CAPÍTULO 7
Coldplay era la banda favorita de Mercedes y soñábamos con poder ir a un concierto, justo a ese concierto al que entraría con Heze. Su sorpresa fue muy emotiva para mí y cuando me mostró las entradas, no pude contener la emoción y lo abracé dejando escapar un par de lágrimas.
—Sé que me dijiste que no querías verme llorar, pero no puedo evitarlo, esto es algo que deseaba hacer con mi mejor amiga y ahora no puedo creer que estemos frente al gran estadio donde se va a presentar Coldplay —exclamé.
—Lo sé, por eso quise traerte a este lugar.
—Me hubiese encantado que Mercedes estuviera aquí —comenté, viendo hacia la nada.
—Aunque no la puedas ver, ella siempre te acompaña y espera que disfrutes el concierto. Quiere que seas feliz.
Sus palabras me conmovieron y sabía que tenía razón, Mercedes siempre quiso verme feliz. Por ella iba a disfrutar al máximo ese concierto.
Todo fue perfecto, casi mágico: coreábamos con los demás y se sentía como si la banda y el público fuéramos solo uno. "Fix you" era la canción favorita tanto de mi amiga con la mía, así que lloré recordando a Mercedes al cantar la estrofa:
And the tears come streaming down your face
When you lose something, you can't replace
When you love someone, but it goes to waste
Could it be worse?
Casi no podía continuar cantando, cuando de pronto Heze me observó fijamente y entonó el coro con melodiosa voz:
Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you
Pasó su brazo derecho por detrás de mi espalda dejando su mano sobre mi hombro y me dio dos delicadas palmaditas. Después de brindarme una tierna sonrisa, volteamos para seguir observando a la banda en el escenario, que no estaba tan lejos de nosotros.
Siempre recordaré ese día cargado de muchas emociones.
Al día siguiente me levanté con unas ojeras terribles, debido a que Heze y yo habíamos llegado un poco después de la media noche, y Skat me despertó temprano para poder cumplir con el cronograma en el día de Skat de Acuario.
—¡Es hoy! ¡Vamos, arriba que el día apenas comienza! —Exclamó con alegría haciendo un pequeño baile delante de mi cama.
Reí al verlo. Me encantaba su buen ánimo y me impresionaba la energía que poseía.
—Traje mascarillas para ayudarte a combatir esas ojeras. ¡Mira! —Colocó en la cama una bolsa con varias mascarillas faciales, cremas y otros cosméticos de belleza—. Comenzaremos el día hidratando nuestros hermosos rostros.
—¿Usaremos todo eso? —Interrogué, perpleja.
—Hoy solo usaremos algunos, pero te enseñaré a usar los demás para que siempre puedas lucir radiante —mostró su amplia y encantadora sonrisa.
Hice una afirmación alegre con mi cabeza.
Nuestra rutina de Skin Care empezó antes del desayuno y continuó después de este, el cual Skat había traído a mi habitación.
—Es bastante relajante —alegué mientras estábamos acostados sobre la alfombra de mi habitación, con mascarillas sobre nuestros rostros y una rueda de pepino en cada ojo.
—Exacto. Esto es beneficioso para nuestra piel y a la vez es relajante.
Al terminar sentía como si me hubiesen quitado un peso de la cara, mi piel lucía fascinante y mis ojeras ya no estaban pronunciadas.
—Mira como brillas —anunció Skat—. Te ves hermosa.
Reí y le agradecí por lo que hacía por mí.
Skat eligió mi Outfits para ese día de la ropa que me compró Heze: una camisa corta azul claro, suéter abierto de un azul más fuerte, pantalón jogger color gris, tenis tipo botas blanco con azul. Él llevaba un look similar, pero más holgado y lo completó con una bandana deportiva en su cabeza.
Nos dirigimos al centro comercial más grande de la ciudad, en donde entramos a una sala de Just Dance que era muy concurrida por los jóvenes. Yo nunca había bailado, pero mi enérgico compañero me insistió tanto que no me quedó de otra, tuve que participar. Me estaba divirtiendo tanto siguiendo los pasos que aparecían en nuestra pantalla (a pesar de que mi compañero se quedaba con la mejor puntuación), hasta que fuimos interrumpidos por ciertas personas desagradables.
—Vaya, vaya —musitó Francis, una de las chicas populares del colegio—. La tabla decidió salir de su cueva. ¡Y miren! Está aprendiendo a vestirse.
Venía acompañada de Verónica, Juan y Sebastián, quienes rieron por el estúpido comentario de Francis.
—¿Y eso que no estás tan acompañada hoy? ¿Ya se cansaron de ti los otros chicos? —añadió Verónica—. Debe ser vergonzoso andar contigo.
Todos volvieron a reír.
Traté de no darle importancia, sin embargo, me herían sus palabras.
—Vergüenza deben sentir ustedes por creerse mejores que los demás —mencionó Skat con sutileza.
—¿Quién demonios te crees? —Bufó Sebastián.
—Sebastián, el chico que tiene miedo de que todos se enteren de que su padre está en la cárcel acusado de dos asesinatos, ¿o me equivoco? —Dijo Skat sin dejar su lado sutil.
—¡Qué diablos! —Exclamó Sebastián, pero a juzgar por su cara, lo que había dicho mi compañero era cierto.
—¿Eso es cierto, Sebas? —Indagó Francis mostrándose enojada por la sorpresiva noticia.
—Francis, la chica que tiene miedo de que sepan que tiene una ETS.
Ella abrió en gran manera los ojos, perpleja por aquella acusación.
—¡¿Qué?! Estás loco, yo no tengo ninguna maldita ETS, estás mintiendo —respiraba por la boca y se ventilaba con su mano—. Chicos, no le crean a este idiota —rogaba a sus amigos que la miraban asqueados.
—Puedo continuar destapando cosas de ustedes, aunque no es algo que disfrute —declaró Skat de forma amigable—. Y si dudan de lo que sé sobre ustedes, puedo darlo a conocer frente a todo el colegio para ver si ellos van a creerles.