Los Secretos del Joker

Capítulo 41

Nota: si se te vuelve muy dificil, quizá debas leer 1ero las referencias, me disculpo de antemano por el lío que pueda provocar eso...

***

Las gruesas gotas de sudor empezaban a gotearle incluso desde la nariz al suelo, Carlos no lo soportó más y se quitó la camiseta para secarse la cara y amarrársela en la cabeza. Eran algo más de las 11 am, el sol se había vuelto implacable.

Cambió el machete(1) de mano y flexionó un poco los dedos. Le dolía la palma, de seguro le salían ampollas, a pesar de eso, se sentía orgulloso al trabajar hombro con hombro con la gente medio loca de ese barrio, nunca antes se había sentido tan en paz haciendo algo.

Sonrió por lo bajo viendo cómo Mateo también paraba y con una mueca se sacudía la mano, tanto él como Mateo no estaban acostumbrados a ese tipo de trabajo, nunca había chapeado, ni siquiera en el huerto de la escuela, asi que esperaba estarlo haciendo medianamente bien al menos…

—Oye, mijo —escuchó que lo llamaba uno de los guajiros(1) de la zona— ándele pa la finca y llévese a su amiguito con uste, no queremos que el novio y el padrino caigan como un pollo en medio de la boda… y vitase ande… que se nos quema…

—Ja, Eleuterio —escuchó reclamar a una de las mujeres— a uté lo que le molesta es que las niñas se los están comiendo con los ojos, viejo envidioso… Como cuando uté se la quita nadie quiere verlo…

Carlos se sintió un poco avergonzado, si se la había quitado era porque había visto que otros lo hacían y porque el calor se volvía inaguantable, incluso Mateo estaba sin camisa en ese momento.

—¿Pero qué dice,  mujer? Que este ya está casado por lo civil y dentro de unas horas lo estará por la Iglesia… ¿o pa qué estamo haciendo too eto o qué…?

—¡Pero igual están muy buenos! ¡Y su amiguito por allí está bien soltero!

Tuvo que toser para no reírse al ver el rostro rojo de Mateo, la señora que había soltado el disparate si se reía a carcajadas mientras las señoritas que recogían las hierbas cortadas cuchicheaban entre ellas mirando de él a Mateo.

—Ándenle, muchachos, bajen a descansar y a prepararse —intervino el esposo de la tía de Rachel— nosotros terminamos aquí… —se acercó a él y le habló al oído—váyanse antes de que estos se vayan a los machetes…

Estaba seguro de que bromeaba pero no quiso quedarse para comprobarlo, no sabía que esperar de la gente que se había sumado al plan de Rosa de preparar una boda en un par de horas 

¡Hasta el pastor estaba loco! ¡Mira que aceptar casarlo justo a él por la iglesia! Se sentía tan extraño pensar en algo medianamente cercano al cielo después de haber habitado tanto tiempo en las puertas del infierno…

Carlos volvió a sonreír al llegar a la finca, en solo un par de horas creía haberlo hecho más que en toda su vida, la casa y el patio era un hervidero de gente, empezaba a sentirse el olor de cerdo asado y por todas partes se montaban fogones de leña (3) para en inmensos calderos preparar congris (4), viandas, tamales(5)… mientras otro grupo preparaba un comedor improvisado. Los niños del barrio corrían por los jardines arrasando con las flores para llevarlas a las ruinas de la antigua iglesia donde justo antes habían estado chapeando.

Por un momento se imaginó como hubiese sido crecer allí, entre ellos… Le encantó la idea de una vida así de sana y humilde, la energía adictiva  que se respiraba allí no tenía nada que envidiarle a la supuesta mágica utopía que vendía el Purgatorio, incluso podía apostar que esto era mejor que aquello

—Voy a recostarme un rato, estoy matao… —escuchó quejarse a Mateo

—Ya hablas igual que ellos… —se burló— solo que no eres tan fuerte…

—Y que lo digas… creo que una semana aquí y me recogen en trozos… —rieron ambos— lo harás bien con Rachel, Carlos… creo en ti, no me decepciones….

Asintió lentamente esperando él también no decepcionarle; aunque reconocía que esperar algo así era lo mismo que esperar un milagro, y hasta ahora, él no creía en los milagros…

Caminó hacia la cocina buscando calmar el ardor que empezó a sentir en su garganta, aunque bien sabía que no sería suficiente.

—Rachel es como una hija para mí, ¿Qué estás haciendo?

Se tensó al escuchar la voz a sus espaldas y metió las manos en sus bolsillos antes de girarse lentamente

—¿Qué es lo que de verdad te preocupa, Alfredo? ¿No poder controlarla…? El hecho de que se esté casando con el hijo del supuesto “asesino” de su padre te debe dar un indicio de que se ha cambiado el juego…

—No juegues conmigo, muchacho… —siseó Alfredo con furia sobre el rostro de Carlos agarrándolo  en un puño por la camiseta— recuerda que aún tengo a tu hermana en mis manos…

La sonrisa plástica creció lentamente en el rostro de Carlos

—¿Estás seguro de eso…?

La cara de Alfredo se volvió aún más roja.

—Sé que unos días antes de volver a buscar a Rachel fuiste a visitar a Karel a la cárcel, no sé qué te traes pero recuerda que yo siempre estoy un paso más adelante, al final gané yo la última vez, recuérdalo y limítate a hacer lo que debes…

—¿Y qué es eso? ¿Robar por ti la mercancía con la que sé que llevas años obsesionado? —lo retó Carlos— no sé por qué te preocupa tanto que me haya casado con Rachel si la pusiste ahí justo para que fuera un comodín en caso de que se abriera el juego…

Los ojos de Alfredo parecían querer salírsele de la cara

—Ni se te ocurra…

—¿Decirle qué? ¿Qué tú mataste a su padre? —lo pinchó al darse cuenta de que Alfredo no se atrevía a terminar la frase—no estoy muy seguro, pero creo que ya lo sabe… Debo felicitarte, Rachel es muy capaz, la adiestraste bien, Alfredo… cuidado tu discípula no sea quien te lleve a la cárcel… ¿Qué vas a hacer? ¿Matarla como hiciste con su padre?

Lo vio apretar los dientes y agudizó la vista al identificar el sentimiento en los ojos de Alfredo, había sido un movimiento arriesgado pero ahí estaba el resultado finalmente: el teatro se le había quedado grande a Alfredo, le había cogido cariño a Rachel,  ella era su punto débil, no obstante, no se atrevió a presionarlo demasiado, no podía confiarse.



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En el texto hay: misterio, dolor, amor adolescente.

Editado: 13.05.2022

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