Rachel intentaba concentrarse mientras ayudaba en el peritaje del terreno, sin embargo todo lo que había pasado desde que llegaron no paraba de darle vueltas en la cabeza.
Las cosas habían estado demasiado… calmadas. Su superior se había limitado a mirarla mal y a darle una mirada de soslayo a un “dormido” Carlos mientras les quitaba las esposas.
No hubo reclamos ni preguntas aunque el ambiente se sentía demasiado tenso. ¿Qué estaba pasando?
Tal cómo había señalado Mateo, los seis cuerpos habían sido encontrados bajo el cieno de una laguna no muy profunda, habían tenido que remover todo un lecho de pesadas piedras de unos 60 centímetros de profundidad para dar con ellos. A Rachel se le ponía la carne de gallina al pensar cuánto trabajo sería hacer esto para un hombre y un niño en sólo un día, más aún al saber que ese niño era Mateo...
Según el informe preliminar del laboratorio, de los cuerpos no quedaban más que huesos, por lo que sería muy difícil confirmar las causas de muerte, según Mateo había sido envenenamiento; pero a ella no se le quitaba de la cabeza las manos llenas de sangre de un Carlos de 10 años en la cripta al final del cementerio.
***
Rachel sintió que respiraba al fin cuando se movieron hacia el segundo punto del que había hablado Mateo.
Carlos parecía estar “durmiendo la mona”, pero intuía que eso no era más que un show montado; él no podía ser tan indiferente, al menos ella sentía que le sobrepasaba todo eso: la muerte de su padre, la muerte de su madre, los demonios de Carlos, de Mateo, los propios… todo parecía converger en un mismo punto, uno que no definía del todo, uno alrededor del que había estado dando vueltas desde hace mucho tiempo…
Sintió un escalofrío ¿Y ahora? ¿Qué perdería esta vez? ¿Podría librarse de eso?
***
El terreno árido que se abría frente a ellos parecía inmenso. Nunca antes había ido por esa zona, una agresiva maleza lo rodeaba aislándolo del resto. Si no fuera por la retroexcavadora que había despejado un sendero de más de 10 metros de marabú (1), no hubieran llegado hasta el claro.
Una treintena de hombres excavaban por todo el terreno, debido a la fragilidad de lo que buscaban no podían usar máquinas para ello, los camiones ya estaban allí, las puertas del refugio hacia donde Mateo y su padre habían transportado una importante carga de cocaína estaban enterradas en algún lado, y ellos no se irían de allí hasta encontrarlos.
Un ruido llamó su atención cerca de los camiones. Desenfundó su pistola y caminó con cautela hacia ellos, era consciente de que si se había filtrado información sobre el caso todo el proceso se volvía peligroso; —por eso le había llamado la atención que sus superiores respondieran tan bien ante la presencia de Carlos.— Empezaba a desconfiar de todos, más aun en ese momento, el punto más frágil de la cadena era justo la transportación del cargamento, y los seis cadáveres encontrados en la zona le confirmaba que el tipo de gente a la que atraía este tipo de cosas, eran de los que estaban dispuestos a lo que sea.
Un escalofrío la recorrió cuando encontró a Carlos detrás de uno de ellos.
—Gírate lentamente con las manos donde pueda verlas
Carlos se giró sin levantar las manos, sonrió burlón terminando de sacudir su miembro frente a ella justo antes de guardárselo y cerrar la cremallera.
Rachel bajó el arma, no logró evitar un sonrojo
—Sólo estaba meando… Tenías muchas ganas de verme. ¿Eh? Yo también te extraño… —afirmó dándole un lento repaso
—¿Qué quieres, Carlos? —la voz le salió ahogada y se reprendió a sí misma al permitirse mostrarse afectada frente — Tú y yo nos vamos ya… no deberías estar aquí en primer lugar. — volvió a hablar antes de que le contestara.
Agarró a Carlos del brazo y lo jaló hacia el jeep, no soportaba estar allí por más tiempo, no soportaba compartir más su espacio con Carlos, mientras más rápido se deshiciera del él mejor… al menos en ese momento, no estaba lista para sus posibles respuestas.
—Me voy de aquí, me lo llevo. —le anunció a su superior sin si quiera mirarlo
No le importaba ya una amonestación; llegados a ese punto dudaba que se la dieran, todo esto se le antojaba demasiado extraño, más extrañas aun eran las ideas que daban vuelta en su cabeza.
El viaje de regreso fue incómodo en extremo, ninguno de los dos habló, Carlos parecía tan absorto y tenso como ella. Aun cuando no lo miraba podía sentir la incomodidad que crecía entre ambos
Parqueó en la sede central y se bajó del jeep sin pararse a mirar qué hacía Carlos; casi corre hacia la parada de autobús. Se montó en el primero sin importar la ruta.
Sentía como su corazón se le ahogaba en el pecho. Se había sentido herida con los comentarios de Carlos, sentía como si él se burlara de ella por el hecho de haber sido el primero, como si ella no hubiera sido más que un experimento, un juguete, sexo…
Se quitó la camisa quedándose en la franelilla blanca y la guardó junto con su gorra al ser consciente de cómo la miraban todos, estaba acostumbrada a que la gente la mirara con recelo, pero la mirada incrédula de los que se habían percatado de que estaba llorando la hacía sentir especialmente incómoda “Un militar debe ser fuerte, inquebrantable…” estaba cansada de eso… de no tener el derecho de sentir miedo…
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Editado: 13.05.2022