El día se pasa monótono como la vida de un chico aburrido que lo único que piensa es graduarse y no tener que ver más a los inútiles animales con un poco de intelecto quienes hacen llamarse "compañeros de instituto". Como la vida de alguien que prefiere la ficción e ir encerrado en sí mismo con el escudo auditivo de la mejor marca de auriculares y música cuya letra dice una y otra vez: Deja de llorar, todo estará bien.
Durante la primera hora transcurre una clase llamada "Psicología del Adolescente" con una orientadora que pretende que nuestra edad sea lo mejor de la vida cuando se hacen una puta idea de lo que es.
No se hacen una jodida idea de lo que se siente.
Diecisiete años.
Diecisiete y ellos te hablan de cómo se comporta un adolescente cuando uno mismo es el que está en el lugar, ¡DIOS SANTO!
Y se pone aún peor cuando llegas a casa y están tus padres hablándote de tu futuro, las universidades, que pronto te convertirás en un adulto, la responsabilidad, ¿es que definitivamente traen ese casete incorporado? Oh, claro, es el mismo que en la pista uno les dice "Es lo mejor para ti, idiota".
—¡¡...my!!
Apenas percibo algo del mundo exterior mientras ando por los pasillos de la escuela en plan "No voy a ningún lugar en particular, mi clase empieza en quince, ¿cuánto queda para volver a casa?".
Peor que tener una asignatura donde te mienten de manera vil es tener que formar grupos con personas que no conoces ni te interesa conocer. Y aún peor es cuando esos grupos ya están armados e incluso si la profe dice "tienen que ser tres o cuatro", salta algún rebeldón del estilo YoNoMeAtengoALasReglas para preguntar "¿Podemos ser cinco?". "Tres o cuatro, dije. Ni dos, ni cinco. A ver... ¿Blake, verdad? ¿Por qué no te unes a ellos así arman dos equipos de tres?" Entonces a ese tal Blake, a ese idiota de Jimmy Blake se le ocurre decir "Oh... Profesora, ¿podría hacerlo yo solo?". Y todos a las risotadas. Todos con sus malditas risotadas. ¿Pensaste Jimmy que en esta escuela iban a ser diferentes? Hay personas ilusas y luego vienes tú. "No, Blake. Ni dos ni cinco, vamos, úneteles". Ya no es una propuesta sino una orden.
No entraré en detalle sobre el resto porque es de suponer. Me tocó con dos matones del equipo de fútbol y una chica de las porras con su asquerosa chaqueta roja de cheer. ¿Adivina qué vino luego? ¿Ah? ¡Exacto! La profe dijo "Al finalizar la clase quiero todos sus trabajos en mi mesa y a la siguiente conversaremos al respecto". Claro profe, claro. Pero los estúpidos de mi alrededor se la pasaron hablando del entrenamiento y cuando dije "ejem...oigan...¿no haremos el trabajo?" parecieron no escuchar o bien no les importó escuchar. Parece que a las personas que somos de esta Era no nos interesa escuchar. Yo diría que pasamos la Edad de Piedra, la Edad de Hierro y no sé cuánta cosa más para haber llegado a la "Edad de Sordos". Así que yo tuve que hacer el trabajo solo en su lugar. Un estúpido trabajo que claramente lo puede hacer uno; no nos ponen en grupo porque sea algo arduo sino para que intentemos socializar entre nosotros e incorporar al rarito nuevo que llega justo el año que ha de graduarse.
—¡Jim...!
Oh, mierda.
Al percibir que el trozo de palabra acaba de provenir de una voz conocida, me quito los auriculares y detengo. Miro hacia atrás y descubro que viene Jena, la pelirroja. Las ondas de su cabello se baten en el aire mientras corre, mientras su palidez la hace sonrojar lo cual combina con sus mejillas regordetas.
Me sonríe mientras corre. Es la primer persona en años que me sonríe mientras corre hasta mí. Es tan rara que me da miedo.
—Hey—le digo en cuanto ya está cerca.
—¿Vas a la clase del Señor James?
—¿El qué?
—James. Álgebra.
Miro la grilla de mis clases a continuación y está en lo cierto.
—Sí—correspondo—. ¿Cómo lo sabes?
—Porque estamos en la misma clase.
Insisto: ¿Y ella cómo lo sabe?
Una vez a mi altura, empezamos a caminar juntos.
—Yo pedí el cambio a la clase de James—explica—. Fui a Asuntos Estudiantiles para conocer los Clubs a los cuales inscribirnos con las chicas este año y una de cuarto, a mi lado, se estaba anotando en la clase de James. Vi tu nombre, el de alguien más y me preocupé.
—¿Te preocupa mi nombre?
—No el tuyo precisamente... En esa clase estarás con algunas personas que te pueden molestar.
—Una en particular—corroboro.
—¿Cómo lo sabes?
—Mencionaste ver mi nombre y el de alguien más. ¿Quién es el matón?
Ella me observa sorprendida y sonríe. Sus dientes blancos hacen juego con unos ojos verdes enormes. Aún más lúcidos que los del bailarín de música de antaño.
—Me has pillado—menciona y se incorpora un mechón de cabello tras la oreja derecha.
—¿Y bien? ¿Cuál es el nombre?
Ella mira a diestro y siniestro para asimilar:
—Fran...cis. Francis Holden. Tiene una especial afición por los recién llegados.