Los días junto a ti

Día 33

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—Desde el momento en que lo vi no me dio buena espina —dijo apuntándome con la cuchara de su helado.

Asiento mientras rasco con la cucharilla de plástico la superficie del helado.

—Ese tipo nunca lo aprobé, presentía que tarde o temprano haría una estupidez. Sólo lo aguantaba porque mi hermana estaba muy colada por él.

—¿Qué piensas hacer?

Me quedo un momento en silencio, pensando. Miro alrededor, observando la heladería a la que vinimos para pasar el rato mientras la universidad se encontraba en paro por los profesores. Cosa curiosa que sucediera al estar cerca las vacaciones, pero creo haber oído que se trataba por los pagos atrasados.

En fin, quise contarle en persona a Nath lo que sucedió con Laura en un lugar que no fuera tan deprimente.

—No lo sé. Todas las ideas que se me ocurren son de categoría peligrosa.

Nathaniel dio una media sonrisa y luego niega con la cabeza mientras se lleva una cucharada de helado a la boca.

—Esas deben descartarse.

Asiento porque soy consciente, no era una protagonista de alguna novela en la que todo me saldría excelente, aunque quisiera enfrentarme a un drogadicto de mala fama, en la vida real, eso sería sumamente peligroso y estúpido.

—Sí. Por más que quisiera plantarme en la puerta de su casa y decirle un montón de cosas desagradables, esa sería la peor idiotez que habría hecho en mis veinte años, además de que pondría en peligro a Laura y a mí.

Nathaniel termina de comer su helado y lo deja apartado en una esquina de la mesa, luego cruza los brazos sobre ésta.

—Esto que diré no me parece satisfactorio, pero creo que es lo más factible de momento. —Comienza a decir con una mueca.

Arqueo una ceja y le hago una expresión con la mirada para que continúe.

—Todo lo que queda es esperar —propone.

Bufo de manera inconforme, aunque internamente crea que tiene razón. Lo escucho suspirar brevemente.

—Sé que te gustaría hacer algo de inmediato para sacarla de allí, pero nuestras opciones por ahora es esperar por Laura. Si hacemos un movimiento apresurado, no sabríamos de qué sería capaz ese Lucas.

Hago un puchero con los labios, pero termino asintiendo otra vez.

—Lo sé. Incluso mis padres piensan así. Además de que alertar a la policía podría ser contraproducente como mencionaron ellos, prefieren tener a Laura primero antes de ir a denunciar.

Nath asiente.

—Me parece adecuado…

Al verlo dudar de decir algo, dejo mi vaso vacío en un lado de la mesa y le presto toda mi atención.

—¿Tienes otra cosa qué decir? ¿Por qué dudas?

Al final, decide decir lo que pasa por su cabeza como siempre.

—Ahora que mencionas a tus padres, quería saber cómo se tomaron esta parte de la historia.

Alzo las cejas, pero vuelvo a mi expresión de tristeza, suspiro lánguidamente porque me puse a recordar la escena de mis padres poniéndose a llorar y culparse.

—No muy bien —respondo en un murmullo.

—Me imagino…

Cuadro los hombros y pongo la espalda más recta para contar más o menos sus reacciones. Era lo único que faltaba para contarle todo.

—Mis padres siempre se han sentido culpables por la muerte de Nancy, pero al saber lo que vivió Laura, se sienten más destrozados, ellos… —vacilo por un momento con una mueca—, por fin reconocieron en voz alta que eran malos padres.

Nathaniel levanta ambas cejas por la impresión, estoy segura que era algo que pensaba, pero que nunca se atrevería a decir en voz alta.

—Eso debió ser… impactante.

Asiento.

—Lo fue. Es decir, de un tiempo para acá he reflexionado mucho sobre las actitudes de mis padres y desde que me hice adulta, considero que ellos no han sido los mejores. Por más que hicieron lo mejor que pudieron en sentido material, nunca supieron administrar la atención dedicada a sus hijas. Lo cual hacía más peso en lo emocional.

Nath descruza un brazo y lo desliza por la mesa para apoyar su mano sobre mi antebrazo a modo de consuelo.

—Lo que te puedo decir, es que al final, no los culpes.

Ladeo la cabeza.

—¿No?

En ningún momento se me ocurrió culparlos, pero me dio curiosidad qué quería decir con eso.

—No, sólo harás que te enfermes. Estoy seguro que ellos cargarán con su propia conciencia y de algún modo pagarán por lo que hicieron por su cuenta, sin necesidad de que alguien más lo haga.

Muerdo mi labio inferior porque una idea aparece en mi cabeza, no estoy segura de hacer mi pregunta, pero termino decidiendo hacerla porque al final nosotros continuamos conociéndonos y era natural que poco a poco hiciéramos un pozo profundo.

—Suenas como si hubieras experimentado algo así.

Se queda en silencio un momento, como si estuviera ordenando en su mente qué decir. Se echa para atrás y cruza su brazos, ladea ligeramente la cabeza.




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