*Leif*
—No, conocemos bien a la tía Eden y no tiene nada en el estómago —dice Lunaire cuando nos quedamos a solas en el sendero.
Todavía escucho los fuertes latidos de Eden y noto su extraño comportamiento. Definitivamente, percibió a su compañero, pero lo extraño es que por aquí no hay mucha gente y la mayoría ya tiene a su destinado.
—Encontró a su compañero —le explico con toda la calma que puedo—. Y ella lo está evitando a toda costa.
—Ay, no. —Mi hija se pone pálida y se sienta en el suelo—. La tía Eden se puso muy triste por lo de Sam, así que no quiere tener novio ni compañero.
No le respondo, ya que no puedo juzgar a Eden, menos si resulta que es un humano. Ahora que lo pienso, tiene sentido, ya que sufrí la misma mala suerte, solo que a mí me tocó una dulce chica a la que pude fácilmente controlar durante algunos años. El destino de Eden es incierto.
—Creo que tenemos que volver a casa con la tía Eden —dice Dean—. Debe estar mal y nos necesita.
—No, vendrán conmigo —exijo—. Todavía…
—No iremos a ninguna parte contigo si ella no está —me dice Riven, tan serio como su madre—. Ve a correr solo, nosotros nos vamos.
—Soy su padre y tienen que…
Pero esos chiquillos terminan yéndose antes de que pueda decirles algo. Están realmente preocupados por ella y no la van a dejar sola.
«Son leales como lo era Raisa. Ella tiene que estar viva, viva para pertenecerme», pienso con una leve sonrisa.
No me importa si Kael sigue callado, eso no me detendrá. Será un proceso lento y doloroso, pero esos niños me dirán dónde está su madre.
Cuando pierdo de vista a mis hijos, me asomo por la carretera para ver si puedo encontrar alguna pista de aquel auto. Si alguien de palacio vino, no me puedo imaginar a qué vendría, además de los impuestos. De todos modos, es algo extraño, ya que las colectas no se hacen en este tipo de autos.
—Bueno, tal vez cambiaron las cosas, para variar —mascullo, antes de regresar al sendero.
No tardo en encontrar a Eden y a los niños, que están sentados en un tronco. Lunaire está abrazada a sus piernas, mientras que los niños se han acurrucado a sus costados.
Esa imagen me duele, porque no debería ser Eden la que esté allí, sino Raisa. Ella debería estar criando a nuestros cachorros junto a mí.
¿Cómo terminamos todos en esta situación tan retorcida?
—¿Estás mejor? —le pregunto, y ella se sobresalta.
—Leif, lo siento —se disculpa, aturdida—. Es que…
—No pasa nada —la interrumpo—. Vuelvan a casa, haremos esto otro día. Me aseguraré de que mañana no vuelva a suceder.
Los niños sonríen, aprobando lo que acabo de decir. Es un gesto simple, pero por alguna razón, quiero volver a sentir esta alegría inesperada.
—No vas a poder evadirlo, Eden —le recuerdo a mi hermana—. Pero espero que puedas hacerlo por hoy.
—Sí, espero poder hacerlo por hoy —asiente—. Ya dejé de ver esa cosa en mis manos.
—Entonces ya se alejó.
—Sí, eso es lo que espero.
Mi hermana y los niños se levantan y se marchan. Sus corazones laten con fuerza, lo que indica que están sanos y fuertes. Aunque no subimos la montaña, esta altura ya es bastante difícil para un adulto, así que también debería serlo para los niños.
«Tienen mucho potencial», pienso con orgullo. No solo heredaron mi fuerza, sino también la de su madre. Por mi condición, es lógico que sean fuertes, pero ella, siendo solo humana, logró darles a luz. Eso es, sin duda, mucho más increíble.
Si pudo hacer eso, entonces podrá con todo lo que tengo para ella. No hay más.
Para hacer las cosas más rápido, me transformo, pero no sin antes hacerme cargo de mi ropa. Aunque odio cargar la ropa en el hocico, no me queda de otra, ya que no puedo llegar así a la manada y que mis hijos me vean.
A partir de ahora, todos serán personas decentes para que los ojos de mi hija no vean nada que dañe su inocencia. Solo de pensar que uno de esos infelices se transforme en el jardín, se me revuelve el estómago.
¿Por qué tiene que haber una niña entre mis cachorros? ¿Qué clase de karma es este?
Por más que busco aquel auto, no consigo dar con ningún rastro ni tampoco nadie parece haberlo visto. Todas las actividades en los pueblos que rodean a la montaña están en perfecta armonía, o la poca que pueden lograr considerando la situación.
Parece que el personal del rey solo vino a inspeccionar.
Sintiéndome derrotado por no poder averiguar nada, me transformo y me visto para regresar a casa. Ahora quiero estar allí, viendo qué hacen mis hijos y hasta lo que hace Edén. Necesito ver cómo lo hace ella para poder aplicarlo.
Creo que ser paciente da buenos resultados. Además, no puedo ser un monstruo con ellos, no me sale. A pesar de tener mis ojos, se parecen mucho a ella.
Al entrar al jardín, me encuentro con Lunaire y Dean peleándose en el suelo. Detrás de ellos, Riven los observa, aplaudiendo y riéndose.