Los siete caballeros del espacio

Día de Zuben de Libra

CAPÍTULO 9

Regresamos a la casa porque Kaus quería preparar una gran cena para mí y para los demás; yo fui su ayudante, debido a que también tenía habilidades culinarias, sin embargo, mis habilidades fueron opacadas por el gran talento que tenía mi compañero en la cocina. Sus manos se movían con destreza, ya lo había visto con anterioridad, pero no había tenido la oportunidad de ayudarlo, y corroboré una vez más lo dedicado que era con la comida.

—Esta va a ser la mejor cena de tu vida, me estoy dedicando muchísimo y ya verás que nunca vas a probar mejor comida que la del gran Kaus de Sagitario —proclamó con entusiasmo, levantando un cuchillo al aire como si se tratara de un trofeo.

—Estoy segura de que así será —afirmé.

Hasta ese momento nadie se había esforzado tanto por prepararme una cena; desde muy pequeña tuve que aprender a alimentarme por mi cuenta, por tanto, ver a Kaus haciendo aquello me hizo sentir agradecida con el universo por permitirme tenerlos, aun cuando solo iban a ser un par de meses, pero, sin duda, serían los mejores meses de mi vida a pesar de todas las dificultades que viviríamos juntos.

Cuando preparábamos el postre, él me echó harina de trigo sobre mi cabeza y tomando aire, le restregué mantequilla en la cara. Sus gritos tan dramatizados me causaron mucha risa, daba la impresión de que lo estuvieran matando. Volvió a atacarme, esa vez con azúcar y huyó antes de que pudiera desquitarme, no obstante, luego de perseguirlo alrededor de la mesa, logré alcanzarlo cuando se resbaló quedando sentado en el piso y me dio tiempo de estrellar dos huevos en su cabeza. Si antes había sido dramático, en ese instante se superó: lloraba de mentira con las manos a los lados de su cara, estaba asqueado.

—Espera —tomé la harina y el azúcar—. En la receta dice que debe llevar esto también —dejé caer el contenido de las bolsas sobre su cabeza.

Yo reía fuerte y él continuó con su drama por unos minutos, luego, levantó su pulgar y sonrió.

—Lo hiciste muy bien, ahora aparte de ser el más guapo del mundo, también seré el mejor postre, ¡delicioso! —sostuvo su rostro con las manos y puso una cara seductora.

Mi abdomen dolía de tanto reír y Kaus me acompañó al verme encorvada y con las manos sobre mi barriga.

Nuestra cena fue dentro de la tienda mágica, acompañados de los demás chicos que degustaron con mucho entusiasmo la deliciosa comida.

—Les agradecemos por preparar esta deliciosa cena, y más a Kaus por permitirnos pasar un rato con Maia a pesar de que no ha acabado su día —declaró Spica.

—Sí, hemos extrañado pasar tiempo contigo —añadió Zuben.

—Tendrás mucho tiempo con ella mañana —le recordó Spica.

—No creo que sea suficiente, pero si Kaus nos ayuda congelando el tiempo...

—No, ni creas que voy a hacer eso, todos tendremos el mismo privilegio —bufó Kaus con la boca medio llena.

—¿Te da miedo que me vuelva la estrella favorita de Maia? —Zuben sacó su lengua.

—Claro que no, yo seré su favorito porque soy el más guapo de todos —replicó Kaus.

Heze, Skat y Dabih reían al ver la escena, Alpherg los miraba incrédulo y Spica bajó su cabeza llevando su mano derecha hasta su frente, estaba avergonzado.

—Bueno, bueno... Ya no discutamos, cuando termine los días de cada uno, estoy seguro de que Maia tendrá un favorito —concluyó Zuben.

Todos estuvieron de acuerdo.

—¿Es tan importante para ustedes que tenga un favorito? —Indagué, frunciendo el ceño.

—Sí —respondieron al unísono.

—¿No pueden ser todos mis favoritos?

—No, siempre habrá uno con el que sientas mayor conexión y ese será tu favorito —contestó Skat.

Durante la velada me sentía nerviosa, porque mis ojos volteaban solos a ver "al personaje", era como si él fuese un imán y yo un metal.

«—Deja de verlo, tonta. Bloquea, bloquea. Ya deja de verlo —me decía a mí misma.»

Alpherg me sonrió levantando su ceja izquierda cuando lo vi y me dio vergüenza, ¡de seguro ya se había dado cuenta! Pero me tranquilizaba que fuera él quien tuviera el poder de leer la mente y no los otros, porque confiaba en su madurez y sabía que no me iba a delatar.

El día siguiente llegó y era el turno de Zuben; él estaba muy contento, mostrando su amplia sonrisa que hacía achicar sus ojos hasta casi formar unas líneas.

—Por fin llegó mi día —musitó.

—¿Por qué les alegra tanto pasar tiempo conmigo? Yo soy la que debería estar emocionada de pasar tiempo con ustedes.

—Hay cosas que aún no entiendes.

—Quizás pueda entender si me explican.

—Si el asunto solo me incluyera a mí, te explicaría, pero, es algo que nos compete a todos y ya quedamos en que te diremos en su momento... Aún no estás preparada.

Sus palabras me causaron intriga y quise indagar hasta conseguir que me contara... Desistí al darme cuenta de que sería imprudente y poco ético tratar de obtener información que me iban a dar en otro momento.

Fuimos al cine a ver una película de Marvel, nos divertimos en una sala de video juegos y terminamos en una pista de hielo en donde yo luchaba por mantenerme de pie, por mi evidente falta de equilibrio. Zuben reía y giraba sobre sus patines con movimientos artísticos que me hicieron pensar que antes de ser una estrella, en su vida practicó danza o algo relacionado.

—Déjame ayudarte —me tomó por las manos—. Relájate, no te dejaré caer.

Asentí y a pesar del temor que sentía, me dejé llevar. Poco a poco me deslizaba con él y cuando sentía que me iba a caer, apretaba sus manos y cerraba mis ojos.

—Te voy a soltar una mano...

—No, por favor, me voy a caer —supliqué.

—No te vas a caer —sonrió.

Con dificultad, empecé a deslizarme con Zuben sosteniéndome de una sola mano; no podía evitar reír como una niña, me sentía como en el aire.



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En el texto hay: dioses, secretos, poderes

Editado: 02.10.2021

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