Día 1

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Hola.

Enviado a las 8:34 am.

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«Estuve dándole vueltas todo el día anterior sobre qué decirle en el primer mensaje, y al final opté por el hola, un simple hola qué lo empieza todo. Tanto deliberar para nada. Mi corazón corre como loco, y mi pierna no se puede quedar quieta de los nervios. Siento que se me va a subir a la boca el estómago. De verdad, ¿cómo hacen las chicas para tomar la iniciativa de pedirle el número a un muchacho desconocido? Admiro la valentía y no temer al rechazo».

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Hey, ¿qué tal?

Enviado a las 8:44 am.

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«Bien, solo han pasado diez minutos… Y obviamente no me ha respondido. Tengo un sabor amargo en la boca de humillación. No es tan malo, ¿cierto? Como dice el dicho por ahí, el que no arriesga, no gana».

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Mmm, sé que te preguntarás quién soy, pero por ahora no puedo decírtelo. Simplemente hoy me atreví a escribirte.

Enviado a las 8:55 am.

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«Eres patética, sueno patética… No, no, mejor ni pensemos en ello. Si me pongo a razonar en profundidad mis acciones, voy a borrar todo y me olvido. Haciendo como que nunca hice nada de escribirle a un muchacho que no sabe quien carrizos soy. Aunque sin duda siento tatuada en mi frente esa gran palabra».

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¿Sabes? Es de mala educación no responder a los mensajes.

Enviado a las 9:00 am.

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«¡¿Cómo por qué dije eso?! ¿Dónde está tu neurona? Ah, enterrada junto a la neurona que realizó esta acción. Dios, sería de mala educación si me conociera por supuesto, sin embargo, como no es el caso, está en todo su derecho de ignorarme olímpicamente si le da gana».

«Ya son cuatro mensajes, ¿por qué no me ha bloqueado?»

«Oh, mira, allá va. No sé si sentirme afortunada de encontrarlo cerca de la entrada o avergonzada por lo que estoy haciendo. Tengo que quitarme de encima la sensación de ser fugitiva de la ley y Nathaniel fuera el policía que me encontraría».

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Hoy viniste guapo como siempre.

Enviado a las 10:00 am.

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«¡No~! Ya quítenme el celular, por favor. Incluso no tengo filtro por mensajes, qué patética. ¿Pensará que soy una acosadora? No, creo que ya pensará que soy una acosadora. Yo lo haría».

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Sé que me estás leyendo.

Enviado a las 10:05 am.

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«Excelente mensaje, ¿otra obviedad más que me haga sonar desesperada o acosadora?»

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Te veo cuando lo haces.

Enviado a las 10:07 am.

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«¡Bravo! Qué turbio ha sonado, ahora sí parezco la acosadora que no quiero ser. Sé que si me quiero acercar a él, ésta no es la manera apropiada. ¡Ah! Quiero chillar de frustración porque parece que todo empeora con cada mensaje».

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¡NO! Eso ha sonado raro, MUY raro, es mentira. Ni sé por qué lo dije. No te observo, de verdad o sea, sí es verdad que te vi, pero no es verdad que te miro a cada rato o cuando contestas un mensaje.

Enviado a las 10:10 am.

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«Eso, en vez de echarle teipe, parece que me estoy justificando y quedó raro. Aparte, dije eso y no es como si ahora lo hubiera visto observar su teléfono con un fruncimiento de cejas… En mi defensa, estamos en un mismo espacio y obviamente lo voy a ver… ¿Tal vez esto es una mala idea? Bueno, ¿para qué hago la pregunta? Obvio es mala idea, pero ya que, yo sigo».

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Deberías responder. Me sentiré triste si no lo haces.

Enviado a las 10:40 am.

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«Sí bueno, como si le importara como me sienta. ¿Por qué dije eso último? ¿Por qué en los mensajes me noto tan patética? No había necesidad de decir eso».

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No, en realidad no deberías. Soy alguien desconocida para ti, entiendo totalmente que no respondas. Yo no lo haría. Pero al menos para mandarme a la miércoles no estaría mal, ¿no?

Enviado a las 11:20 am.

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«Al menos con eso me haría desistir mucho más rápido y buscar otra forma de hablarle. Aunque no creo que vuelva a tener la misma valentía después de atreverme a hacer esto. En serio quiero pensar que no soy patética por esto, que tengo mis razones. Creo que solo debo repetirlas para no adentrarme en el remolino de pensamientos del porqué no es buena idea lo que hago y que posiblemente acabe mal».