“(…) encierra el alma humana tan profundos misterios,
que cuando a nuestros ojos un velo los oculta,
es temeraria empresa descorrer ese velo;
no pienses, pues, bien mío, no pienses en qué pienso.”
A la sombra te sientas de las desnudas rocas; Rosalía de Castro
Prólogo
La oscuridad extrema que lo habitaba podría invitar a creer que el lugar húmedo, hediondo y sombrío estaba totalmente vacío.
Sin embargo; el sonido de los golpes continuos, duros, rápidos y precisos; inducia todo lo contrario: que en ese lugar se cerraba para alguien las puertas del infierno dejándole de forma permanente dentro...
Quizá era justo así, quizá pronto él estaría en el infierno, quizá pronto ese lugar estaría totalmente vacío. Mientras tanto no podía dejar de golpear para sacar toda la furia que lo carcomía por dentro —imbécil, débil, fracasado, sensible... —cada autoreproche parecía sumarle más fuerza a su golpe.
La sangre corría por sus nudillos, el sudor bañaba su torso desnudo goteando incluso desde su nariz al suelo, el dolor y el cansancio le mantenían el pulso a sus marcados músculos. Descargaba toda la fuerza con la que debió haber arremetido si los recuerdos y sus tontos sentimientos no lo hubieran amarrado...
El chirrido de la puerta lo hizo detenerse, la franja de luz que se coló no era suficiente para dejar ver más que simples siluetas.
—Vil quiere verte... — se tensó involuntariamente, algo así podía significar muchas cosas; ninguna de ellas buena... —sabes que es probable que padre se haya enterado ¿no?
Una nueva oleada de rabia lo sacudió y de una patada zafó el saco de boxeo de los insertos que lo mantenían suspendido del techo
Aún a pesar de todo lo aprendido había creído que podría ser diferente; había sido flexible y lo habían traicionado...
—¿Qué vamos a hacer? —escuchó la débil pregunta cuando cesó el estruendo
La soga en su cuello se había apretado. Su movimiento había sido arriesgado y las consecuencias de su fracaso ya empezaban a cazarlo.
—Dile al pequeño Juan que me cobro el favor... El juego no ha terminado... —auguró con una lenta sonrisa ganándole terreno— Es tiempo de volver a ser lo que ni por un segundo debí olvidar que era. Que arda el infierno...
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Editado: 13.05.2022