Los Brazos de Morfeo.

95.

Morfeo:

Noah cae al suelo luego de acabar con Zeus y yo corro hacia ella.

—¡Noah, resiste! —exclamo cayendo de rodillas frente a ella.

Está convulsionando, su poder intenta escaparse a toda costa y la matará para conseguirlo. Sus ojos están en blanco, la espuma sale de su boca y cuando intento tocarla, mis manos se queman enseguida. Retrocedo con lágrimas en los ojos que no dejo caer y me levanto.

—Morfeo, debes irte —dice Hipnos.

Ha adoptado su forma masculina y viste una armadura de plata. Su mirada sería me perturba.

—Los titanes han llegado al campo de batalla —indica—, debes cortarlo. Nos destruirán a todos. —Se acerca y levanta la guadaña para dármela—. Algo del Espíritu Santo está aquí, tiene que servirte... Tienes que salvarnos, cariño.

Asiento tomando el arma, la mirada que intercambiamos es toda la despedida que podemos tener en este momento. Miro a la Nefilim por última vez, mientras Hipnos la toma en sus brazos y yo utilizo mi poder para abrir la puerta hacia Faith y cumplir mi misión. Voy a salvarla, voy a salvarlos a todos.

Al pasar por el portal, me encuentro en una gran habitación. Una representación del planeta Tierra yace en el medio, los lazos como corrientes luminosas de energía están unidos a él. La guadaña se siente pesada en mi mano, identifico nuestro lazo por la vibración que me produce, comos si me atrajera.

Me acerco y pienso en mi hija, en que me hubiese gustado pasar más tiempo con ella y llegar a conocerla de verdad. En Hades, que jamás tendrá a su hijo con la mujer que ama. En Artemisa, que jamás podrá ser feliz con Medusa. Y en Noah, que jamás podremos estar juntos porque el destino suele ser cruel.

Pero también que Skadi volverá a ver a su hijo, que Nale, Freya y Susanowo volverán a la vida. Que Medusa jamás sufrirá el dolor que Poseidón y Atenea le causaron y vivirá una vida humana plena. Que Noah jamás sufrirá todo lo que le pasó por culpa de los míos, su familia volverá, su vida igual. Cómo si esto no fuese más que una pesadilla. Los humanos no recordarán nada, por lo que puede que ella no se acuerde de mí. No seré más que un suspiro del olvido.

Lo que daría por rozar sus labios una última vez y abrazarla.

Levanto la guadaña, con lágrimas cayendo por mi rostro y arremeto contra el lazo, cortándolo y acabando con todo.

 

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Skadi:

 
Veo a Hades a mis espaldas, inconsciente en el suelo luego de que Zeus se encierra en una gran cúpula de tierra, impidiendo que pueda atacarlo. Por un segundo pienso en seguir luchando, pero no puedo evitar correr hacia él.

Su cabeza está sangrando, su cráneo está hecho pedazos y Cerbero está ladrándole al culpable, un gigante levanta de nuevo su maso para golpear al perro, pero dejo que mi hielo congele sus piernas y Tsukoyomi se acerca en su dragón junto con el zorro para encargarse de él.

Mi corazón late con fuerza cuando volteo a mi hombre, sus ojos están cerrados, su herida no se cura y está más pálido de lo usual.

—¡Hades! —exclamo sacudiéndolo un poco—, ¡Hades, reacciona! ¡Debes levantarte!

La calidez de las lágrimas se hace presente en mi rostro y mi mano se dirige a mi vientre instintivamente.

—¡No puedes dejarme! —grito y sollozo—. ¡No puedes abandonarnos así! Eres fuerte, eres más fuerte que esto... Amor por favor.

Sus rizos están sucios con su sangre cuando los quito de su rostro, no respira. No reacciona y mi corazón parece a punto de pararse.

—¡Skadi, muévete! —chilla Lyell mientras me cubre—. ¡Van a matarte!

Abrazo a Hades contra mi pecho y la poca calidez que queda en su cuerpo me destroza. No puedo pensar en nada más, es como si el mundo se detuviese. Grito con todas mis fuerzas y el hielo congela a los soldados a nuestro alrededor, causando que Lyell aproveche para destruirlos. No pude despedirme de ninguna forma porque me encerró en aquel maldito lugar, no pude volver a decirle lo mucho que lo amaba, lo mucho que deseaba pasar mi vida con él y ver crecer a nuestro bebé.

La tierra tiembla, el cielo se torna negro y bolas de fuego comienzan a caer hacia nosotros. Creaturas inmensas se aproximan, muchísimo más grandes que los gigantes, incluso podría llegar a decir que cien metros más colosales. Los Titanes se abren paso aplastando y destruyendo todo. Cuando hablaban de que la madre de Morfeo era implacable, para nada me esperaba esto. Los proyectiles que caen desde el cielo estallan sobre nuestro ejército y Tsukoyomi es derribado por uno, cayendo a varios metros de mí pero estoy muy conmocionada como para reaccionar. Lyell me toma por los brazos e intenta levantarme pero me niego a dejar a Hades aquí.

—¡Un titán se acerca! —exclama intentando llevarme pero me niego—. ¡No te dejaré morir, Skadi! —grita y tira con toda la fuerza que tiene.

Mis brazos sueltan al dios del Inframundo y el demonio me carga sobre su hombro, comienza a correr  lo más rápido que puede y logro ver cómo un titán pisa el cadáver de Hades. Otro grito se me escapa y las fuerzas parecieran querer abandonarme. Mi hielo lastima a Lyell y tratabilla pero se recompone y sigue.

—No dejaré que te vayas también —dice y una flecha de luz pasa cerca de nosotros.

Apolo logra asesinar otro elfo y se acerca a nosotros para resguardarnos. Una bola de fuego cae muy cerca y somos expulsados unos metros lejos. Caigo duramente al suelo y apenas tengo fuerzas para levantarme por el shock.

"Lo he perdido todo". Pienso mientras suelto otro sollozo. Apolo es quien me recoge en brazos y corre hacia el resto, seguido de Lyell.

—¡Nyx va a acabar con todos! —exclama mirando al cielo—. Debemos... Debemos retirarnos.

—Eso nunca —espeta Loki apareciendo montado en su lobo.

Sangre ajena ensucia su armadura, un corte le atraviesa el ojo, el cual por suerte está ileso. Me mira con preocupación.




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