Solo las lágrimas calientes que descendían por sus mejillas evidenciaban lo rota y angustiada que se sentía, sus articulaciones maniobraban con movimientos firmes y seguros como si su cuerpo funcionara totalmente aparte de su cerebro.
Rachel no pensaba, no oía, no reaccionaba... obviaba completamente los sonidos de la radio y las sirenas cada vez más cerca.
Aun en vida, ya estaba muerta...
El detonar de unos disparos la sobresaltó y por instinto se encogió agarrándose la cabeza.
El pulso se le disparó, estaban más cerca, lo suficiente como para que las balas empezaran a volversele un problema
Comprobó el GPS: 1 Kilómetro, sólo eso le quedaba antes de llegar al cruce .
El cuerpo entero se le erizó cuando fijó una vez más la vista al frente, un nudo horrible se le formó en la garganta y respirar se le empezó a volver cada vez más imposible:
10 camionetas negras se dirigían a toda velocidad desde el frente hacia ella; estaba acorralada, llegar antes que ellas al cruce era algo casi imposible.
Los últimos segundos se le volvieron eternos, los ddisparos le poncharon las gomas traseras y el camión zigzagueó a unos pocos metros del cruce, aun así logró tomar el desvío segundos antes de que las camionetas negras pasaran de largo obviándola a ella.
Inspiró con fuerza intentando llevar aire a sus pulmones mientras disminuía la velocidad sin poder creerse del todo lo que oía.
Desde el camino principal le llegaba alto y claro los sonidos de un tiroteo, al parecer las extrañas camionetas habían acudido a enfrentar a la policía.
¿Cómo? ¿Por qué? ¿Quiénes eran?
Nada de eso le importaba, no le sorprendería descubrir que sus "repentinos salvadores" no fueran más que otros delincuentes interesados en la mercancía, unos para los que ella no era un eminente problema.
Manejó despacio hasta el final del puente y frenó justo en el borde donde éste se rompía.
Sonrió disfrutando el vértigo que le provocó ver desde lo alto el barranco al que desembocaba el puente que nunca había sido terminado.
Se quitó el cinturón con movimientos suaves para no correr el riesgo de deslizar el camión; de igual manera se agachó buscando el pequeño temporizador.
Introdujo la clave y el conteo regresivo comenzó.
Se bajó contando los segundos en su mente, corrió buscando alejarse del camión y del puente
—¡Alto ahí! —el grito junto con las luces infrarrojas sobre su camisa la hizo detenerse. —¡No te muevas!
Avanzó despacio con las manos en alto ignorando la orden mientras mantenía el conteo en su cabeza.
—No se acerquen... —advirtió en un susurro mientras se orillaba más a la baranda del puente.
Si lograba llegar a tiempo a la parte del puente que pasaba encima del río, quizá, solo quizá, podría salvarse.
El tono de su voz pareció causar algún efecto en los hombres que con cascos y trajes negros le apuntaban. Permanecieron al inicio del camino, observándola, quizá temiendo que el puente estuviera en peligro de derrumbe.
Desde donde estaba no podía identificar los logos en sus trajes ni asociaba el uniforme a cualquier institución de la Isla.
Intentó serenarse lo más que podía mientras se acercaba; sabía que no dudarían en dispararle si la consideraban una amenaza, pero de quedarse quieta moriría igualmente
Se detuvo sorprendida al ver un helicóptero pasar por encima de su cabeza y cerró los ojos sabiendo que el tiempo se acababa.
Su vida pasó en un parpadeo frente a ella, y de un momento a otro se volvió plenamente consciente de todo lo que había hecho esa mañana, del único camino al que todo eso la conducía:
Había alterado completamente los planes y su nuevo rumbo la había llevado hacia un callejón sin salida.
«Perdóname...» —susurró pensando en las dos personas más importantes de su vida
Saltó del puente encogiendo contra el pecho las rodillas.
La explosión detonó segundos antes de que la masa de agua la engullera e instantáneamente perdió la conciencia.
***
Jadeó bruscamente al despertarse y por instinto intentó incorporarse, pero un brazo sobre sus hombros le impidió hacerlo.
—¿Rachel? ¿Estás bien? ¿Me oyes? —apenas podía identificar lo que le decían, el cuerpo parecía no responderle aun cuando tenía los ojos abiertos, no sabía si estaba muerta o viva — ¡Un doctor! ¡Rápido!
—Estará bien, solo está aturdida por el golpe y por los días que estuvo inconsciente —escuchó que decían aunque solo podía ver manchas de luz sobre sus ojos.
A pesar del punzante dolor de cabeza, la mente se le fue aclarando poco a poco y los recuerdos volvieron a ella
—Ma... ma...teo —lo llamó con dificultad girando el rostro hacia él cuando volvieron a estar solos— tú... yo... Clarissa... Carlos... Mi...
Se le quebró la voz y las lágrimas contenidas bajaron por sus mejillas.
—Shhshh, todos están bien, cálmate —la consoló medio abrazándola con su brazo sano
Se fijó entonces en las raspaduras que se le veían a Mateo en la cara y en la escayola en su otro brazo, lo miró esperando respuestas
¿Dónde estaban? ¿Qué había pasado?
Ahora que podía captarlo todo, se daba cuenta de que aunque no faltaba nada, ese no era un cuarto de hospital común y corriente.
La mirada de Mateo se ensombreció entendiendo y empezó a explicarle lentamente.
—la onda expansiva te hizo desmayarte y unas cabillas de los escombros del puente te hicieron un corte en el brazo, eso sin contar el corte que ya tenías al inicio del cuero cabelludo sobre la frente —identificó entonces el agudo dolor en su brazo izquierdo— estuviste inconsciente 3 días, perdiste sangre... ¡¿ Estás loca, Rachel?! ¿Cómo pudiste acorralarte de ese modo? ¿Cómo pensabas salir de ahí con vida con la policía delante y una bomba a tus espaldas? ¡¡Si no fuera porque saltaste por el lado en el que salía el río y la corriente te arrastró al instante, hubieras muerto aplastada por los escombros del puente!! Por Dios... ¡¡Casi lo pierdes!!
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Editado: 13.05.2022