Rebeca
Suelto un suspiro al momento que me dejó caer en aquel banco, estaba exhausta otro día tratando de salir adelante sin él. El hombre de la que estuve enamorada desde que lo vi de eso ya hace varios años, de ese inmenso amor me dejo el mejor regalo que me pudo haber dado ; mi hija que aún con las peleas que hemos tenido últimamente es lo mejor y único valioso que tengo por ella es que cada mañana reúno las fuerzas para seguir adelante. Fue un golpe duro para nosotras perder a Jesús, y es en estos momentos en donde mi mente me reprende por haber perdido valioso tiempo a su lado, ese que pude estar feliz con él pero el maldito orgullo me hizo distanciarme de él y no poder dejarle un buen recuerdo de nosotros. Suelto nuevamente un suspiro, ya no podía volver el tiempo atrás ahora trato de vivir el presente para no perderme todo lo que pueda pasar
—¿Estas bien Rebeca? —pregunta Andrea
—Si, no te preocupe —sonrío pero no llega hasta mis orejas
En eso escucho la puerta de la entrada sonar al entrar un cliente pero ni me molesto en voltear, seguro Andrea lo atendería
—Creo que deberías tomar esta orden
—No tengo ánimos, ¿puedes atenderlo tu? —la veo negar
—No, atiende lo tu
Con esa últimas palabras se fue sin decir nada más. Con resignación camino hacia la mesa que se ha ocupado, el hombre está de espaldas
—Buenas tardes, ¿Que va a ordenar?
—Me gustaría dos cafés americanos, y… —alzo la vista y sonrió —, a ti
Al reconocerlo solo pude corresponderle la sonrisa
—Lo siento señor pero yo no estoy en el menú
—¿No? —niego —, es una lástima entonces que sea un café americano
—¿Nada más?
—Ya que dices que no estás en el menú, entonces si seria todo —me guiña un ojo — al menos que quieras acompañarme
—Eso también es imposible ya que estoy en horas laborales
—Mmms —junto sus manos para apoyar su barbilla contra sus dedos índices —, entonces… qué tal si después de que termines vamos por un helado ¿qué dices?
—Lo pensaré —me aleje con una sonrisa
Después de dos horas más de trabajo, salgo del restaurante agotada pero ver al hombre que está enfrente de mi con una hermosa sonrisa no evita robarme una de vuelta
—¿Ha esperado tanto tiempo por mi?
—Por usted hermosa mujer, esperaría una vida
—Me saliste todo un seductor —sonrió antes de que el se acerce a mi y me robe un beso
—¡Christian! —volteo a todos lado
—¿Qué? —pregunta con una sonrisa
—Alguien puede vernos
—No me importa, que el mundo se entere que estoy enamorado de ti
Yo solo puedo negar mientras sonrió
—¿Vamos? —pregunto
—Antes de irnos, quiero darte algo
Lo veo buscar algo en el bolsillo de su saco para luego ponerse de rodillas
—Cásate conmigo Rebeca —yo me he quedado muda por la impresión —, acepta ser la esposa de este humilde hombre que está locamente enamorado de ti desde la primera vez que te vi justamente en este restaurante
—Christian yo…
—Te amo Rebeca
Esas palabras fueron las que terminaron de alterara mis nervios. No pude más y me alejé de él, esto tenía que ser una mala broma del destino él no podía amarme. Él aún era joven, no tanto como mi hija pero aun así era muy joven para mi y lo más probable es que estuviera confundido con sus sentimientos
—Rebeca —me sostuvo del brazos —, por favor Rebeca. Mírame a la cara y rechaza me solo así podré dejarte ir pero mírame de frente
Lo miré directamente a esos ojos azules que expresan todo el mar de confusión y dolor que esta sintiendo en estos momentos
—No entiendes —susurre —, estas confundido
—No, yo…
—Si Christian, por que era joven y yo… yo soy viuda he vivido más cosas que tú, tu aún tienes mucho que vivir —lo veo negar y siento unas inmensas ganas de llorar — y si te casas conmigo te arrepentirás el día de mañana cuando descubras que lo que sentías por mi no era amor. Tengo una hija Christian, que necesita de mi y no pudo dejarla a un lado
—Y no te estoy pidiendo que la dejes a un lado —sostiene mi rostro con sus dos manos y limpia mis lágrimas que no se en que momento empezaron a brotar —, quiero toda contigo incluyendo a tu hija estoy dispuesto a criar la y amarla como si fuera mi hija. Por qué te amo, se muy bien lo que siento por ti Rebeca y te auguro que no estoy confundido. ¡Por Dios! Jamás en mi vida estuve tan seguro de mis sentimientos como lo estoy ahora
—Pero…
—Te amo Rebeca, ¿Qué parte de eso no entiendes? Me estoy muriendo en este momento por tu rechazo y la única palabra que puede salvarme, solo la puedes decir tu
Nos quedamos mirando directamente a los ojos, no había dudas sus ojos reflejaban la sinceridad de sus palabras y yo no podía evitar sentir algo especial por él. Solo esperaba que Jesús me perdonara por esto
—Si, si acepto ser tu esposa
Tras esas palabra la alegría se reflejó en sus ojos mientras sonreía ante de apoderarse de mis labios