Los Brazos de Morfeo.

96.

Skadi:

Cuando Jasper llega de la escuela lo recibo con los brazos abiertos y él salta hacia mí.

—¿Cómo te ha ido? —pregunto con una sonrisa y le hago cosquillas, él ríe y se retuerce.

—Bien, ¡hemos aprendido la hora! —exclama con emoción y entra a la casa, dejando su mochila en la sala.

—Muy bien, primer grado te convirtió en mi niño grande —musito volviéndolo a abrazar, pero él quiere liberarse para ir a comer el helado que le compré.

Un pequeño destello capta mi atención  desde la alfombra de la sala y cuando me acerco, mi anillo con una esmeralda verde se distingue. El dolor aparece en mi pecho y lo levanto. No es igual al que Hades me dio aquella vez que juramos amarnos y protegernos el uno al otro, pero fue lo que pude encontrar. El anillo original se perdió junto con ellos.

Cuando mi corazón murió con él.

Mis ojos se cristalizan mientras observo la piedra, como si pudiera verlo también. Ha pasado bastante tiempo y aún no puedo superarlo, no puedo olvidar sus ojos tan hermosos, la suavidad de sus rizos, lo encantadora que solía ser esa sonrisa ladeada y sus malditos apodos. Si tuviera a Morfeo en frente le arrancaría la cabeza con tal haber evitado que me alejaran del amor de mi vida.

No he sabido mucho de los demás dioses, supe que Loki anda dando vueltas por el mundo humano en busca de llenar el vacío que todo esto le causó. Tsukoyomi y Susanowo me llaman de vez en cuando, hemos llegado a juntarnos a beber algo, pero no mucho más debido a que están ocupados con las plegarias de los humanos. Freya también ha sufrido bastante, aunque logró superar lo de Apolo.

En cuanto a la Nefilim, tan solo tengo noticias por parte de Thor. Cuando la guerra se desvaneció y retrocedimos en el tiempo, al ver que ella no recordaba nada decidimos alejarnos para que tuviera una vida tranquila. Los recuerdos podrían arruinarle la mente. En cuanto a la ONP, son pocos los que recuerdan lo sucedido, ya que varios de los agentes eran humanos. Armin se encargó de saber que todos estábamos a salvo antes de desaparecer de nuestras vidas, como si nada hubiese pasado.

He recuperado a mi hijo, volvió a ser el niño sonriente de siempre, pero perdí a Micah. Una parte de mí se tortura porque lo perdí todo. La otra sabe que eso no es verdad, tengo a Jasper conmigo.

Con el paso del tiempo noté que los recuerdos de Hades iban y venían, como si intentaran perderse para siempre. Es por eso que me aferré a ellos con toda mi voluntad. Jamás me perdonaría olvidar su risa, su voz, sus manos recorriendo mi cuerpo con su calidez y suavidad. Para encontrármelo en mis sueños y poder escuchar sus palabras una y otra vez, porque ni siquiera tengo un cuerpo por el cual velar. No tengo nada de él más que mi memoria.

El timbre me saca de mi trance y me apresuro a limpiar mis lágrimas con la manga de mi sudadera. Me acerco a la puerta y al abrirla, Lyell me recibe con sus ojos rojos y una sonrisa ladeada. Su cabello está más corto, quiere mantenerlo así.

—¿Y bien, Copito? ¿No me invitarás a entrar? —pregunta con sorna y me hago a un lado—. ¿Hasta cuándo dejarás de llorar? Por favor —farfulla.

Jasper se asoma desde la cocina con helado de chocolate ensuciando su mentón y se le ilumina el rostro. Deja el pote y corre hacia su padre para darle un abrazo. Lyell le revuelve el pelo y saca algo de sus bolsillos.

—Te traje más chocolate —indica dándole la barra y él la toma entusiasmado.

—No puede vivir a base de azúcar y lo sabes —mascullo cruzándome de brazos—. No es sano.

Me mira como si fuese un chiste.

—Mi hijo no es tan débil como los humanos, cariño —farfulla alejándose del niño—. Puede llenarse el estómago con lo que se le dé la gana.

Pongo los ojos en blanco y con un movimiento de mi mano, congelo la barra para que Jasper no pueda comerla aún.

—Lo guardarás para el postre —indico sacándola de sus manos—. Ahora ve arriba a guardar tus juguetes, tu padre y yo debemos cocinar la cena.

Me mira como un perrito abandonado y hace puchero, pero ahora puedo resistirme a sus encantos, así que mantengo mi rostro inexpresivo mientras llevo el chocolate al freezer, junto con el helado.

—La próxima podríamos probar un restaurante, para salir de la rutina —sugiere el demonio entrando en la cocina—. Sales con los chinos esos pero no con el padre de tu hijo, eres una descarada.

Sonrío de lado, incrédula y saco la carne para comenzar a cocinarla.

—Estamos bien así, no estoy con ánimos de salir —mascullo.

Pone su mano en la parte baja de mi espalda mientras enciendo el horno. Un escalofrío me recorre y lo miro por un momento.

—¿Hasta cuándo seguirás resistiéndote? —susurra en mi oído y arrugo mi nariz.

—Hasta que pueda encontrarme con mi esposo en la otra vida. Ahora quítate de encima y comienza a cortar el apio.

Me mira con estupor pero obedece y toma los vegetales del refrigerador.

Por ahora estoy lo suficientemente cuerda como para saber que no me conviene volver con Lyell luego de todo. Quizá él piense que sin Hades puede hacerme lo que se le place, pero se equivoca. Jamás olvidaré cómo me trató y humilló, cómo me usó de la peor manera. Si le abro la puerta de mi casa, es para que Jasper tenga una familia y se sienta menos solo, de otra forma, nunca lo dejaría acercarse.

El timbre suena de nuevo y suspiro antes de ir hacia allí. Al abrir veo un chico con mas ropa de la que debería y un barbijo negro sobre sus labios.

—Hola, Skadi —saluda Kol con algo de timidez—, encontré unos viejos juguetes de cuando era pequeño y creí que Jasper estaría feliz de recibirlos.

Asiento y tomo la bolsa que me extiende.

—Vamos, estamos preparando la cena. —Le digo haciéndome a un lado para que pueda pasar.

—No quisiera molestar...

—¡No digas estupideces! Anda, puedes cuidar a Jasp mientras preparamos todo, se pondrá feliz de verte —digo tomándolo del brazo para meterlo dentro de la casa.




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