Lucia, luz y poder

Capítulo X

Lucia.

Estoy parada junto a mi familia, mis amigos, el tío Gorge y su nieto. Todos están pendiente de mi respuesta y yo ando deseando que la tierra se abra y me trague.

Cómo se le ocurre a mi abuela hacerle semejante proposición a Darek sin consultármelo. Yo creo que estoy más roja que un tomate, ella solo ríe con picardía y me mira con insistencia para que hable. Suelto el aire que ni sabía tenía retenido y me dispongo a responder.

—Será un honor asistir al evento en tu compañía.  —Termino respondiendo más por cortesía que por deseo propio.

—Me pasas tu número y dirección para poder recogerte, prometo ser puntual —pide Darek.

—Tranquilo, no es necesario, nos vemos en el lugar del evento —le informo—. No es necesario causarte tantas molestias.

—Para mí es un honor llegar a la fiesta con la hermosa anfitriona —afirma con una sonrisa cálida que hace que mi corazón lata fuerte. En ese momento se escucha un sonido proveniente de su celular.

—Eso que te acaba de llegar es un mensaje de Carlos dándote las indicaciones necesarias para que recojas a mi nieta —dice mi abuelo—, conociendo lo terca que es mi nieta, sé que va a seguir insistiendo con que no la recojas. Esta será una gran noche y es mejor que llegue acompañada, no solo celebraremos su cumpleaños veinticinco, sino que será presentada como la nueva directora general de D'Moda. Este mundo de los negocios a veces suele ser hostil con los jóvenes, por tanto, toca hacer todo bien calculando con anterioridad cada paso.

—Esta vida es loca —dice Aiza—, resulta ser que el amigo de Víctor es el compañero de infancia del que tanto nos hablaba Luz.

—Cómo, ya se conocen —cuestiona Aya.

—El sábado por la noche salimos a conocer al amigo de Víctor y aunque Luci se fue antes de verlo, nosotros cuatro pasamos una agradable velada con él. —Les explica Vero sin imaginar que es la persona con la que me tropecé en el ascensor y la que me salvó de ser atropellada en la calle a la salida del bar luego de ver a Marcos y a Brenda en el privado—. Quién se podía imaginar que era amigo de la familia y abogado de D'Moda.

—Este mundo es un pañuelo y lo real es que se encarga de acomodar todo en su sitio justo —agrega Gorge.

Nos dirigimos a la salida, mis abuelos se marchan a su casa así como Gorge y su nieto. Mis amigos vienen conmigo en la limusina, deben ir a mi apartamento para recoger sus autos.

Las chicas se disculpan por no quedarse conmigo, pero deben ir a sus respectivos departamentos, ya que la ropa que quieren vestir la tienen allá.

—No se preocupen, estoy bien y luego que intentara pegarme estoy convencida de que lo mejor es haberlo sacado de mi camino. —Les digo en un intento de calmarlas, sé cuánto se preocupan por mí.

Llegamos, ellos van a sus autos, después de darme abrazos mientras mis amigas se quedan conversando conmigo.

—Luz, no tengas pena, si quieres los chicos nos traen las cosas y te acompañamos —dice Aiza.

—Tranquilas, estoy bien —insisto—. Solo que hay algo que no saben.

—¿Quééé? —cuestiona Vero curiosa.

—Darek es el chico del elevador…

—Ahora si me quedo, quiero el chisme completo —agrega Vero.

—No hay chisme, lo anterior ya lo saben a detalles y esto lo acabo de descubrir. Ustedes lo presenciaron todo. —comento.

—El destino insiste en unirlos —agrega Aiza.

—Se van o se quedan —grita Víctor impaciente al vernos apartadas conversando.

—Son incorregibles, siempre andan juntas, no hay quien las separe y siempre tienen cosas que contarse —dice Carlos.

—Mejor se esperan quietos, que si ya nos conocen para qué protestan —les alerta Vero.

—Por eso tu incomodidad cuando la abuela le pidió que te acompañara —recuerda Aiza.

—¿Fui tan evidente? —pregunto inquieta.

—Para el resto no sé, pero para nosotras sí —afirma Vero.

—Si quieres, nos quedamos y nos vamos todos juntos y así no te verás obligada a estar a solas con él —indica Aiza—. Así puedes evitar sentirte incómoda.

—Tranquila, chicas, estaré bien, de todas formas en algún momento estaremos a solas y es mejor hacerlo desde ya para evitar situaciones tensas, al final trabajaremos juntos y por nuestro círculo de amigos estaremos encontrándonos frecuentemente. Les agradezco, pero vayan tranquilas, estaré bien. —Nos despedimos entre besos y abrazos y con la promesa de que las llamaré si las necesito.

—Al fin. —Suelta, Víctor, en un lamento.

—Acostúmbrate, hermano, no las vamos a cambiar. —Lo reconforta Carlos.

Los chicos al fin se van y yo me dirijo hacia mi apartamento. Voy directo al cuarto, me desvisto, entro al baño y preparo una calentita tina en la que me sumerjo. 

Ya dentro del agua rememoro lo ocurrido de hoy. Ha sido un día intenso, pero por suerte todo ha ido bien. Recuerdo el rostro desfigurado de Marcos cuando se me vino encima y agradezco la oportuna intervención de Darek. ¿Cómo pude estar tan ciega con él? ¿Cómo nunca me di cuenta del monstruo que era?




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