CAPÍTULO 6
En el colegio nos dieron una semana de vacaciones por ser fechas festivas, y los chicos decidieron darme una semana diferente: tendría un día con cada uno de ellos. Me agradó mucho la idea, aunque extrañaría compartir el día con todos juntos.
Aprovecharíamos la semana, así que empezamos el sábado para terminar el viernes y luego tendríamos la oportunidad de compartir juntos el fin de semana antes de volver a clases.
Los días fueron bautizados con los nombres de ellos, el sábado era el día de Heze de Virgo. Empezamos muy temprano; no tenía idea de lo que me esperaba, debido a que seguía un cronograma preparado por él y yo solo seguiría su plan.
—Nos vamos a divertir mucho —declaró al separarnos de los demás—. ¿Estás lista?
Hice una leve afirmación con mi cabeza y le brindé una sonrisa que él respondió enseguida de la misma forma.
Mi acompañante llevaba puesto una camisa negra que le quedaba un poco holgada, pantalón cargo negro y unas botas negras de cuero que lo hacían lucir rudo. Su estilo siempre fue deslumbrante y era casi imposible que pasara desapercibido en cualquier lugar.
En cambio, yo ni siquiera sabía combinar los colores; usaba suéteres y pantalones holgados, aun en las épocas calurosas.
—¿Adónde vamos? —Sentía curiosidad.
—Cuando he tenido que ir a comprar ropa, me topé con un par de tiendas para chicas —me miró, risueño—. Quiero ayudarte a que te sientas segura con tu cuerpo... Quiero que dejes de esconderte, que dejes los complejos que te causaron los comentarios de otros.
—¿Me comprarás ropa? —Abrí mis ojos mostrándome sorprendida—. No tienes que hacer eso, estoy bien así... Me gusta usar este tipo de ropa.
—¿Usas esa ropa solo porque te gusta o porque de esa forma te escondes de los demás? —Indagó—. Te he visto mirar con anhelo los vestuarios de algunas chicas; sé que una parte de ti desea poder usar esa ropa, pero tu inseguridad te hace abandonar esa idea.
—Porque sé que esa ropa bonita no se hizo para mí...
—¿De qué hablas? Hay mucha ropa que te quedaría excelente. La actitud, la seguridad..., muchas veces, eso es lo que hace que lo que vistes se vea mejor —se puso delante de mí y me tomó por los hombros—. Debes aprender a amarte a ti misma, si no lo haces no podrás esperar que alguien te ame de la forma en que lo mereces, vendrá cualquier persona y te dará sobras y tú lo aceptarás porque no sabes cuál es tu verdadero valor.
—No es fácil...
—Lo sé, pero nosotros te vamos a ayudar.
Una lágrima corrió por mi mejilla y Heze la limpió con delicadeza.
—Oh, no quiero que llores —comentó con dulzura—. Hoy quiero que rías, que tengas un día alegre; esa es mi misión.
Tomé aire y luego asentí.
Heze me llevó con él hasta unas tiendas en donde jamás creí que entraría porque (aparte de ser costosas), sentía que toda esa ropa y accesorios bonitos no le iban a quedar a un cuerpo tan desproporcionado como el mío, sin embargo, él me hizo probarme desde vestidos sencillos hasta vestidos elegantes, ropa deportiva, casual... Todo eso debía modelarlo para que él diera su veredicto. Al principio me dio mucha vergüenza pararme delante de él, pero se mostró profesional y a la vez me hizo sentir cómoda, como si fuésemos muy cercanos.
—¿Es tu novio? —Me preguntó la chica de los probadores.
—Oh, no... Él es mi amigo —aclaré enseguida.
—Tu amigo es muy guapo y tiene buen gusto en la ropa. Me encantaría tener un amigo así —la emoción se notaba en su rostro.
Esbocé una sonrisa tímida.
Toda la ropa la pagó mi acompañante con dinero en efectivo que no sabía de dónde lo había sacado, así que al salir de la primera tienda me apresuré a preguntar.
—Tenemos diamantes, solo tuve que cambiar algunos por dinero en efectivo —mostró sus dientes en una sonrisa divertida.
Sonreí ladeando la cabeza.
Después de pasar toda la mañana comprando ropa y accesorios, iríamos a un restaurante a almorzar.
Me sentía extraña porque Heze me sugirió quedarme con el último Outfits que eligió para mí: una camisa negra que llegaba más arriba de mi cintura, pantalón negro de cuadros blancos que se ajustaba en mi cintura y en gran parte de mis piernas, zapatos Coverse blancos y como accesorio llevaba lentes rosados de forma circular.
«—Te ves fascinante, mírate en el espejo —había dicho, emocionado—.»
Cuando me miré en el espejo no pude creer que esa era yo, jamás me había vestido de esa manera y aunque pensaba que se me veía mal, unas chicas que se estaban probando ropa a mi lado dijeron que le gustaba mucho la ropa que llevaba puesta y que tenía buen gusto. Me sorprendió que no me hubiesen dicho que estaba muy flaca, plana o cualquier comentario como los que acostumbraba a oír en el colegio y eso me dio la valentía de quedarme con ese Outfits aun en contra de los comentarios negativos y las muchas críticas que se cruzaban por mi mente.
A pesar de haber aceptado, mientras caminábamos hacia el restaurante, cruzaba mis brazos sobre mi abdomen para tapar el espacio que quedaba al descubierto y para Heze, verme haciendo aquello era muy divertido.
Luego del almuerzo, paseamos por el parque cercano al centro de la ciudad, comimos helados, vimos un pequeño acto teatral de unos niños y Heze me contó algo que desconocía: la razón por la cual se convirtió en una estrella.
—El universo nos premia por nuestras buenas obras, yo nunca pensé que mi acto valiente al entrar a una casa en llamas llegaría a tener como resultado que tres niños se salvaran y que allí se acabaría mi vida. Sabía que al entrar en aquella casa era muy peligroso, pero oír los gritos y llantos de esos niños me hicieron armarme de coraje e ir al rescate. Di mi vida para salvar tres, y otorgar la existencia de muchos que descenderían de esos tres niños. Eso fue lo que me dijeron y como recompensa me otorgaron una estrella en el cielo para poder cuidar de los humanos que tengan la luz que yo poseía y también me dieron mi poder.