Los Secretos del Joker

Capítulo 36

Rachel exhaló profundo cuando finalmente logró desmontarse en su parada. Le cedió el paso al grupo de jóvenes que venía jugando y riendo en la guagua y se perdió en la multitud rumbo a la academia. La llegada del verano parecía cargar el entorno de una energía diferente que envolvía a todos menos a ella; aun cuando se movía en medio de un mar de gente tenía frío, se sentía sola...

Bostezó agotada; le estaba yendo muy mal, no lograba enfocarse en nada. Llevaba así algo más de dos semanas. Desde que Carlos se había esfumado aquella madrugada, el mundo a su alrededor había seguido su rutina como si nada; sin embargo su mente se enredaba entre pistas y posibles teorías en las mañanas, y en las noches los recuerdos venían una y otra vez en forma de pesadillas, culpándola, torturándola.

—Disculpe… —murmuró sin prestar atención a la persona con la que había chocado en la acera.

Una mano cerrándose alrededor de su antebrazo la detuvo, su cuerpo reaccionó por instinto y en unos pocos movimientos tenía a su agresor inmovilizado de rodillas contra el suelo.

El murmullo de las personas a su alrededor la hizo volver en sí mientras se le pasaba la adrenalina.

— Carlos... —susurró sorprendida al enfocarlo y aflojó su agarre hasta soltarlo.

Retrocedió mientras lo vio reincorporarse, la sonrisa curveada que adornaba su rostro no le inspiraba nada bueno; pero para nada se esperó lo que pasó después de eso: Un segundo antes se alejaba de él y al otro chocaba contra su pecho mientras sus brazos la apresaban y sus labios arropaban los suyos en un beso hambriento.

Su corazón se saltó un par de pálpitos y se abandonó a la fuerza del beso; —lo había extrañado— allí, con el calor de su boca contra la suya podía reconocerlo; sobre todas las cosas lo había culpado y necesitado a él en todo este tiempo.

El murmullo creciente de las personas que se habían detenido para verlos funcionó como un despertador dentro de ella; llamar la atención precisamente con él no era algo bueno ¿Acaso Carlos no era capaz de verlo?

La mano sobre su nunca le impidió moverse; enterró los dedos en el cabello de Carlos y lo jaló por éste hasta obligarlo a romper el beso.

— ¿Qué haces...? —intentó apartarse pero los brazos de Carlos se lo impidieron.

—Nos vemos esta noche, pequeña comadreja… —el susurro cargado de oscuras promesas la hizo estremecerse; otra vez Carlos venía y se iba a su antojo

— En tus sueños…

Un brillo extraño pasó por los ojos de Carlos y vio el amago de una respuesta en sus labios, sin embargo el sonido de una peculiar notificación los tensó a ambos.

El efecto fue inmediato, Carlos la soltó apartándose y Rachel trastabilló un poco al liberarse; no pudo evitar sondear los ojos de Carlos cuando logró equilibrarse, la incógnita y el reproche se leía claramente en ellos. Tuvo el impulso de explicarse pero no encontró posibles justificaciones. 

‹‹Culpa››  —el sentimiento con el que más había tenido que lidiar esas dos últimas semanas volvió a atormentarle.

— ¿Desde cuándo…? —la voz fría de Carlos sonó demandante.

El malestar que le provocaron sus palabras encendió en ella una rabia fría.

Precisamente él ¿Cómo podía juzgarla?

— Adiós, Carlos —lo rodeó cambiando su rumbo, sin necesidad de leer el mensaje, sabía que debía ir a la delegación en vez de a la academia…

Mientras avanzaba podía sentir la mirada fija de Carlos sobre su nunca y le dolió eso; después de todo lo que se habían visto obligados a hacer pensó que él podría entenderla aun cuando ella misma se juzgaba por haber cerrado los ojos por tantos años…

***

Rachel centró su vista en la carpeta que descansaba encima de su escritorio y se le volvió a retorcer el estómago. Las dudas se le habían disipado después de eso, estaba segura de que alguien dentro tenía especial interés en la mercancía, y que ese “alguien” estaba conectado con los “pequeños favores” que de vez en cuando le habían pedido a cambio de proteger sus secretos. —Masajeó sus sienes —Sin dudas se estaba amasando algo grande y con ese paso, la estaban amarrando a ella también en todo eso.

Suaves toques en la puerta llamaron su atención, la puerta se abrió apenas dio la orden.

— Todo está listo para el interrogatorio

—Voy en un momento — respondió despidiendo al auxiliar que había ido a avisarle, cogió la carpeta y caminó hacia la sala en la que la esperaba Mateo.

Haz que firme, asegúrate de que guarde el secreto, si no lo logras tú, él entra o muere…

El mensaje que había llegado al pequeño dispositivo con el que de vez en cuando se conectaban con ella, junto al documento debidamente foliado y acuñado que llevaba entre sus dedos, le demostraba que llegar hasta la policía no era una solución viable para ninguno de ellos, Mateo no sabía eso y si no jugaba correctamente, sufriría las consecuencias de sus actos.

Lo máximo que podía hacer era intentar que al menos Mateo no se viera involucrado en todo eso; reconocía la trampa en el documento, era más bien una provocación, lo querían dentro…

(1)

***

Rachel salió a su balcón buscando algo de consuelo en la fría noche —«Le importabas de verdad»— Las palabras de Mateo en vez de hacerla sentir bien la habían hecho sentir miserable. A Carlos le importaba aquella Rachel, ¿y ésta?

— ¿Quién eres?

La pregunta de Carlos resonó directa a sus espaldas y no supo cómo responder a eso

— ¿Cómo entraste? —preguntó a la defensiva sin encontrar el valor para darle el frente.

El suave contacto de unos dedos en su cintura la hizo estremecerse.

—¿Quién eres, Rachel? — el aliento cálido de Carlos contra el hueco de su cuello mandó una descarga a las partes más sensibles de su cuerpo.

Sintió ganas de llorar al sentir el tono cansino en su pregunta, él ya no la estaba juzgando.



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En el texto hay: misterio, dolor, amor adolescente.

Editado: 13.05.2022

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