Capítulo 12

— Buenos días, Rachel ¿Me aceptas un café esta mañana?

Rachel sonrió tímida negando con la cabeza.

El saludo amistoso no la había sorprendido en lo absoluto; no era la primera vez que se lo topaba camino a la escuela; de hecho, en esas dos últimas semanas habían sido demasiadas las veces como para considerarlas "meras coincidencias" 

— Estás muy hermosa hoy...

Se sintió sonrojar, el joven que caminaba sonriente a su lado despertaba en ella sentimientos contradictorios.

Su baja autoestima agradecía el repentino interés en ella, pero ese "interés" la incomodaba al mismo tiempo.

Podía recordar lo embobada que se sintió al conocerlo en el Edén, sobretodo en el momento en que él posó rápidamente sus labios sobre los de ella; sin embargo el saber que él la había dejado entrar al Árbol aun sabiendo quién era, le producía una sensación que no le permitía confiarse totalmente.

¿Cómo la conocía cuando estaba segura de no haberlo visto antes de eso? ¿Por qué la dejó entrar? — sobre la base de las nuevas expectativas que tenía sobre ese lugar —¿que lo hubiera hecho significaba algo malo o bueno?

​— ¿No vas a trabajar esta mañana? —se atrevió a preguntar al percatarse de que Villén seguía caminando a su lado cuando pasaron por la calle en la que normalmente se desviaba

— No, tengo algo que ver hoy en tu escuela... —la escueta sonrisa, junto con el brillo enigmático que le pareció ver en su mirada, volvieron a acentuar esa extraña incomodidad que a veces sentía cuando lo tenía cerca.

Cualquiera pensaría que el joven que caminaba de forma relajada junto a ella era alguien absolutamente normal, como pensarían al ver a Carlos, Juan o a Mateo; sin embargo ella sabía que no había nada de normal en ellos y, precisamente, el Edén era el punto de contacto entre todos...

"El Árbol", las advertencia de Carlos, los recuerdos...

Se sintió tentada a enfrentar a Villén, buscar en él las respuestas, pero se detuvo a tiempo.

Sucediera lo que en verdad sucediera allí, por alguna razón, Carlos lo consideraba un secreto; uno del que él y Mateo la alejaban al tiempo en el que Juan y Villén la incitaban a pertenecer a ello.

Iba tan absorta en sus pensamientos que ni cuenta se dio cuando llegaron a la portería de la escuela hasta que la despertó la extraña sensación de que alguien la miraba a lo lejos.

Hizo amago de alejarse de Villén cuando se percató de que Carlos los observaba; sin embargo, el agarre firme de Villén en su muñeca la inmovilizó a su lado.

La calculadora sonrisa que apareció en el rostro de su acompañante mientras enfocaba directamente a Carlos no le auguró nada bueno; peor aún al comprobar la furia fría con la que Carlos enfocaba el punto donde la apretaban sus dedos.

La decepción le cayó como un balde de agua fría 

¿Cómo sabía Villén que ella estaba relacionada con Carlos?¿Acaso Villén la estaba utilizando para provocarlo? ¿Pero para qué? ¿Qué papel pintaba verdaderamente ella en esa historia?

Jaló más fuerte buscando zafar el agarre en su muñeca, mas su acción tuvo el efecto contrario.

— ¿No te vas a despedir, hermosa princesa? —le preguntó Villén apretándola a su costado

Rachel sintió náuseas al sentirse tan indefensa entre sus brazos.

— Una cosa más, Rachel —le susurró al oído sin apartar sus ojos de Carlos —No todo es lo que parece, ni tiene por qué ser malo...

Ni bueno... —pensó justo antes de que la halaran con tanta fuerza que casi se cae al perder el contacto.

— ¿Algún problema, Vil? —reconoció la voz del chico que le daba la espalda en ese momento.

— En lo absoluto, Mateo, solo quise acompañar a mi nueva amiga hasta la escuela ¿Hay algún problema en eso?

Mateo se estaba conteniendo, lo había visto explotar las veces suficientes como para reconocer las señales en su cuerpo.

Lo vio acercarse de forma amenazante hacia un imperturbable Villén hasta que ambos rostros casi chocaron

— Déjate de chulerías conmigo, Villén —la voz fría de Mateo era apenas un susurro a tal punto que estaba segura que no lo oiría si no estuviera tan cerca —No sé qué se traen tú y Carlos con ella, pero no estoy dispuesto a seguirles el juego, a ella nadie la toca y vive para hacer el cuento... así que aléjense de ella, carajo...

La furia contenida que destilaban cada una de las palabras de Mateo la hicieron temblar de rabia y miedo; miedo porque a juzgar por lo que parecía insinuar, todo este juego podría estar montado para hacerle daño; rabia porque aunque entendía las razones de Mateo para comportarse de ese modo, ella no quería su ayuda justamente por eso.

La sonrisa de Villén se amplió, levantó sus manos y caminó unos pasos de espaldas hasta darse la vuelta alejándose de la escuela.

— ¡¡Todos a las aulas, ya!! —ordenó Mateo al grupo de estudiantes que se habían reunido alrededor de ellos.

Sin embargo sus ojos nunca abandonaron el punto que miraba con odio en ese momento: a Carlos...

Rachel caminó en silencio entre el grupo de estudiantes, ignorando las disimuladas miradas curiosas de las que era objeto; hasta que una figura le salió al frente deteniéndole el paso.

— Vete o vuelve a ser invisible —le exigió Clarissa cuando se quedaron solas en medio del pasillo —estás causando muchos problemas... y eso no nos conviene, a ninguno.

Por un momento Rachel se quedó muda, buscando en Clarissa algún atisbo de la niña tímida y tierna con la que jugaba en la casa de la abuela; pero la delgada figura de rostro apagado, palabras firmes y mirada fría, no guardaba nada de ella.

— Cla...

— ¡¡Cállate, Rachel!! —chilló con lágrimas en sus ojos —¡¡Apártate y deja de complicarnos la vida a todos!!

¿Pero qué...? la pregunta murió en sus labios al ver como Clarissa le daba la espalda y se marchaba corriendo.

¿Qué hacía ella? ¿A qué jugaban todos?

«No tiene por qué ser malo»

¿Acaso todo esto era un teatro de sus antiguos amigos para burlarse una vez más de ella?