace que mi energía envuelva a mi madre, causando que suelte un alarido, al instante dejo que mi fuerza la suelte.
-Me caías mejor cuando tenías cinco años -dice Hades apareciendo para levantarla, está sumamente agitada y he quemado parte de la piel en sus brazos y cuello, la abraza contra él mientras tose-. Ahora escucha, yo no soy tu enemigo y tu madre tampoco lo es. No sé qué quieres o porqué estás saltando de un bando al otro, Jasper, pero te juro que por más que tú puedas matarme que no vas a lastimar a Skadi ni a mi hijo. No pretendo verte como una amenaza, pero entiende que ni ella ni yo pretendíamos que esto pasara, fuimos irresponsables y lo sentimos. No puedes atacarla así sabiendo que podrías acabar con su vida.
Me sostiene la mirada con esos ojos bicolor por unos minutos hasta que salgo corriendo.
Salgo huyendo, ¿Qué acaba de ser todo eso?, ¿Cómo puede ser posible?, ¿Por qué mi madre ha hecho una nueva vida tan rápido?
¿Por qué me está dejando de lado?
Lágrimas caprichosas descienden por mis mejillas y las aparto con brusquedad, estoy llorando... ¿Qué hago llorando?
Se supone que tenía todo controlado, todas mis malditas emociones a raya y ahora todo es un remolino altamente inestable dentro de mí. Todo tiembla y ruega porque pare de correr, mientras que yo ruego porque alguien me detenga.
Ella no vino tras de mí a explicarme, a tratar de calmarme...
Choco contra alguien y caigo al suelo, entierro mis manos en la tierra para no terminar despedazando a nadie.