Los Brazos de Morfeo.

84.

Tánatos:


—Padre, espero que puedas ayudarnos en la batalla que se aproxima —dice Zeus y Cronos lo mira como si fuese basura—. Será divertido y fácil.

—Si es tan fácil como presumes, no deberías rogar por mi ayuda como un niño —masculla el titán y mira a Atenea—. ¿Y bien? ¿Cómo van las estrategias? ¿Siquiera han pensado en ello o se siguen dedicando a disfrutar de banquetes y esclavos? Todo lo que veo aquí son dioses incompetentes.

—Todo está preparado —dice Atenea cruzándose de brazos—, todo saldrá a la perfección, realmente no durará más de veinte minutos, tenemos todo a nuestro favor, ellos solo tienen a aquella Nefilim temblorosa e insegura.

—Atenea, me sorprende que subestimes al enemigo —dice Tyr—, yo no diría que es temblorosa e insegura.

—No lo es —dice Apolo apareciendo en la puerta, lo veo caminar hacia una silla junto a Zeus con la cabeza en alto, la toga y su arco colgando de su espalda.

Hace tiempo no lo veía así. ¿Qué hace en el Olimpo? ¿Qué planea? ¿Acaso está traicionando a Morfeo?

Mantengo mi rostro impasible mientras todo sucede.

—Noah Ward es una mujer fuerte, cada vez está más fortalecida. Cada vez tiene más y más control sobre el Espíritu Santo —informa y sus ojos se fijan en mí por un milisegundo, pero vuelven a Cronos—. Ese poder es inestable, hasta me atrevería a decir que ha desarrollado voluntad propia. Solo alguien de su mundo debe saber bien lo que es, tal vez hasta conozca alguna debilidad que podamos aprovechar. 

— ¿Y qué propones, Apolo? —pregunta Perséfone cruzándose de brazos.

—En primer lugar, utilizar a Cronos para traer a la vida a nuestros hijos semidioses, serán útiles en batalla —dice levantándose y caminando por la gran habitación—, en segundo lugar, reclutar algún ángel caído que se nos haya escapado. O bien, secuestrar a Santiago, el ángel de la muerte que convive con ellos, está muy cerca de Noah y Sacha Byron.

— ¿Y quién lo traerá? ¿Tú? —pregunta Odín y mete un trozo de pollo asado en su boca.

—Si así lo desean, lo haré —dice con un tono frívolo.

No puedo evitar sonreír de lado. Tendré una entretenida charla con este tipo cuando finalice la asamblea.

—Tráelo mañana —dice Hera mirándolo con desprecio—, tendremos tu oráculo listo, necesitamos una última lectura.

—Al fin muestras de lo que eres capaz —dice Cronos y le da un sorbo a su vino—, les brindaré esa pequeña ayuda, pero nada más que eso. Una guerra tan innecesaria no merece mi presencia.

—Bien, padre —acepta Zeus—, con eso nos bastará.

El bastardo tiene miedo. Miedo de su padre al que destronó desde hace tiempo, porque sabe bien que Cronos y los demás Titanes libres podría ser el fin de todo. No me sorprendería descubrir que el gran Zeus se rige por las órdenes de alguien más.

—Atenea, te necesito en mi habitación esta noche, las estrategias deben ser revisadas y entregadas a los demás dioses y guerreros —informa Ares.

—Está bien —cede ella.

—Hay cosas que no están calculando —indica Izanagi, diosa japonesa—, Tsukoyomi tiene en su posesión al Kitsune original, Rei Fujiwara, el más catastrófico ser que podrán encontrarse.

—No sabemos la ubicación de Tsukoyomi —masculla Apolo—, pero puedo conseguirla.

—Rei es una criatura inmoral y lo que menos quiere es la paz, con tal de tener sangre manchando su pelaje es capaz de todo —dice Amateratsu, otro dios japonés—. Es sumamente peligroso.

—Tenemos a los Titanes de nuestro lado, Amateratsu —dice Tyr—, ellos solo tienen tres piezas fuertes, nosotros miles. Todo está ganado.

—Si todo está ganado, ¿por qué tanta planificación? —inquiere Izanagi—, Por lo que veo, ustedes no confían en su propio ejército, de lo contrario, no seguirían arrastrándose por más y más poder.

—Quiero ver a Morfeo arrastrándose sobre la sangre de sus guerreros —espeta Zeus levantándose—, quiero que vea a la Nefilim ser desgarrada frente a sus ojos, quiero que sufra. Debe pagar por todo lo que hizo.

—Planeas imponerle un precio a un delito que no recuerda haber cometido, Zeus —musita Démeter—, Morfeo ha sufrido un gran cambio en su memoria desde aquella oportunidad, sus recuerdos fueron reemplazados.

—Así lo decidió su madre —dice Hera acomodándose su melena rubia tras sus hombros—, pero eso no borra lo que hizo.

—Tiene sus razones —digo finalmente y todo el mundo se voltea a verme—, asesinaron a su hija frente a sus ojos, ¿qué les importa unas aldeas de simples humanos sin nada interesante que aportar? —mascullo—. Además, Nyx le ha proporcionado un castigo por lo que hizo, lo ha hecho mortal.

La sala se llena de murmullo, todos están sorprendidos ante mis últimas palabras.

— ¡Silencio! —brama Odín—. Morfeo ya no es el dios del sueño, eso explica el porqué ustedes no han podido dormir todo este tiempo —dice mirando al dios del rayo.

—Hablaré con Nyx, si ese bastardo es mortal, morirá con el primer golpe que le dé, quiero que sufra. Que se arrastre por tratar de contradecirme —dice Zeus golpeado la mesa—. Morfeo volverá a ser el dios del Sueño.

Siempre obtengo lo que quiero.

—Quiero que sepas que nadie tendrá piedad con tu hermana —Le dice a Apolo y él solo asiente—. No habrá piedad con ningún dios que luche al lado de Morfeo. El Olimpo no da segundas oportunidades.

—Está bien, padre —asiente el dios de la luz y todos se levantan para retirarse.

Atenea me lanza una mala mirada, yo la miro como si fuese un mal chiste mientras se marcha, seguida de Perséfone y Hera. Apolo se me queda mirando una vez que ya todos se han ido y me acerco.

— ¿Qué planeas, Apolo? —pregunto y de un rápido movimiento lo estrello contra la pared—. ¿Qué crees que estás haciendo?

—Sobrevivo, eso hago, no quiero ser parte de esa ridícula misión suicida que tiene Morfeo y si tengo que desmembrar a Noah yo mismo para conseguirlo, lo haré. —espeta—. No me interesa ninguno de ellos, mi hermana firmó su sentencia al unirse a ese grupo.




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