Tuvo la sensación de que todo podía ser más complicado de lo que había pensado cuando reconoció a unos de los chicos que compartían alrededor de una fogata improvisada en una de las canchas abandonadas detrás del preuniversitario (1).
No había querido correr el riesgo de ser descubierta en el laboratorio; por eso esperó hasta después de las 12 para intentar colarse otra vez en la escuela; pero...
¿No se suponía que a esa hora los internos tendrían que estar durmiendo? Entonces ¿cómo era que había tantos allí mismo fumando, riendo y bebiendo como si no estuvieran en uno de los internados más "estrictos" de toda la isla?
Okey, no era el fin del mundo, solo tenía que tener más cuidado
Agradeciendo la poca iluminación y la yerba alta que crecía por la orilla de las canchas, se deslizó arrastrándose entre ellas intentando hacer el menor ruido.
Lo último que necesitaba era que "su nuevo súper héroe" la descubriera, aunque con lo entretenido que se veía manoseando a la chica sentada en su regazo, dudaba que se diera cuenta aun si se le sentaba al lado; no obstante, prefería no correr el riesgo...
La visión de un par de tenis frente a ella la detuvieron justo cuando llegaba al punto en el que planeaba levantarse.
¿Clarissa? ¿Qué hace ella aquí si se supone que es seminterna? —pensó confundida al pararse y reconocer a la persona que la observaba —que ella estuviera aquí acaso significa que...
—¿Cuál es tu afán en jodernos, Rachel? —siseó entre dientes Clarissa —¿No entendiste que tienes que irte o permanecer lejos?
Harta, estaba harta de que todos se creyeran con poder sobre ella.
— No he venido aquí ni por Carlos, ni por tu querido Mateo —apuntó hacia donde este último se comía la boca con su nueva novia —así que eso tiene solución, Clarissa, finge simplemente que no me ves y salte de mi camino.
Chocó el hombro de Clarissa al pasar por su lado pero ésta ni se inmutó por ello; sus ojos permanecieron fijos en el punto donde se identificaba claramente a Mateo gracias al resplandor del fuego.
— Lo siento —susurró con empatía casi sin darse cuenta.
— No lo sientas por mí, siéntelo por ella —aclaró Clarissa con voz demasiado rota sin dejar de mirar hacia Mateo —nadie debería querer ser su novia...
Las palabras de Clarissa le parecieron extrañas y un poco contradictorias; más cuando ella sabía que Clarissa estaba enamorada de él desde que eran niños; aunque, bien pensado, ¿dónde estaba la antigua novia de Mateo?
Ese tipo de cosas no eran su problema y menos en ese momento; no podía confiar en la discreción de Clarissa; lo mejor que hacía era irse antes de que ésta se diera cuenta.
Presentía que, otra vez, estaba corriendo contra el tiempo.
***
¿Acaso eso era todo?
La ansiedad se le volvió decepción mientras mirada la pantalla del monitor completamente en negro.
Había seguido todos los pasos que Juan le había indicado ¿Sería que el código había caducado?
Hola...
Un horrible escalofrío la recorrió al divisar las pequeñas letras blancas que aparecían una a una en el fondo negro
¿Nos conocemos?
«No» —tecleó con dedos temblorosos con el corazón en su garganta.
¿Me permites el placer...?
¿Su nombre? ¿Le estaba pidiendo su nombre?
«Rachel» —titubeó sólo un momento antes de teclear su nombre.
Sin embargo, al parecer, no era suficiente; las palabras seguían flotando en la pantalla como si no hubiera teclado absolutamente nada.
Rachel era cualquiera, más en la escuela; pero Rachel Villanueva Morales...
La vista se le volvió borrosa mientras completaba su nombre. Sabía que estaba dando un paso más al exponerse sin saber a qué precisamente.
El negro se fue difuminando en una amplia gamas de grises hasta explotar en un minúsculo espectáculo de colores: un pequeño "Joker" —¿Dormido? —se observaba en medio de la pantalla
—Carlos... —susurró casi sin aliento al asociar los rasgos de la caricatura y se le retorció algo por dentro
Si buscaba información para tener algo que contarle a su padre; ¿lo estaría salvando o hundiendo?
La luz blanquecina que había empezado a salir del monitor iluminaba su rostro de forma intermitente. Cualquiera que pasara frente al laboratorio podría darse cuenta de que alguien estaba allí dentro, pero ella no podía pensar en nada de eso; solo podía observar al pequeño Joker que parecía esperar a que ella tuviera el valor o no de revelar sus secretos; ¿Quería ella de verdad hacerlo? el miedo y la excitación ante la idea de hacerlo formaron un caos en su cabeza que la paralizó por un momento.
Su mano se extendió de forma involuntaria hacia la pequeña figura como si de ese modo pudiera despertarlo.
«Idiota» —se reprochó a sí misma justo antes de que sus dedos tocaran la pantalla.
Pero el agudo pinchazo en uno de sus dedos junto a la imitación de esos ojos verde musgo la dislocaron de tal modo que no fue consciente de que la halaban por la camisa hasta que no se vio sentada en el suelo.
— Mierda, Rachel, ¿Qué has hecho? —espetó un muy irritado Mateo mientras apretaba botones como un loco desde la silla en la que ella estuviera sentada segundos antes.
— ¡¡No te muevas!! —Volvió a gritarle cuando Rachel se paró tras reaccionar finalmente.
¿Quedarse? ni de broma; a juzgar por la reacción de Mateo, podía intuir que estaba en serios problemas; sin embargo lo único que sentía era que Mateo la hubiera descubierto.
Aprovechando lo concentrado que estaba en la computadora, fue dando pasitos hacia atrás hasta llegar a la puerta abierta.
No lo pensó más y salió corriendo por el oscuro pasillo a su derecha.
— ¡¡Rachel!! —lo oyó gritar.
No se detuvo, si no que buscó esconderse, y entró en la primera puerta abierta que encontró antes de que la cabeza de Mateo apareciera por el pasillo.
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Editado: 13.05.2022