Lucia, luz y poder

Capitulo XI

Lucia.

Estoy en mi closet y he seleccionado cuatro opciones, la primera, un vestido blanco que descarto de inmediato, ya que en la mañana me presenté a la empresa luciendo ese color y los periodistas tomaron fotografías, no debo repetir.

Me llevo a mi cama los otros tres que son uno rojo, otro azul y, el último negro. Si algo tengo claro es que el que escoja tiene que ser elegante, atrevido y moderno. El negro es elegante, pero muy sobrio, por lo que también desisto de él. Ante la indecisión que tengo para seleccionar el adecuado marco por cámara a las chicas. 

—Hola amigas, ando en un problema enorme y necesito sus consejos con urgencia. 

—A ver para qué somos buenas —salta Vero de inmediato, les enfoco las perchas donde se encuentran las dos prendas. 

—No puedo elegir uno, saben que estos dos modelos son especiales para mí. —Les aviso.

—Claro, cómo no, si con uno te graduaste con la máxima calificación en alta costura y con el otro ganaste aquel concurso internacional de Viena. —Recuerda Aiza—. Yo elegiría el azul con ese cuello de impacto.

—El rojo es mejor —rebate Vero.

—No creo, ese cuello de reina del azul te dará todo el glamour que necesitas.

—Es muy pretencioso, ella necesita impactar, pero no irse por encima del resto —enuncia Vero—. A decir verdad, el rojo me gusta, pero no me mata. Dónde está el último, en el que estabas trabajando para la colección de apertura de la casa de modas.

—¿Cuál, el plateado? —pregunto.

—No, el otro rojo, el que tiene un tajo de infarto en la pierna izquierda —explica—, el que le probaste Aiza, el de cuello alto y mangas largas.

—Ese sí tiene de todo, ese es el que necesitas —agrega Aiza dando salticos.

—¿Ustedes dos están de acuerdo en algo? —cuestiono, haciéndome la sorprendida, si hay dos personas con criterios diferentes son estas dos.

—Para que veas —gritan al unísono.

—Hoy es un día épico, debí grabarlas —Sigo molestando. —Esperen ya regreso, no puedo creer que coincidan. Pensé que esta elección sería una guerra entre los dos y me encuentro con que tienen criterios coincidentes. —Voy directo al lugar donde tengo el vestido que las chicas dicen y me lo pongo.

—Digan qué les parece —cuestiono modelando ante la cámara. 

—Perfecto —dice Aiza.

—Definitivamente, ese es el atuendo que necesitas, estás impactante. —postula Vero.

—Realmente me había olvidado de él. —Me paro frente al espejo, me veo perfecta—. Creo que me recogeré el cabello.

—Por supuesto, ese escote en la espalda merece mostrarse —asegura Vero—, es de muerte súbita, pero el que se va a morir es el abuelo cuando vea tus escotes.

—Pero si voy de cuello alto y mangas largas. —Estallamos en risas imaginando el ceño fruncido del abuelo Rodrigo—. Niñas gracias, me salvaron.  Ahora termino de arreglarme que ya estoy sobre la hora y en cualquier momento vienen por mí. —Les digo a modo de despedida.

—Estarás hermosa, cuidado no choquen. —Suelta, Vero sin pensar mientras sube las cejas sugerentes. 

—Cómo dices esas cosas, el mal no se llama porque se atrae. —La reprende Aiza.

—Es que nuestra amiga puede ser una distracción y yo solo alerto —sisea Vero con cara sugerente—. Hay un guapo de ojos azules que no sabrá si mirar al volante o a la copiloto.

—Chicas no empiecen, las amo y las dejo, estoy superatrasada —digo tajante, Vero ha tocado tema del que no quiero hablar, no quiero sentirme más inquieta de lo que ya estoy.

—Ajaaa y qué más, ya quieres ver al abogado de los ojos azules —dice Vero.

—Sabes como es el abuelo con la puntualidad —Intento cambiar el tema.

—A tu abuelo tenemos que enseñarles que nosotras no llegamos tarde nunca, además lo bueno se hace esperar —dice Vero y les mando un beso y cierro la llamada, sino se pasa la noche en lo mismo. 

Realmente estoy algo nerviosa con lo de ir sola con Darek a la fiesta, el trayecto me inquieta. No tengo idea cómo tratarlo, está tan cambiado mi amigo de la infancia, no sé ni lo que siento cuándo está junto a mí. 

Estar a su lado me hace sentir confiada, pero a la vez me siento inquieta, cada vez que lo miro me ruborizo y un calor recorre mi cuerpo, no sé cómo definirlo, pero es lo que siento, simplemente mi cuerpo se estremece, vibra. 

Comienzo mi maquillaje optando por un tono cálido como terracota que se ve de manera impresionante con mis ojos verdes, se ven más vibrantes.

Para crear una impactante mirada utilizo un delineador verde esmeralda complementado con una máscara de pestaña que le añade volumen y longitud.

Defino mis cejas, sin exagerar para dar equilibrio al look, ilumino el ángulo interno de mis ojos y pinto mis labios con un tono nude. 

Definitivamente, un moño bajo con una raya a la izquierda es el que me hago para que haya continuidad con el escote de mi vestido, además, si hay un peinado que nunca falla y que puedes lucir en cualquier momento y ocasión es ese.




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