“Despierta, bella durmiente”
Estaba soñando, finalmente se había quedado dormida con el arrullo de la lluvia cayendo en el tejado y ahora sentía las gotitas caer directo sobre su rostro mientras el mismísimo bosque se humanizaba para besarla levemente en los labios.
— Despierta, bella durmiente…—volvió a escuchar Rachel que le susurraban en sueño.
Espera, no, no era un sueño, se estaba mojando y alguien estaba susurrándole muy cerca de sus labios.
Una divertida mirada verde musgo la recibió cuando abrió los ojos
Sí, todo era un sueño y al parecer aún no se había despertado —pensó cerrando sus ojos con fuerza —era imposible que un Carlos empapado estuviera inclinado sobre ella
…
Carlos no pudo evitar una sonrisa al ver a Rachel cerrar fuertemente los ojos, podría jurar que cuando se diera cuenta de que esto no era un sueño se iba a enojar más que demasiado.
Un repentino cansancio lo abrumó y se dejó caer en el piso a esperar que ella terminara de procesarlo todo. Le dolía muchísimo la cabeza y a pesar de ello la serenidad que respiraba en aquella casa le arrancaba una sonrisa de los labios.
Siempre había sido así, esa casa era su mundo mágico; donde no era el chico de las máscaras, la falsa seguridad, los juegos y la indiferencia, sino un chico normal al que solo le importaba robarse otra ración de buñuelos... Esas paredes encerraban el mundo gracias al que había sobrevivido tantas veces, por el que aún seguía sobreviviendo.
—No eres un sueño… —le llegó en susurros la voz soñolienta de Rachel
—No
—¿Qué quieres?
—¿Buñuelos…? —la mirada de Rachel casi, casi, lo hace salir corriendo, ¡qué equivocados estaban los que creían que era él quien la intimidaba a ella!
—Lo siento, me los comí todos, y los que sobraron, se los eché a los cerdos —respondió cortante, le exasperaba esa versión del Carlos que amaba los buñuelos y la esperaba todos los viernes en el callejón cercano al cementerio; la indiferente podía manejarla, pero esa… Esa la hacía caer como una tonta una y mil veces. —Vete, Carlos, por favor, no puedes seguir haciéndome esto, yo no puedo seguir con esto.
La nota triste en la voz de Rachel hizo temblar las paredes del mundo mágico de Carlos; el latigazo en su sien le hizo recordar el motivo por el que había llegado hasta la casa detrás del cementerio.
—Necesito pedirte algo muy importante…
¿Se habría metido en algún problema? —pensó alarmada Rachel al percatarse del tono serio con el que le había hablado Carlos —Sí, claro, y así sin más mis intenciones de alejarme de él se van por el retrete…—se recriminó burlándose de sí misma
Bueno, podría retomarlas luego de ayudarle a deshacerse del muerto… lo bueno es que nadie los relacionaría jamás a ambos, después de todo puede que esta rara amistad secreta tenga sus ventajas…—Concéntrate Rachel, que estás molesta —se reprendió a si misma mientras se sentaba en la cama y se obligaba a fruncir el ceño.
—Deshazte del código que te dio Juan, no entres al sistema, no vuelvas al Edén, ni al Árbol…
Ja, tonta de ella, claro ¿podría haber algo más importante para Carlos que aislarla socialmente de todos; que esconderla como si fuera un sucio secreto?
—¿Quién eres? ¿Mi Padre? —le respondió sarcástica
—Esto es serio, Rachel, y peligroso, demasiado peligroso… y precisamente meter en la ecuación a tu padre lo complica todo… Destruye esa contraseña, por favor Rachel, no le digas a tu papá, no te metas en esto —podía sentir la desesperación y la tristeza de Carlos en su propio cuerpo pero ¿Qué era todo eso? —Escúchame —siguió suplicándole el Joker, incorporándose un poco para agarrar sus manos —lo que sea que ves allá afuera no es real, Rachel, ni yo ni nadie, no puedo decirte pero si de casualidad ingresas tu nombre en esa base de datos o te acercas a mí, a Juan, a Mateo o a cualquier otro que tenga algo que ver con el Edén o el Árbol, me arrastrarás a mi directo al infierno, literalmente… ¡y Dios no quiera que a ambos!, pero al menos yo, iré directamente allá, te lo prometo…
—Es algo ilegal, ¿no es eso? —preguntó procesando las palabras de Carlos; los ojos abiertos de este último fueron su única respuesta —no me vas a decir… —confirmó más bien
—No puedo, Rachel… son cosas que ni yo quisiera saber, y por favor, no intentes averiguarlo; todo lo que hago es para que nada de esto te toque, pero si entras al sistema estaremos muy jodidos, Rachel.
Las palabras de Carlos la asustaron aunque no la sorprendieron, lamentablemente había visto demasiadas cosas raras a lo largo de los años, pero el Edén no parecía una de ellas…
¿Valdría la pena a pesar de las advertencias de Carlos y Mateo? Si no era así ¿por qué ellos estaban en eso?
—Mi papá podría ayudar…
—¡¡Ni de broma, Rachel!! —la cortó al instante —Yo me encargo, pequeña, como hasta ahora lo he hecho, meter a tu padre en esto solo puede ponerte en peligro a ti y a tu abuela.
—¿Y tú?
—Yo estoy bien…
Otra vez la estaba alejando… Odiaba las puertas cerradas de Carlos, odiaba sentirse impotente ante ellas, odiaba querer ayudarlo. Pero justo eso es lo que trabajaría en cambiar ¿no?
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Editado: 13.05.2022