Darek.
Aquí estoy con Lucia pegada a mi pecho, no sé cómo reaccionar. Estoy como paralizado con el martilleo en mi cabeza, de sus palabras, de cómo le pedía a Carlos encontrarse.
Quiero ceder llenarla de besos, aunque necesito saber qué está sucediendo realmente, por qué habla con ese tipo, por qué dos teléfonos, por qué tiembla en mis brazos buscando refugio. Necesito saber y quiero saber qué está sucediendo.
La separo de mí y voy a su buró, tomo los dos celulares y la miro los ojos.
—Quizás no tenga derechos, quizás entendí mal esta mañana cuando creí que decimos intentarlo —pronuncio parco—, quiero saber por qué dos teléfonos, y por qué utilizas este para comunicarte con Marcos. Me puedes explicar por qué me estoy volviendo loco y no quiero sacar conjetura. Prefiero escucharte. —Siseo lo más calmado que puedo, pero sin ocultar mi molestia ni elevar el tono de mi voz.
—Cómo sabe —pregunta—, perdón, eso no es importante ahora, por eso te dije que llegaste en el momento justo cuando mandé a llamar a tu abuelo. Estoy muy preocupada y necesito que sepan y me ayuden. No pretendo ser alarmista, pero creo que la situación es difícil.
—Llegué y Ana no estaba —no puedo descubrirla—, creo que había ido al baño, entonces llegué hasta la puerta, iba a entrar cuando te escuché hablando con Marcos y no quise interrumpir. Decidí irme cuando Ana me detuvo y luego saliste tú.
—Qué tanto escuchaste —cuestiona.
—Solo te oí llamarlo por su nombre, no sé qué hablaban, ni por qué otro teléfono para hacerlo. —No quiero que sepa lo que escuché, quiero confrontar su historia y saber si es sincera. Ella me interesa mucho, veo sinceridad en sus ojos y siento que me está hablando sin mentiras. Espero no equivocarme
—Dime que prefieres que te lo cuente a ti o esperamos a tu abuelo para hacerlo una única vez. —En este punto me mira con sus hermosos ojos y se me acerca—. Entonces, ese es el motivo por el que estás tan molesto, pensé que se había acabado la ilusión de la mañana —sisea coqueta mientras se muerde su labio y se pega a mí. —Fui muy seria esta mañana cuando dije que lo intentáramos y sí, quiero seguir sintiendo lo que me provocas. Llevaba meses de relaciones con Marcos y nunca logré sentirme una décima parte de como me siento contigo. Seré frontal en nuestra relación y la disfrutaré mientras dure y espero que no acabe. Solo vayamos con calma, no quiero ocultarte, pero todo a su tiempo.
—Lo siento todo es tan confuso, esperemos al abuelo —declaro ya convencido de que es sincera, que hay más detrás lo que escuché y que me quiere incluir.
—Como lo esperamos, así o me alejo —susurra en mi oído y roza sus labios con los míos—, te robo un beso o me los das, no es bien visto que las rosas no traigan premio. —Continúa hablándome en un susurro provocador y todo se me olvida, mi sentido común sale de paseo. La tomo del cuello con fiereza y la beso sin control ninguno, dejo que esta locura se apodere de mí, la cargo, la siento sobre su buró, me apodero de sus labios. Qué poder ejerce sobre mí esta mujer que no me permite razonar, su cercanía me hace esclavo de mis instintos.
Es un beso demandante donde descargo mis miedos y mi frustración por ceder tan fácil ante ella. Es un beso exigente con el que quiero descubrir cuán cierta es su entrega, si lo desea tanto como yo.
Ella no se resiste, se comporta tan demandante como yo, sé que desea lo mismo. Es exigente en su beso también, su entrega se siente perfecta, completa. Derriba mis barreras y quedó totalmente a su merced, me esclaviza, me somete.
Nos quedamos sin aliento, nos miramos y en sus ojos veo tanto deseo que quiero más, sus carnosos labios están inflamados, están rojos.
—Te lastimé, lo siento. —Le digo y las palabras se me entrecortan, aún me falta el aire.
—Fue diferente… exquisito, quiero más —expresa y se muerde el labio como invitación. No tiene idea todo lo que provoca con ese simple gesto. —Quiero más, pero no aquí, quiero que me des más besos como ese y como quieras, tan solo quiero estar en otro lugar, tu abuelo está por llegar y no quiero que nos encuentre así. Es cuestión de respeto, un paso a la vez.
Me empuja para que me separe, pero yo me pego más a ella, quiero que sienta lo que provoca. Se ve graciosa al sentirme, se sonroja y baja la mirada.
—No te preocupes, iré a tu ritmo, solo necesito que sepas lo que provocas en mí y asegurarte que por ti pongo el mundo de cabeza. —Le doy un casto beso, la ayudo a bajar. Esta mujer está loca, pide calma y me arrastra como volcán en erupción haciéndome arde.
Nos acomodamos la ropa, va hasta el lugar donde quedó el ramo de flores y las lleva a un jarrón.
—Es tan hermosas, me encantan. Siento haberte arruinado la sorpresa. Tu abuelo debe estar por llegar, ya lo entenderás todo.
—Tranquila, te prometo que habrá próxima vez y que te lograré sorprender. Prometo que en la siguiente ocasión no me detengo a menos que tú lo pidas —parafraseo con doble intención, adoro verla sonrojar, ver ese lado ingenuo que contrasta con la mujer imponente que es.
Me siento en uno de los sillones que hay frente a su mesa de trabajo y me dispongo a esperar a mi abuelo mientras ella se me acerca y me acaricia el rostro. Aún está roja.