2003
El niño de cara sucia observaba desde una esquina del parque a la mujer cariñosa que reía mientras besaba las mejillas de la niña llorona.
Lo que tenía la llorona era apenas un rasguño, ¿por qué lloraba? ¿Acaso era ese el modo de comparar los besos de una madre? ¿Y si lloraba él? ¿La mujer hermosa también querría besar sus mejillas? —estrujó con sus manos sus cachetes como si así pudiera limpiarlos un poco—¿cómo se sentirían los besos de una madre?
Había visto muchas veces como los mellizos eran besados por su madre, ¿por qué todos excepto él tenían madres?¿Dónde estaba la de él?
La señora Maritza tenía dos hijos; ésta parecía que solo tenía una niña, le faltaba un hijo ¡¿no?! ¡¡Quizá fuera él su niño perdido!! Bueno, lo intentaría al menos…
El sonido del llanto llamó la atención de Rebeca y en solo segundos estaba agachada frente al niño descalzo de 9 o 10 años.
—Hey, ¿va todo bien, cariño? —preguntó preocupada por el niño
—¿me daría un beso también para que no llore?¿Usted es mi madre? —preguntó mirándola con la esperanza brillando en sus ojos
Rebeca sonrió un poco, enternecida por las palabras del niño, y le dio un beso en cada cachete
—No soy tu madre, pequeño, ¿te has perdido? ¿vives cerca? ¿quieres que te ayude a buscarla? —no había terminado la frase cuando el niño se le había arrojado encima abrazándose a su cuello.
Esa fue la primera vez que el niño recibió un beso y un abrazo de madre; y deseó poder quitársela a la llorona que lo miraba con mala cara.
Si ella se portaba mal y él bien, ¿por qué ella podía tener una madre y él no?
—Deja que te presente a mi pequeña comadreja, cachorrillo bello —escuchó que le decía —ésta es Rachel, y yo soy Rebeca ¿tú cómo te llamas, pequeño?
—Mateo
Tiempo después, Rachel tampoco tenía madre...
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Editado: 13.05.2022