Los Susurros De La Llorona

Donde la lluvia sube, las almas se arrastran

Félix no pudo moverse.
El niño frente a él no era un niño.
Tenía el cuerpo de uno…
pero los ojos eran vacíos.
No ciegos.
Vacíos como túneles.

Detrás de él, la niebla comenzó a cerrarse.
El mundo se volvía barro.
No era tierra mojada.
Era piel podrida, suave y tibia, que se hundía bajo sus pasos.

> —¿Dónde estoy…?
—¿Esto es un sueño?

El niño ladeó la cabeza, otra vez.

> —No.
Esto es lo que queda cuando no volvés.
Donde venimos los que fuimos elegidos.
Y vos… ya estás casi completo.

**

Félix caminó con pasos torpes.
Cada movimiento hacía que el ambiente cambiara.

La lluvia no caía.
Subía.
Desde el barro, desde las grietas, desde las bocas abiertas en el suelo.

Y los árboles.
No eran árboles.
Eran figuras… colgando.

Niños.
Mujeres.
Hombres de épocas distintas.
Algunos con sogas, otros con marcas de agua en el cuello.
Todos mirándolo.
Todos susurrando.

> —Ayúdanos…
—Recuérdanos…
—Dejala entrar…
—No pelees…
—Ya sos parte…

**

Félix sintió que la cabeza le ardía.
Como si alguien metiera recuerdos que no eran suyos.

Vio a una mujer en un río.
Tirando a un bebé.
Llorando.
Y riendo.

Vio una cuna hecha con huesos.
Una madre cantando sin lengua.

Vio su casa…
años atrás.
Otra familia.
Otra noche.
Y el mismo grito:

> —¡Mis hijos…!

**

Félix cayó de rodillas.
Y entonces, ella apareció.

No caminaba.
Flotaba.

Vestido blanco.
Cabello empapado.
Y una cara que cambiaba:
era su madre,
luego la mujer del río,
luego… nadie.

Solo ojos.
Solo vacío.

> —¿Te asusta?
Pero naciste para esto.
¿Sabés por qué los demás mueren y vos no?

Ella se acercó.
Y le susurró al oído:

> —Porque sos el último hijo.
El que me va a devolver el cuerpo.

**

Félix gritó.
Pero el grito no salió.
Porque su boca ya no era suya.
Porque sentía dedos largos apretando su garganta…
desde adentro.

**

Los colgados comenzaron a reír.
La lluvia lo cubría todo.
Y Félix sintió que su alma se deslizaba fuera del cuerpo.
Como si algo tomara el control.

> —Ya no vas a tener miedo, mi niño.
Porque vos…
vas a ser yo.




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