Los cachorros perdidos del alfa cruel

Capítulo 6: Él sabía que soy su compañera y aun así decidió herirme

*Raisa*

La revelación que me hizo Eden no para de dar vueltas en mi cabeza mientras la dejo llevarme en su auto, un deportivo bastante lujoso. No tiene sentido que lo tenga, ya que en su forma lobuna corre mucho más rápido, pero ella siempre ha detestado ensuciarse.

—¿Cómo puede ser posible que yo sea su compañera si tan solo soy una humana? —pregunto en voz baja, esperando que no me preste demasiada atención.

—La diosa de la Luna es caprichosa a veces —me explica con una sonrisa—. Es muy poco usual, pero sí pasa. ¿No has leído nada al respecto en la biblioteca de mi padre?

—Sí, las leyendas cuentan que a veces sus líderes nacen sin esa parte de humanidad que les falta, por lo que tienen compañeros humanos. Sin embargo, eso es algo que jamás se ha visto.

—Nosotros no lo hemos visto, pero sucede, Raisa —responde con una repentina seriedad—. En pocas palabras, eres la mitad de Leif, su lado humano.

—Pero…

—Su única compañera.

—Dios mío, no puede ser.

Si antes tenía miedo, ahora es un millón de veces peor. ¿Cómo es posible que él no pueda tener otra compañera si yo muero?

—Por eso es importante que te lleve lejos de él. Nosotros siempre cuidamos de nuestras parejas con todo nuestro ser, pero a veces podemos empeorar las cosas.

—Pero yo no le importo a Leif, incluso se casará con otra persona. Él no…

—No sé exactamente lo que él siente por ti ni cuánto sabe sobre su vínculo, pero ten por seguro que sabe que eres su compañera.

El poco calor que me quedaba en el cuerpo se me escapa en ese momento. Aunque Eden no lo pretenda, sus palabras son demasiado crueles para tolerarlas. Si Leif siempre ha sabido que soy su compañera, significa que no le intereso en lo absoluto y que me hirió sabiendo lo que hacía.

—¿Estás bien?

—No, realmente no. Estoy mareada —respondo, sujetándome el vientre.

—Intenta no vomitar. Si alguien te busca, tal vez…

—No lo haré. De todos modos, no tengo mucho que vomitar —farfullo.

—Mi madre no tiene alma —masculla Eden, apretando el volante con tanta fuerza que este comienza a agrietarse.

Al escuchar que trago saliva por los nervios, afloja su agarre.

—Perdóname, pero me da mucha rabia todo lo que pasó.

—¿Entonces me llevarás muy lejos? —pregunto para cambiar de tema y no pensar en mi corazón roto.

—Sí, Raisa, es lo que tenemos que hacer por el momento. Descuida, estarás bien.

—No es algo seguro. Y ahora que me dices que con esto puedo llevarme a Leif conmigo…

Mi corazón se acelera tanto que comienza a dolerme y tengo que llevarme la mano a la zona. Eden reduce un poco la velocidad y me da una suave caricia en la espalda.

—Tienes que resistir, por favor. Pronto llegaremos al avión que te sacará de aquí, ¿sí? Te prometo que haré todo lo posible para que sobrevivas.

—¿Avión?

Mi nerviosismo se intensifica, así como el sudor de las palmas de mis manos. Jamás me he subido a esas cosas. ¿Y si se cae?

—No puedo leerte la mente, pero sé lo que estás pensando: no, ese avión no se caerá. Bueno, a menos que tengas tan mala suerte que…

—Soy la compañera de un licántropo, ahora estoy embarazada y es posible que no resista el parto. ¿Y crees que no tengo mala suerte?

—¿Tengo permiso de reírme?

Mi mirada hace que Eden abandone esa idea.

—De acuerdo, no nos vamos a reír, pero tienes razón. Creo que la vida te otorgó algunas piscas más de mala suerte que a una persona normal. Lo siento.

—No me puedo subir a ese avión —digo temblando—. Mi cachorro no puede…

—Claro que puedes, y lo harás. No te puedo asegurar que lo logremos, pero sí que haremos todo lo posible.

Aquella decisión en su voz, hace que algo dentro de mi ser se relaje un poco. Desde que vi ese positivo en mi prueba de embarazo, supe el final que tendría esto, así que si puedo tener una oportunidad, tengo que tomarla.

No me queda más remedio que hacerlo, aunque esto resulte ser una trampa.

—Está bien, Eden, me subiré a ese avión. Por favor, cuida de Leif ahora que es el alfa.

—Él no se merece el amor que le tienes —dice con tristeza.

—No puedo evitar amarlo, supongo que es mi destino —murmuro.

—Por desgracia, al igual que es el destino de Leif morir si a ti te pasa algo. Tienes que intentarlo.

No digo nada más y solo me aferro con ambas manos a mi vientre, escuchando un fuerte aullido a lo lejos, uno que refleja tanto dolor como el mío. Aunque él no me ame, aunque se me haya destruido el corazón al saber que me desprecia y no solo me ignora, lo haré. Sobre todo, tengo que vivir por mi precioso bebé. No es humano, pero es mío y quiero ver sus ojos, sus sonrisas, estar en sus primeros pasos o cuando diga sus primeras palabras. Soy codiciosa y deseo todo eso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.