Morfeo:
Cuando cierro la puerta de la sala de juntas siento que todo me da vueltas.
Me destroza haberme pasado con esa patada, oí su gemido de dolor y quise retroceder, acabar con todo. Pero no había nada que hacer, no había nada que decir. Había visto el contrato de Lucifer, realmente no creí que eso sucedería.
Realmente me asusta a mí mismo lo reales que se oían mis palabras, como si en verdad me sintiera así, cosa que es mentira.
Maldita sea, lo de Theia es cierto, lo de mi hija es verdad. Tanto como mis ganas de ir por Noah y gritarle en la cara que todo es mentira. Firmé el contrato sabiendo que tal vez nunca se cumpla.
Pero no puedo explicarle eso, no puedo porque sería revelarlo todo, revelar mi lugar en la guerra y lo que deberé hacer.
Tratará de detenerme.
Aunque luego de lo que le dije, tal vez estará feliz de que algo malo me suceda.
Maldita sea, todo se está yendo al caño, primero Freya, luego Nale y ahora Victoria, Kol y Jasper. Victoria era tan sonriente, tan amable...
Jasper era un niño y fue poseído por el Diablo. Por un momento creí que tal vez vendría por mí, pero luego de que Noah me atacó, simplemente Jasper la interceptó.
- ¡Eres un imbécil! -exclama Hades cerrando la puerta tras de sí-, ¡¿Qué tienes en la cabeza, Morfeo?!, ¡¿Por qué lo hiciste?! -Estrella su puño contra mi rostro-. ¡Actuas como un maldito niño!
- ¿Te dijo lo del contrato? -murmuro recuperándome.
- ¿Contrato?
-Cuando estuve poseído, fui llevado al infierno, donde Lucifer me hizo firmar un contrato, entregaría el Espíritu Santo y él pondría los demonios dentro de mí bajo mi control -explico mientras me siento en una de las sillas.
-Ah, no... Voy a encerrarte yo mismo en el Tártaro ésta vez grandísimo idiota, ¡¿Por qué no me lo dijiste siquiera?!
- ¿Qué más da?, Luego de la guerra no tendrá validez.
- ¡No lo sabes, Morfeo!, ¡¿Y si trascienden el tiempo esos contratos?!, ¡No lo sabes!, ¡Entregaste lo único que Noah tenía!
- ¡Te maté, Hades!, ¡Arranqué las alas de Nale!, ¡Estaba poseído!, ¡Me estaba muriendo y era la única forma!, ¡Era lo único que podía hacer!
- ¡Sigues siendo el mismo chiquillo egoísta de siempre!, ¡No puedes ver el daño que haces, Morfeo!, ¡Acabas de echar de su propia casa a una pobre niña que sufrió mucho por culpa de los nuestros!, ¡Acabas de echar como a un perro a la mujer que amas!, ¡¿En qué cabeza cabe?! -chilla golpeando la mesa-. ¡No la estás ayudando!
- ¡Firmé un contrato donde entregaba su vida!, ¡Ya no puedo arreglarlo!, ¡No puede existir más nada entre nosotros dos! -espeto.
Me vuelve a golpear, ésta vez con más fuerza y mi cabeza se estrella contra una estantería, mi visión se llena de puntos negros.
-No pienso irme contigo ésta vez, no pienso apañar tus errores, yo te amo, Morfeo, eres como un hermano para mí, eres más hermano mío que Zeus y Poseidón. Pero lo arruinaste y no hay palabras que lo enmienden -dice caminando hacia la puerta-. Nos vemos en un mes para la guerra, más le vale que hayas recapacitado para entonces.
Cierra la puerta tras de sí y escupo sangre a un costado de mí, totalmente vencido. No tengo idea de quienes vendrán conmigo si no es Hades, me lastima más que se haya enfadado, pero ya no hay nada que hacer.
La puerta vuelve a abrirse y veo los zapatos blancos de Hipnos acercarse a mí.
- ¿Qué?, ¿Tú también vienes a golpearme? -espeto con furia y cubro mi rostro con mis manos.
Se sienta junto a mí, en silencio, mientras yo me lamento. Me toma por la nuca y hace que recueste mi cabeza sobre su regazo.
-Estoy tan cansado de esto -digo mientras su mano acaricia mi cabello.
-Lo sé, nene, lo sé. Pero tú solito te has metido en todo esto y tú solito debes salir -dice con voz suave-. No es irreversible, puedes arreglarlo.
-Sabes lo que pasará si lo hago.
-Sí, lo sé. Entiendo porqué lo haces, porque eres demasiado pasional y ella demasiado impulsiva. Los dos se han hecho daño.
-Ella no me hizo nada, yo soy el infeliz que le ha hecho de todo, Hipnos -musito y suelto un sollozo-. Mírame, estoy arruinado, lloriqueando como un niño una y otra vez.
-Has estado mucho tiempo en relación con humanos, Morfeo -musita-, te expresas como ellos, sufres como ellos, sientes lo que ellos.
-Ya no quiero sentir nada.
-Pídelo y lo tendrás, no me gusta verte así.
La miro a los ojos, luce decaída y triste.
-Seré como un maldito vegetal -mascullo con una leve sonrisa melancólica.
-Es mejor que ahogarse en lamentos -Se encoge de hombros.
- ¿Le dirás a Tánatos que se encargue?
-Yo se lo dije, no pienso ir del lado de Zeus, me importa un cuerno Nyx, ya es hora de que se jubile y deje de molestar. Yo pelearé junto a ustedes y mi hermano también.
No puedo evitar sonreír ante eso.
-Entonces puedo confiar en ti para que hagas lo mío. -digo.
Hipnos jamás me traicionaría, Tánatos tampoco. Los conozco desde siempre y somos muy cercanos, saben cómo soy, saben lo que pasé, saben mis objetivos. Me conocen tanto como yo a ellos.
Me enderezo y mi mano toca la mejilla de la muerte, es fría y suave. La acerco mí.
-Dámelo -exijo y mis labios acarician los suyos.
Sí, Hipnos y Tánatos se encargarán.
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Noah:
- ¿Qué fue lo que pasó? -pregunta Thor tirando de mi brazo.
-Nada. -espeto mientras guardo algo más de ropa en la mochila negra que encontré por ahí, en lo que queda de mis pertenencias.
- ¿Nada?, ¿Por eso ese tonto te tiró fuera de una habitación de tu propia casa?, ¿Por eso quieres irte tan de repente?, ¿Por eso contienes lágrimas, Noah? -exclama quitándome la mochila.
-No es tu problema, Thor. Vé a recoger tus cosas y déjame en paz -mascullo recuperando mi mochila-. Quiero estar sola y tranquila al menos para esto.