—Bien, preséntate al grupo y dinos sobre el porqué estás aquí con nosotros. —Mencionó la joven de unos veintitantos años, de complexión mediana y un poco baja sentada junto a la multitud.
Me costó tanto venir aquí, la partida de mi vida tanto con una y otra provocó consecuencias graves en las tomas de decisiones, aquellas que provocaron que cayera en el veneno más mejor visto por la sociedad, el alcohol.
—Bueno...— respire hondo antes de hablar — Me llamo Joel Jaramillo y ... —«El primer paso para cambiar es aceptar que estás mal» — y soy alcohólico.
[No solo alcohólico,
también indeciso,
de poco amor e
imprudente.
El primer paso para cambiar,
es el aceptar que estás mal.
El segundo es pedir ayuda,
tercero y cuarto aún no lo sé.
Espero que el quinto sea ser feliz.]
—Disculpa, me da un gusto conocerle— se dirigió a mí una joven de unos veintitrés años, junto a ella traía unos libros. — Mi nombre es Elideth, soy gran seguidora de sus obras señor Joel. —Me entregó unos cuantos de los libros que traía y con gusto los firmé.
—El gusto es mío, y gracias por seguir mi trayectoria —le sonreí.
Aquella chica tan simpática me miró con admiración, que triste ingenua si supiera realmente a quien admira con tanta ilusión.
—Disculpe señor, le podría preguntar algo con total sinceridad— masculló.
—Dime
¿Aún tiene a sus musas con usted o las tiene en el corazón?
Y solo esa pregunta me lastimó, para realizar otro poemario de mi estúpido corazón.
Otra historia donde ella y yo terminamos felices, en la que mi vida era ella y yo solo su conejillo de indias. Una historia ficticia donde ella por más que tomara no la olvidaba. Era ella o aquella. Ambas o solo una de ellas.
¿Por qué igual?
¿Por qué el mismo nombre?
¿Por qué solo es ella?
¿Por qué tú?