Capítulo II | Escalada

—¿Qué harás hoy?

Habían pasado tan solo ya dos meses de a verla visto, tan solo sesenta días de a ver también conocido.

—¿Qué deseas hacer tú hoy?

Estábamos en una cafetería. Su, la castaña de cabello alborotado me salvó la vida; no le he preguntado qué estaba haciendo sola en un décimo piso a tan altas horas de la noche, también no es algo que debería inmiscuir si ella no piensa decir.

—¿Te parece un karaoke? —Respondió a la vez que se inclinaba un poco hacia la mesa tomando una minuciosa porción de pan y lo sumergía en su vaso de leche.

—Está bien, ¿Pasó por ti después de cerrar el estudio? — imite lo mismo que realizó la castaña de veintitrés años.

—Claro. Podría a las ocho de la noche, a esa hora concluyó mi clase —Sonríe tiernamente y me recuerda un poco a ella.

—Perfecto entonces —acaricia levemente su cabeza y sonrió de vuelta —Oye Su, sé que no tiene mucho que nos conocimos, pero... —Me detuve un poco antes de preguntar — ¿Qué hacías esa noche en ese lugar?

Noto que robé la atención de la castaña y me mira con nerviosismo —Yo vivo en ese edificio recuerda —dio un trago nuevamente a su vaso de leche — ese día iba saliendo de mi departamento, quería un poco de aire y subí. Fue cuando te vi casi al momento de saltar, corrí tan rápido y te jalé hacia atrás con toda la fuerza que podía tener.

—¿Todo fue por tomar aire?

—Así es. Fue una casualidad tan peculiar, pero sobre todo importante — Miraba directamente a mi rostro buscando una señal.

—¿Porqué? — solté una tonta pregunta.

—¡Ay!, ¿Que eres tonto? —inclinándose un poco hacia mí y me dio un pequeño golpe en la frente haciendo que diera un leve quejido —Si no hubiera salido a tomar aire, dime —Volvió a su posición anterior un poco mas cómoda — ¿Quién te hubiera salvado?

Eso era verdad, ¿Quién lo hubiera hecho?

—Pero no era para que me pegaras sonsa —Le de volví el golpe de la misma forma que ella conmigo.

—Eres un tonto, uno que me cae bien —levantándose de su asiento por completo se acercó para darme un abrazo. Lo sentí tan sincero y le respondí de vuelta.

—Vamos en escalada.

—Vamos hasta el cielo Jos

Hasta el cielo