Los ojos de la Luna [2.2]

Capítulo 41| El momento correcto

B U N N I E🌙🌙🌙

B U N N I E
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Basándonos en las cosas que nos dijo mi padre y la petición de Ylenia de que debíamos esperar hasta después de la coronación de Mar no hemos podido hacer nada con la madre de los perdidos. Teníamos que esperar a que Mar se decidiera qué camino iba a tomar y al saber que es una diosa tenemos mucho más poder en nuestro bando. La pelea con Avril nos dejó claro que ninguno estaba listo para enfrentarse a la madre de los perdidos, nos dejó a todos en vergüenza y debíamos entrenar el doble. Ya no pude ocultar más el hecho de lo que pasaba en mi familia y mis amigas me apoyaron queriendo acompañarme a enfrentarme a la madre de los perdidos. Siguiendo las órdenes de la madre de Mar esperamos, pero no podía mantenerme tranquila, entrenaba mucho con mi madre y con uno de los entrenadores que me mandó mi abuela para ayudarme. No la conocía, pero ella decidió bendecirme por haber abandonado a mi padre cuando era un bebé, los dioses hacen cosas sin pensar en las consecuencias porque a ellos no les afectan.

— Bunnie vuelve a tierra – moviendo sus manos delante de mi Melione me sonríe mientras que Lila la acompaña. Estábamos almorzando hablando acerca de la coronación de Mar, de que debíamos enfrentarnos a Avril y hablar con ciertas personas por temas amorosos.

— Lo siento estoy preocupada por todo lo que está pasando – respondo mirando a mis amigas siendo el centro de atención de todas – ¿Cómo pueden actuar con tanta normalidad con tantos problemas a su alrededor? – si bien todas estaban preocupadas en el liceo actuaban como si nada pasara, era como si dejaran sus problemas en el estacionamiento.

— Somos semidiosas, diosas y descendientes de divinidades, los problemas nos persiguen desde antes de nacer es algo normal en nuestras vidas. Llega un momento en el que te acostumbras a las cosas extrañas y ya no te afectan tanto como antes – habla Red que desde hace algún tiempo había estado algo distraída, triste y un poco distante.

— Hablando de cosas normales ¿Qué les pasa a todas? – pregunta de la nada Mel mirándonos a todas, Sam se ríe por lo bajo y niega con la cabeza. — El amor en lugar de ponerlas felices las deja tontas por eso nunca me voy a enamorar – aclara altanera la morena viéndonos a todas, las miradas que le dimos fueron más que suficiente para que ella, Becca y Sam rompan en carcajadas.

— No te enamoras, pero sales corriendo como alma en pena cuando se te junta el ganado – contraataca Red sacándole la lengua a la princesa del inframundo de que dejó de reírse para mirar mal a la pelirroja.

— Solo me divierto, soy clara cuando estoy con alguien no busco enamorarme y si ellos están bien con el coqueteo inocente no es mi problema que quieran ser mi pareja – acota la princesa cruzándose de brazos, Becca mira a ambas chicas y deja de reírse para mirar un punto más alejado de nosotras.

— No creo que hayas sido muy clara tía, ese chico que viene en nuestra dirección está loco de amor por ti – sin apartar la mirada de aquel punto alejado todas disimuladamente nos giramos viendo lo mismo que Becca. Un chico alto y atlético estaba viviendo en nuestra dirección, sus cabellos castaños peinados hacia atrás por sus dedos mostraban lo sedoso que era, una enorme y blanca sonrisa. Caminaba con seguridad, muchas chicas no disimulaban que lo veían y algunas otras lo saludaban mientras él pasaba. Sus ojos marrones se fijaron en Mel que había palidecido en su lugar, el joven llegó a nuestra mesa y teniéndolo tan cerca calcule que mediría un metro setenta o metro setenta y cinco. Del bolsillo de su chaqueta del equipo de fútbol sacó una rosa junto a un bombón que se lo extendió a Mel, todas en ese momento nos dispersamos como cucarachas cuando encienden la luz. Melione nos matará a todas cuando nos vea.

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Tiró una piedra al océano mientras las olas chocaban contra mis pies desnudos, abrazando mi cuerpo miro el sol perderse en el horizonte. A pesar de estar preocupada intentaba tener pequeños momentos de paz, correr como el agua de los ríos en calma y en estos tiempos necesitaba de esa calma para controlar mis nuevos poderes. El collar de mi abuela ayudó a despertar mis poderes dormidos, ya que mi padre nunca usó sus poderes no tuve la influencia necesaria que necesitaba para que los míos despierten. En palabras simples necesitaba tener un estímulo para que mis poderes salgan y al no tenerlos solo afloraron los que heredé de mi madre. No controlo el mar en su totalidad con mucho esfuerzo logró dominar las subidas y bajadas, pero si controlo el agua de los ríos que es lo que heredé de mi abuela.

— ¿Disfrutando de la brisa? – un susurro ronco se escucha detrás de mí, no necesitaba girarme para saber quién me estaba hablando. Sus manos se apoyaron a ambos costados de mi cintura y un beso en mi cuello me hizo sonreír.

— Si, pero ahora disfruto de tu compañía Tad – girándome lo enfrento, tengo su rostro muy cerca del mío, nuestras miradas como siempre se buscan como polos opuestos que se atraen. Rozando nuestras narices cierro mis ojos ante la cálida sensación de sus caricias, una presión sobre mis labios hace que mi cuerpo le responda. Mis manos viajan a su cuello atrayendo su anatomía a mi persona, mordiendo ligeramente su labio inferior me separo de Tad. Abriendo mis párpados me encuentro con su mirada azul, sus increíbles ojos me estaban sonriendo y con picardía rozó nuestras narices para depositar un beso en la punta de esta.




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