CAPÍTULO 18
Pasaron cinco días en los cuales pudimos sentirnos tranquilos al no ver actos propiciados por nuestros enemigos; el único que se mantuvo muy preocupado fue Kaus, quien aseguraba que Ton estaba planeando algo mucho peor, una estrategia diabólica, debido a que no se explicaba el porqué no había atacado aún, si contaba con el poder y las herramientas necesarias para hacerlo y sabía dónde encontrarnos.
Por varias ocasiones, Kaus tuvo que usar su poder para que pudiéramos llegar a tiempo al colegio, puesto que él mismo causaba el retraso y su respuesta siempre era: «Un hombre guapo puede tardarse lo que quiera, o, un hombre guapo debe hacerse esperar», y seguido rompía en risas.
A Dabih le gustaba estar con Tata jugando y cuando me acercaba dejaba al cachorro en el suelo y se marchaba a hacer cualquier cosa, no obstante, solía darme cuenta de que me observaba cuando creía que no estaba mirándolo. Su rechazo me hacía sentir mal, me había acostumbrado a sus bromas, sus risas y a compartir con él el cuidado de Tata. Por otro lado, Heze trataba, en lo posible, de pasar más tiempo conmigo y, como creía que eso podía herir a los otros de alguna manera, intentaba que compartiéramos todos juntos.
No podía evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas cuando divisaba la silla que Spica usaba para sentarse a la mesa y pensar en que todo hubiese sido diferente si lo hubiera recordado antes; pero también pensaba en que había compartido una vida con otros cinco a los cuales de seguro amé con todo el corazón. ¿Qué iba a pasar cuando recordara todo y se despertaran viejos sentimientos?
Esa tarde decidimos salir a caminar cerca del lago para respirar aire fresco y relajarnos un poco. Skat y Zuben corrían de un lado a otro mientras jugaban con Tata, Heze practicaba artes marciales con Kaus, Alpherg se quedó dormido sobre el césped, acostado boca arriba y cubriendo su rostro con una gorra. Di unos pasos hasta el lugar en donde se hallaba Dabih sentado, pensativo; me senté a su lado y le obsequié un diente de león que me había encontrado en el camino.
—Aquí tienes, podrás pedir otro deseo —comenté con voz suave.
Sus ojos se fijaron en el diente de león, lo agarró y lo contempló con melancolía.
—Parece que mi deseo no será cumplido —murmuró decepcionado—. Así sople mil de estos la realidad me seguirá golpeando y... Necesito tener el valor de aceptar las cosas como son, porque no cambiarán.
—¿Ya no crees en que los deseos se hacen realidad? —Hice una mueca.
—Dímelo tú... Conoces mi deseo y sabes que no se va a cumplir —me miró a la cara—. ¿Crees que debo seguir creyendo en algo tan tonto?
No supe qué responder, tenía miedo de que mis palabras no ayudaran y terminara dañando lo poco que conseguí avanzar.
Él volteó la mirada hacia Skat que seguía divirtiéndose y suspiró pesadamente.
—A veces me gustaría tener la madurez de Skat, la de Kaus o la que tenía Spica; estoy seguro de que su amor por ti nunca dejó de ser..., quizás les duele tanto como a mí verte con otro, pero que estés feliz es más importante que lo que sienten y por eso hacen lo posible por apoyar tu decisión. Sencillamente, yo no soy como ellos, a mí me duele y lo demuestro...
—Lo siento, en serio no me gusta que estés triste, ustedes no se merecen eso después de lo que han hecho y siguen haciendo por mí; yo... Yo solo les hago daño —me encogí de hombros.
—Intentaré no estar triste delante de ti... —relamió sus labios—, lo que menos quiero es hacerte sentir culpable.
—Te diré algo, la verdad es que...
Kaus me interrumpió al colocarse detrás de nosotros mientras huía de Heze.
—¡Maia, ayúdame! —Exclamaba Kaus en medio de risas.
—Ven aquí, idiota —proclamaba el otro con una sonrisa traviesa en su rostro.
Me uní a ellos por un minuto y cuando busqué a Dabih, este se había ido a hablar con Alph. Quizás fue lo mejor, no era el momento adecuado para decirle que había algo en él que me atraía; cuando lo veía sentía en mi corazón una sensación extraña y a la vez bonita, de una forma distinta a la atracción que sentía por Heze, puesto que mis pensamientos eran abarcados por este último y no por el primero. ¿Skat tenía razón? ¿Tenía sentimientos por ambos chicos? Todo pudo ser más sencillo si hubiese tenido más experiencia en el amor.
En la noche, Skat le tocó acompañarme dentro de la Tienda y fue el momento perfecto para hablar.
—Estuve esperando esto por días —soltó, esbozando una sonrisa.
—¿Por qué? —Arqueé mi ceja derecha.
—Para hablar de lo que pasó la otra noche. Ah, y de lo que pasó hoy.
—¿La otra noche? —Fruncí el ceño, confundida—-. ¿Y hoy? ¿De qué hablas?
—Ay, no te hagas la loca, dime qué pasó esa noche que estuviste a solas con Heze. ¡Tu corazón estaba que estallaba! —Hizo un gesto con sus manos.
—Ah, hablas de esa noche... No pasó nada.
—¿Nada? Alpherg y yo nos dimos cuenta de que algo pasaba y quién sabe qué estaba pasando por tu mente que el pobre Alph se sorprendió mucho.
—No sé de qué estás hablando —trataba de disimular.
—¡Vamos, dime! Lo más seguro es que se besaron, ¿o me equivoco —levantó su ceja y cruzó sus brazos sobre su abdomen.
Estoy convencida de que mis mejillas se ruborizaron debido a que Skat no aguantó las ganas de reír y tuve que silenciarlo poniendo mis manos sobre su boca.
—Te van a oír —llamé su atención.
Hizo una rápida afirmación con su cabeza y quité mis manos de su cara.
—Entonces sí se besaron —musitó, risueño—. Eso imaginaba.
—¿No te sientes mal de hablar estas cosas conmigo? —Pregunté por curiosidad.
—¿Lo dices por lo que significas para mí? —Afirmé y él continuó—: Te conocí en tu cuarta vida y fui muy feliz a tu lado... Sé que me amaste, tanto que hasta preferiste perder tu luz a verme desaparecer. Te vi morir de una forma muy dolorosa y, fue por mí, por lo mucho que me amaste. Lo menos que te mereces es ser feliz; así que no importa si no es conmigo con tal de que seas feliz. Sé que dentro de tu corazón siempre habrá un espacio que me pertenece. Además, ya te vi enamorarte de Zuben y de Dabih.