Los ojos de la Luna [2.2]

Capítulo 13| Me preocupo

B U N N I E🌙🌙🌙

B U N N I E
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Con una bolsa de guisantes congelados sobre su cabeza estaba tirado en mi sillón el hijo de los mares, yo continuaba sin saber qué hacía en mi casa y porque se me quedó viendo mientras lloraba. Aun estando algo avergonzada de que me haya visto en ese estado camino sin mirarle directamente a la cara. En la mesa ratona de la sala dejó dos tazas hirvientes de té de manzanilla y me senté en otro sillón sin elevar mi mirada de mis manos. Ninguno había hablado desde que Tadeus se cayó del árbol y yo bajé a ayudarlo, era como si ambos nos sintamos incómodos con la presencia del otro pero ninguno decía nada para salir de esa embarazosa situación.

– Los guisantes ya no están congelados – su voz gruesa fue la que rompió el hielo, lo mire viendo como se sentaba en el sillón bajando la bolsa de su cabeza que si efectivamente ya no estaba congelada como antes.

– No tenemos hielo, mi madre viene a esta casa muy poco y yo vivo con mi padre – me justifico porque no tengo otra cosa que pueda darle para que se ponga sobre la cabeza, parándome en mi lugar me acerco a él revisando su cabeza donde ya no parece haber rastros del chichón que le quedó hace un rato. – El chichón desapareció – comentó alejándome de su lado para volver a sentarme en el sillón tomando la taza de té entre mis manos, aun no llega el invierno pero mis manos siempre se sienten frías.

– Eso es bueno, no sabría como explicarle a Ylenia lo que me paso – comenta en tono de broma soltando una pequeña risa, sus ojos azules miraron su taza de té y la tomó con cuidado. soplando un poco para tomar un sorbo y puede ver por sus gestos que el agua estaba muy caliente para su gusto.

– Lo siento debí avisarte tomo el té muy caliente – hundiéndome en mi lugar miro a Tadeus que asiente dejando la taza sobre la mesa y posa sus ojos azules sobre mi. Su intensa mirada me pone nerviosa, con tan solo verle a los ojos pude notar que me quería preguntar porque estuve llorando y con sinceridad yo no quería hablar de eso.

– Escuche que estabas llorando desde la playa ¿quieres contarme qué te pasa? – vi cómo se acomodo en su lugar esperando a que le contara mis problemas como si eso pudiera solucionar algo mágicamente. Se que Tadeus no tiene la culpa pero yo tampoco debo darle explicaciones de lo que me pase, no somos ni siquiera amigos.

– Será mejor que te vayas Tadeus, es tarde y debo volver a mi casa antes de que mi padre se de cuenta que no estoy – me pongo en pie dejando la taza sobre la pequeña mesa y le señaló al castaño la dirección de la puerta para que se largue. Necesito estar sola, tengo muchas cosas las cuales pensar y un montón de preguntas me azotan la mente como un huracán golpeando las costas de una bahía. El castaño asiente y se marcha no sin antes disculparse nuevamente por entrar en mi casa.

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No pude dormir. Daba vueltas en la cama pensando en las palabras de aquella carta y solo se me venía a la mente que todo lo que yo pensaba de mi vida era una mentira. Mis padres, su matrimonio y yo, la única cosa que se podría rescatar de su matrimonio era tan solo un trato para mantener feliz a mi madre. Pensar tanto en ello me causó insomnio que en la mañana se vio bastante reflejado en mis ojeras muy marcadas.

– ¿Bunnie pasa algo? – mis libros se caen al suelo y suelto un grito algo ahogado. No importa cuantas veces lo haga Anker siempre me asusta cuando aparece de la nada como un gato sigiloso y me habla muy de cerca asustándome.

– Vas a matarme del susto cualquier día de estos Anker – respondo agachándome para levantar mis libros, no es que me enojara que hiciera eso pero tampoco es que me encante que me asusten todo el tiempo.

– Lo siento moonbeam pero te veo algo decaída y me preocupo por ti – agachándose a mi altura ayudándome con los libros Anker detuvo mi mano para que lo mire a los ojos, él es la única persona que con tan solo una mirada puede desnudar mis preocupaciones.

– Leí la carta de la madre de los perdidos – hablo agachando la cabeza y levantándome con mis libros aferrándose a mi pecho con fuerza. Aún no estaba de ánimos para hablar de lo que ponía la carta pero necesitaba confesar que la ley y nadie sabía de esa carta más que Anker.

– ¿Quieres hablar de lo que decía en esa carta? – negué con la cabeza dando un paso para retomar mi camino a la clase y Anker me sigue de cerca sin decirme nada.

Manteníamos una distancia normal pero sabía que estaba vigilandonos Melione después de que le dijera ayer que nosotros teníamos algo ella se puso como loca. En estos momentos debe estar planeando una de sus locas fiestas para hacer un juego donde yo terminare de seguro encerrada en un armario con Anker y siete minutos solos.

– Anoche le dije a Mel que nosotros estamos saliendo a escondidas – habló interrumpiendo el incómodo silencio que había entre ambos, quería decirle esto yo antes de que su tía lo aborde con un montón de preguntas sin sentido.

– No me disgusta que le hayas dicho a Mel nada, al contrario me da gusto saber que admites que salimos – sus ojos grises me miraban brillando y tomando mi mentón con su mano el me robo un beso rápido antes de salir huyendo.

Me costó reaccionar y cuando lo hice sentía mis mejillas arder cubrí mi cara queriendo que esto se me pasara, algunas personas vieron cuando Anker me robó un beso y se fue como alma que se lleva Hades. Sonrió bajando la mano de mi rostro y comienzo a caminar a mi salón mas animada que antes, solo Anker me puede hacer olvidar que mi mundo es un caos.




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