Los Secretos del Joker

Capítulo 30

Jorge salió del cuarto de Rachel sintiéndose repentinamente cansado; aun después de cinco días Rachel seguía negándose a responder a sus preguntas.

No sabía qué más hacer, caminaba totalmente a ciegas; por lo pronto estaba seguro de que se irían del pueblo tanto ellos como Rosa. 

Finalmente todo estaba preparado, al menos ellas dos partirían al otro día. Los secretos de ese lugar le habían robado demasiado, no estaba dispuesto a volver a correr el riesgo...

Lo que más le asustaba del silencio de Rachel era pensar que tuviera algo que ver con lo que sea que estuviera pasando en el Preuniversitario.

La escuela llevaba cerrada desde el lunes aunque, según Alfredo, no se había encontrado nada vinculante entre lo que había hecho Mateo y el claustro de la escuela. No obstante, él tenía una corazonada, las pequeñas pistas que había seguido por tantos años finalmente parecían converger en un punto: el Preuniversitario.

En esos cinco días no había podido volver al trabajo; la idea de dejar a Rachel sola o con Rosa ni siquiera le había pasado por la cabeza, no mientras no supiera qué había hecho el fin de semana.

Apenas Rachel y Rosa estuvieran lejos y a salvo, se pondría de a lleno en ello, no descansaría hasta destaparlo todo. Se lo había prometido a Rebeca...

Volvió a sentir náusea y caminó hacia la cocina para prepararse un vaso de sales efervescentes justo como venía haciendo en esos últimos días, al parecer los nervios le estaban dañando el estómago.

—¿Qué tengo que hacer, Rebeca? ¿De qué debo salvarles? ¿Cómo protejo a nuestra pequeña? —habló al aire mientras se dejaba caer en una de las butacas de la sala.

***

Llovía, las gotas repiqueteaban constantemente contra el techo de zinc; pero no había sido ese ruido el que lo había despertado.

—¡Jorge! —Volvió a escuchar la voz de mujer y otra vez los fuertes golpes sobre la puerta.

Eran más de las 12 ¿En qué momento se había dormido?

—¡¿Maritza?! —se sorprendió al reconocer la figura que temblaba frente a su puerta

—¡Jorge! —los ojos de la mujer se abrieron dejándole ver la angustia en ellos— Rachel... ella... Carlos, Karel, Clarisas... —su voz salía entrecortada por las lágrimas — Dios ¡Lo siento!

¿Carlos? ¿Karel? ¿Clarissa? ¿Rachel? ¿Qué intentaba decirle Maritza? Y ¿Qué era eso que sentía? ¿qué podía ser tan importante para venir a esa hora y con ese tiempo hasta su casa si Rachel estaba...?

—¡¡No!!

Sintió cómo su corazón se estrujaba mientras corría hacia el cuarto de Rachel, casi rompe la puerta al intentar abrirla. Necesitaba verla, comprobar que todo estaba...

El silencio que le recibió al abrir la puerta lo hizo erizarse de pies a cabeza; obligó a sus piernas a caminar hacia el bulto que se veía en la cama...

Su cuerpo se dobló en dos y vomitó lo que le quedaba de la cena.

Rachel no estaba...

No necesitó quitar las sábanas para saber que ahí no había más que almohadas y una... ¿baraja?

Sus dedos temblaron mientras tomaba la carta, la imagen de comodín mitad bufón mitad calavera con la mano huesuda señalando por detrás de su hombro lo recibió, eso y una dirección al pie de esa cara...

Giró la carta y se le enfrió el alma al reconocer la caricatura en la baraja.

Rachel... era ella... Reconocía sus rasgos en la caricatura enmarcada por los símbolos de la jota de trébol...

Los ojos, la forma de la cara, el flequillo,  las pecas... la figura femenina que aparecía pintada desde la cintura para arriba con lo que parecían dos alas saliendo desde detrás de su espalda hasta cruzarse por encima de su cabeza y con los brazos cruzados sobre el pecho tapando los senos desnudos en una pose que la hacía ver vulnerable... ¡La representaba a ella!

«Sálvame»

Su mundo se le volvió momentáneamente negro y cayó de rodillas al suelo sin poder asimilar lo que quería decir la nota al pie de esa cara.

¡No! ¡Eso no podía estar pasando! ¡Su niña no podía estar en peligro! ¡Dios no sería tan cruel como para quitarle también a ella!

Salió del cuarto y corrió hacia la puerta de entrada sin prestar atención a los gritos de Maritza ni al continuo sonido del teléfono de la casa.

No tenía tiempo, si quería tener alguna oportunidad de "salvar" a Rachel, debía saber primero qué era lo querían; y al parecer el primer paso estaba justo en la estación de policía...

***

Apenas puso un pie en la estación supo hacia dónde debía dirigirse.

El caos parecía reinar en todas las oficinas y los gritos y maldiciones no dejaban de escucharse.

—¡¡Señor!! ¡Lo estábamos llamando! ¡Necesitamos que vea esto!

Siguió al joven oficial hacia una de las computadoras y confirmó su teoría: habían jaqueado el sistema...

En el fondo negro de todas las computadoras una sesión específica pedía ser abierta: la suya.

—No creo qué...

—Calla... —Interrumpió al oficial que intentaba persuadirlo para que no ingresar al sistema.

Tecleó su contraseña

Nada...

Probó con el nombre de Rachel; tampoco.

«Sálvame» —sus dedos temblaron mientras escribía los caracteres

La sesión que se abrió ante sus ojos era totalmente diferente a las del sistema.

El mismo comodín de Joker lo recibió en el centro de la pantalla:

"Un secreto por un deseo"


Las letras verdes aparecían una a una en el fondo de la computadora.

"Yo te cuento un secreto, y tú me cumples un deseo..."

El monitor se apagó y al instante volvió a encenderse con el fondo de pantalla de la estación.

Un montón de archivos empezaron a descargarse en todas las computadoras...

Jorge captaba a trozos los perfiles que se abrían ante sus ojos; cientos de perfiles de chicos y chicas aparecían en las computadoras, algún tipo de base de datos que contenía información de estudiantes que habían pasado por el preuniversitario en los últimos siete años... Prostitución, drogas, perfiles sicológicos, completado, apto, descartado, eliminado, suicidio...



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En el texto hay: misterio, dolor, amor adolescente.

Editado: 13.05.2022

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