Los siete caballeros del espacio

Sexto amor

Capítulo 30

Como si ya no era suficiente el dolor que me estaban causando, la estrella que escuchaba gritar era Dabih y por causa de nuestros encuentros había creado una conexión un poco más fuerte con él, por lo cual me desesperó mucho pensar que ya no lo volvería a ver...que estaba a punto de perderlo para siempre.

—¡Dabih! —Chillé.

Resbalando en el barro donde caímos intenté usar la Piedra Pandora para crear un portal y entregarme, mi mente se había nublado con el único deseo de rescatar a Dabih y a los demás.

—¡Maia, no lo hagas! —Gritó Heze y corrió en mi dirección.

El portal estaba abierto y al tratar de entrar Heze me haló hacia él y me detuvo.

—Déjame, no puedo dejar que los sigan torturando hasta la muerte —vociferé y forcejeé con él—. Déjame ayudarlos.

—Lo siento, no puedo dejar que hagas eso, los demás no me lo perdonarían. Tú debes continuar, no puedes darte por vencida.

—Por favor —le rogué al sentir nuevamente los gritos de Dabih y el dolor que me causaba—. Debo hacer algo.

—Lo mejor que puedes hacer es seguir adelante, eso es lo que todos ellos quieren —me abrazó con fuerza—. Resiste.

Al desmayarme supe lo que vendría y no estaba preparada para eso, aunque ya lo había vivido con tres de mis estrellas. Mi sexta vida pasó delante de mí trayendo hermosos recuerdos y eso me llevó a comprender el porqué aún en esta vida llegué a sentir algo por Dabih. Nuestra vida juntos estuvo llena de mucha felicidad, magia y experiencias que hicieron que nuestra conexión se volviera cada vez más fuerte; tal conexión empujó residuos de ese amor a esta vida, y era inevitable dejarlos pasar.

La silueta de Dabih apareció delante de mí y yo fui quien di el primer paso para abrazarlo al mismo tiempo que derramaba mi dolor por medio de lágrimas.

—Me hubiese gustado que recordaras todo esto antes, sin embargo, nuestro amor fue tan grande que aún sin recordar nuestra vida juntos pudiste sentir algo por mí en esta vida que no me pertenece —declaró con la voz varonil que tanto me encantaba.

—Haré hasta lo imposible para que logres sonreír ampliamente y obtengas la constelación que con todo tu corazón deseaste.

—Quizás no pude tener la constelación —me separó tomándome con delicadeza por los hombros—, pero tuve algo mayor que eso, te tuve a ti y me es suficiente para ser feliz antes de desaparecer. Soy feliz de saber que habrá un lugar en donde siempre existiré —señaló mi corazón.

—Nunca dejarás de existir para mí, te lo prometo.

Me brindó una sutil sonrisa y acarició mi cabello mientras comenzaba a desaparecer.

—Te amo —susurró.

—También te amo.

Ya estaba cansada de llorar tanto, así que ese dolor lo fui convirtiendo en rabia, quería que Cronos y todos sus aliados pagaran por lo que estaban haciendo.

Al abrir mis ojos me encontré rodeada por los brazos de Heze y también lo abracé, hundiendo mi rostro en su pecho, llorando de tristeza y de impotencia.

Heze se mantuvo en silencio hasta que yo me calmé un poco.

—Lo siento —dijo en voz baja—. En esta vida has sufrido más que en cualquier otra y yo no he podido brindarte felicidad.

Me separé de él para poder mirarlo a la cara, su semblante triste y las lágrimas cayendo lentamente de sus ojos me conmovieron.

—Claro que lo hiciste —aclaré—, por ejemplo, el día que me llevaste al concierto al cual tenía planeado ir con Mercedes. Ese día me hiciste muy feliz. Tanto sufrimiento en esta vida me ha servido para apreciar los pequeños momentos de felicidad, y créeme que gracias a ustedes he tenido muchos.

—Desearía que las cosas hubiesen sido diferentes para ambos, no lo sé, tener una vida normal... Un noviazgo normal.

—¿Normal? Mercedes siempre decía que lo normal es aburrido y yo concuerdo con ella —suspiré—. Todo lo que vivimos nos servirá de experiencia para la eternidad.

Se quedó en silencio por un momento y luego dio unas ligeras palmaditas en mi cabeza.

—Tienes razón. ¿Desde cuándo aprendiste tanto, eh?

—Para que veas que todos sus esfuerzos para ayudarme no fueron en vano —curvé mis labios en una ligera sonrisa.

Faltaba menos para llegar a nuestro destino y sabía a ciencia cierta que Cronos trataría de impedir a toda costa que Heze y yo lográramos la fusión. En el portal no fuimos interrumpidos y eso me dio un mal presentimiento: algo peor estaba a punto de pasar. Heze también lo presentía.

—Maia, escúchame. Sea lo que sea que pase, no pierdas de vista tu objetivo, tienes que llegar a la copa y verter un poco de tu sangre.

—Tú también debes hacerlo.

—Lo sé, pero yo solo necesitaré un par de segundos para hacerlo.

Recordé que su poder era ser veloz.

El portal nos presentó la salida y ambos nos dimos una última mirada. El lugar santo era una especie de templo gigante erguido en las alturas, hecho de un material que parecía de oro con diamantes incrustados. El piso brillaba, pero no tanto como la copa que sostenían en sus manos dos estatuas de ángeles, estaba al final del pasillo que se extendía frente a nosotros.

No tuve tiempo de apreciar más el lugar porque enseguida fuimos rodeados por docenas de Black Holes liderados por Ton. Delante de mí arrodillaron a Skat y a Alpherg, estaban heridos y sabía que si despertaban sentiría sus agonías.

Quise ir por ellos, no obstante, me detuve en seco cuando apareció Cronos con su escalofriante semblante. ¿Cómo era posible que ese monstruo fuera mi padre?

—¿Creíste que sería fácil llegar hasta aquí? —Me brindó una sonrisa malvada que deseé borrar de su rostro—. Intenté hacerte entender que no podrías contra mí, Ton dijo que regresarías si iba matando a estas miserables estrellas, pero veo que te has vuelto más fuerte.

—¡Te odio! —Me había salido de lo más profundo de mi ser.



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En el texto hay: dioses, secretos, poderes

Editado: 02.10.2021

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