Su corazón repicaba violento mientras encendía la computadora, estaba casi segura de que su pequeña aventura se iría al carajo.
Sólo faltaban unos minutos para que comenzara el tiempo de máquina y con la suerte que llevaba ¡¡de seguro la atrapaban!!
Llegar hasta la escuela dando el rodeo le había tomado más tiempo del planificado; casi se rompió una pierna al saltar la verja y su camisa de uniforme se había rasgado al intentar salir de detrás de las gradas… eso, unido a lo estrujado que estaba por haberlo apretujado en su cartera, la convirtió en un farol mientras trataba de pasar “desapercibida” por entre la masa de estudiantes que la miraban con curiosidad, horror o burla en sus ojos, ¡hasta había escuchado alguna que otra carcajada!
¡¡Vaya, que al parecer todo lo que tenía que hacer para dejar de ser invisible era vestirse de loca!!
El murmullo de los estudiantes al acercarse al laboratorio la puso en alerta, sacó el papel y rápidamente tecleó el usuario y la contraseña.
¡¡Bienvenida, Ainoha!!
Pudo leer al instante mientras una carta comodín de Joker daba vueltas en el centro del escritorio
Esta noche el azar está de tu parte
Siguió leyendo, los mensajes solo tardaban unos segundos en esfumarse
puedes cambiarme por la carta que le falta a tu jugada perfecta…
¿qué me dices? ¿Aceptas?
¿Qué rayos era eso y quién diantres era Ainoha?
No tengo mucho tiempo para pensarlo... es ahora o nunca —reflexionó mientras pinchaba el "si" casi por inercia— o tal vez nunca de todas formas si me atrapan...
El sonido característico de una impresora la hizo sobresaltar en su asiento, la llave en la cerradura fue la señal para saber que debía salir de allí pitando; y justo cuando cerraba la ventana después de escabullirse por ella, pudo ver como se encendían las luces en el laboratorio.
Observó el estrecho alero por el que se había arrastrado para entrar al laboratorio mientras se pegaba a la pared intentando calmar el temblor de sus piernas antes de caminar hacia el aéreo; si intentaba moverse en ese estado sabía que podría caerse… apostaba por ello
—¡¡No, no, no!! —los gritos histéricos de una chica dentro del laboratorio la dejaron sin aliento— ¡¡mi carta!! ¡¿Dónde está mi carta?! —gritaba llorando como loca— ¿quién fue? ¿Quién coño fue!? ¡¡Juro que lo mato!!
—¡Ainoha! —el tono recriminatorio del profesor la hizo consciente de que esa era la chica a la que le había robado lo que fuera que era que apretaba entre sus manos.
Una mezcla de pánico y euforia la llenaron de una adrenalina nunca antes conocida mientras escuchaba los quejidos de la chica cada vez más lejos; según había escuchado la arrastraban hacia la enfermería
¿Qué podía ser tan importante para que la chica reaccionara de ese modo?
No era el azar lo que la había llevado a colarse esa noche en la escuela, pero sin dudas pensaba aprovecharlo.
***
Se detuvo a la entrada del local, la música que salía la envolvía y arrastraba recorriendo su cuerpo como una descarga eléctrica.
Observó con envidia las distintas mesas abarrotadas de chicos más o menos de su edad, la alegría palpable en los rostros le daban veracidad a las historias místicas que atraían adolescentes no solo del pueblo, sino de toda la ciudad.
Nunca antes había entrado al Edén, ella nunca había pertenecido si quiera al coro de la iglesia y ese no era lugar para ir sola.
Volvió a recorrer el lugar con la vista intentando localizar a Carlos y los chicos que lo acompañaban en la mañana pero ni rastro de ellos
¡Que ingenua había sido al creer que alguien podría querer incluirla! De seguro estaban en algún lado burlándose de ella…—pensó desilusionada mientras se daba la vuelta
—Hola, hermosa princesa ¿necesitas ayuda? —la voz grave y seductora la hizo voltearse otra vez hacia la puerta
Sus mejillas se calentaron al observar al camarero que le hablaba sonriente desde la entrada. ¡¡Era hermoso!! Le calculaba unos veintitantos años más o menos… —ya si, demasiado mayor para ella, pero mirarle no era pecado ¿o sí?
Se asustó un poco al ver como éste achicaba los ojos al verla de frente volviendo su sonrisa menos sincera
¿Acaso la había reconocido? Pero de qué…
Sintió su mirada intensa sobre sus manos y miró ella también la carta entre sus dedos. Casi temblando le extendió la baraja sin dejar de ver el rostro del chico que por segundos parecía volverse más austero.
¿Dónde se estaba metiendo?
—El Árbol… —lo escuchó susurrar al voltear la cara donde se dibujaba el Joker y toparse con el As de trébol junto al pequeño código escrito al borde.
La miró unos minutos con cierto recelo como si estuviera decidiendo que hacer al respecto.
Rachel casi se cae de culo cuando le pareció ver una sonrisa malvada en sus labios; pero no, eso eran especulaciones de su mente demasiado dramática… sí, tenía que serlo
—Muy bien, “Ainoha” —pronunció dándole énfasis al nombre —por favor, sígueme
¿Qué había sido eso? —estaba segura de que él sabía que esa no era ella, y aun así la dejó entrar guiándola a Dios sabría dónde
Quizá la suerte empezaba a sonreírle, o la desgracia… ¿acaso no le habían enseñado nada sobre no seguir a extraños? —¡Y más si eran jóvenes guapos extravagantes! —¡¡pero vaya que no podía dejar de seguirle!!
“Hay una vieja ilusión. Se llama el bien y el mal”. (Friedrich Nietzsche)
Sus ojos se quedaron clavados en la perfecta caligrafía dorada que bordeaba el arcón que tenía ante ella. Observó con recelo la abertura disimulada entre las grandes raíces talladas que sobresalían de la pared en una esquina medio oculta del área del bardman…
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Editado: 13.05.2022