Los Secretos del Joker

Capítulo 19

¿Qué estaba bien?

¿Alejarse, no ceder, huir...? pero de qué, a qué, para qué...

¿Acaso  huir no significaba que de cierta forma otra vez le hubiera ganado él?

«Calla, abraza, acepta, lejos, cerca, sal, entra, besa...» Ella siempre había actuado según "el escenario" que  montara Carlos en "su teatro"

«Juguete, bálsamo, víctima, damisela, fantasma, recluida, burla, princesa...»

¿Y ahora? ¿Cuál era su papel?

Lo observó a conciencia; allí estaba él: atento, despierto, abajo...

Sí, por primera vez él estaba totalmente consciente y abajo... y a Rachel le gustó eso...

¿Acercarse o huir?

Bien, mal... ¿Y para ella?

«Hay una vieja ilusión, se llama el bien y el mal»

Era un gran riesgo intentar acorralarlo de ese modo; no obstante, tener al fin la oportunidad de una pequeña victoria sobre "el Joker", era más de lo que podría rechazar...

Rachel inclinó su rostro sobre el de Carlos hasta sentir su aliento en los labios. Como ya se le estaba haciendo costumbre, un cosquilleo empezó a despertársele en el estómago

«Tú también quieres» —las palabras que no habían dejado de darle vuelta en la cabeza volvieron a hacerla consciente de que Carlos no se había equivocado en eso.

—Tienes razón, yo también quiero...

Apenas salieron las palabras de la boca de Rachel, los brazos de Carlos hicieron el amago de abrazarla; pero ella lo detuvo a tiempo.

«Reina»  

Jugaría otra vez, pero esta vez ella misma escogería su papel...

—No me toques; no te he permitido hacerlo...

«Las reinas actúan según su propio deseo»

—Ayer fue por ti ¿no? Pues hoy esto es por mí... —le susurró segundos antes de besarlo.

Sus labios eran torpes, no era muy buena llevando el mando en eso de los besos; sin embargo Carlos se dejaba hacer, seguía el ritmo de sus tímidos besos sin imponerse en ningún momento.

Confianza, si quería anotarse esa pequeña victoria debía mostrarse confiada o al menos intentarlo; sin arrepentimientos ni vergüenzas...

Lentamente se terminó de sentar a horcajadas sobre el regazo de Carlos y él volvió a amagar con las manos; pero ante un simple roce de ella volvió a dejar caer los brazos.

Los besos fueron subiendo de nivel enredándose en un complejo baile de lenguas

Casi suspira al enterrar los dedos en el espeso pelo de Carlos; había querido tantas veces poder hacer justo eso...

Fue bajando poco a poco la intensidad del beso cuando estos le parecieron insuficientes, quería más, necesitaba descubrir más... y no se pararía ante sus miedos...

Jugó de forma distraída con los labios de Carlos mientras tironeaba sobre sus hombros para que se quitara la sudadera.

Lo agarró por el cuello para atraerlo otra vez a su boca, apretándose contra él mientras los jadeos de ambos llenaban la casa del árbol.

Podía escuchar como los dedos de Carlos aruñaban el piso de madera y le succionó la lengua en un arrebato.

Sonrió contra su boca al escuchar el gruñido de Carlos por su acto; pero aun así no era suficiente, quería tocarlo.

Se atrevió a introducir sus manos por debajo del pullover de Carlos, subiéndoselo poco a poco hasta lograr que se lo quitara completamente.

Llenó sus ojos con la visión del torso desnudo que subía y bajaba con profundas aspiraciones, que subía y bajaba por culpa de ella...

Era hermoso a pesar de las pequeñas zonas verdosas que manchaban su piel bronceada como señal de golpes recientes. Los músculos marcaban el torso delgado pero bien formado, creando un cuadro perfecto; y ella quería besarlos.

Recorrió con sus uñas cada línea del torso de Carlos mientras se aventuraba a besarle la mejilla, la mandíbula, el cuello... deteniéndose para succionar allí donde se podía ver saltar el frenético pulso.  

Sus manos intentaban agarrar el calor de ese cuerpo, sin embargo, otra vez le parecía insuficiente el contacto.

—Rachel... —lo escuchó gruñir cuando se quitó la blusa  quedando ella también con el torso totalmente descubierto.

No le importó su supuesta advertencia, se abrazó a sus hombros, temblando ante la sensación de la piel contra la piel, sensible, caliente, inexplicable...

Las manos de Carlos se posicionaron sobre ella por un momento acomodándola mejor sobre su regazo; se tensó al sentirlo mejor contra ella; y la curiosidad de la mano del deseo volvió a abrirse paso; sin embargo esta vez ella era la reina. 

No lo dejaría tomar el control, prefería tomar ella misma lo que quería antes de aceptarlo de sus manos.

— Manos fuera... —ordenó y volvió pararse con Carlos aun entre sus piernas.

Se le erizó la piel al sentir como la mirada de Carlos la quemaba. No se detuvo y decidió apretar un poco más la cuerda. Llevó las manos al botón de su short y se lo quitó quedando ante él solamente en bragas.

Los ojos de Carlos se volvieron prácticamente negros.

—No puedes tocarme, Carlos —volvió a ponerse de rodillas sobre él —no si yo no quiero, lo prometiste... y yo no quiero.

Lo vio apretar la mandíbula hasta hacerla temblar y le pareció ver odio en su mirada. Sin embargo éste cambió rápidamente a sorpresa, espanto... cuando ella desabrochó el botón del pantalón de Carlos y lo jaló hasta dejar al descubierto su calzoncillo.

Sintió miedo al ver lo que se marcaba a través de la tela y no quiso arriesgarse a más, no tuvo el valor para hacerlo.

—Ni se te ocurra... —volvió a gruñir Carlos.

Rachel sonrió recuperando un poco la confianza ¿Cuánto más lo podría empujar?

Agarró las manos de Carlos y entrelazó sus dedos: la reina necesitaba de su toque mágico para calmar a la fiera. 

Fue bajando hasta estar sentada otra vez sobre él mientras le miraba a los ojos y llevaba las manos entrelazadas hasta el suelo.

Se movió una vez contra él, sintió cómo un calor irresistible nublaba sus ojos y subía desde su sexo hasta cubrir todo su cuerpo.



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En el texto hay: misterio, dolor, amor adolescente.

Editado: 13.05.2022

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