Lucia, luz y poder

Capítulo XX

Lucia.

Salimos los dos de las manos del edificio rumbo al auto de Darek, tomamos la decisión de viajar en el de él, luego de conversar con los abuelos iremos a cenar. En un inicio pensé que me quedaría en casa con mis viejitos, pero con su invitación cambié los planes.

Este hombre es increíble, solo en unos días ha puesto mi mundo de cabeza, no diré que estoy locamente enamorada, aunque pienso que con él he experimentado sensaciones, emociones que no conocía. Estoy dispuesta a intentarlo y disfrutarlo mientras dure, solo espero sea por siempre porque me gusta lo que estoy viviendo.

Estamos transitando por la carretera bordeadas de árboles que se mecen suavemente con la brisa. Mientras conduce, voy perdida en mis pensamientos, contemplo este breve lapso de tiempo que me separa de reencontrarme con mi amigo de la infancia, después de más de 15 años. Los recuerdos pintan mi rostro con una mezcla de emoción y nostalgia. En mi mente, resuenan risas infantiles, momentos compartidos, y todas las emociones positivas que él ha despertado en mí en solo unos días, es como si me envolviera en una cálida manta emocional.

La carretera se extiende ante nosotros, compartimos risas nerviosas mientras el sol se sumerge con tonos cálidos en el horizonte. Una hermosa melodía resuena en el auto, tejiendo un ambiente de complicidad. Jugueteo con un mechón de cabello, mientras Darek desliza sus dedos enlazando los míos. A través de la ventanilla, se ven las luces titilantes de la ciudad mientras nos aventuramos en el corto recorrido. En el silencio cómplice, nuestras miradas se cruzaban, un lenguaje no hablado que sella el inicio de una historia compartida. 

Llegamos a la mansión Alcántara seguidos de los guardaespaldas, Darek me abre la puerta del auto y toma mi mano para que baje.

—Aquí es mejor que no me tomes la mano, los abuelos pueden ver. —Vinimos por otro asunto y no quiero apresurar nada, creo que ya esto ha sido veloz, intempestivo e inesperado.

—Tranquila, solo te ayudo a bajar, aunque considero prudente, bajo el panorama actual, que ellos sepan. —Me dice y realmente no estoy segura, pero últimamente no estoy segura de nada, las cosas solo suceden, se van de mi control.

—Todo a su tiempo —replico.

 

Darek.

De inmediato somos recibidos por los abuelos de Lucia, el señor Rodrigo y la abuela Eva, a quien le decíamos desde pequeños Aya. A mi bonita la llenan de mimos y cariños, a mí me regalan un cálido abrazo.

—A ver mi niña, tenemos que hablar —exige el abuelo con tono demandante dirigiéndose a Lucia—, quieres explicarme todo ese despliegue de seguridad. —Apunta a los guardaespaldas—. ¿Está sucediendo algo? Necesito saber.

—Calma abuelo —pide—, a eso hemos venido, a explicarle.

—En la tarde llegaron, cuando fui a salir a la estilista, me dijeron que mejor me quedara en casa hasta hablar contigo —explica su abuela alarmada.

—Vamos al despacho —propone Lucia y nos dirigimos a la estancia. 

—¿Lucia, me permites que les explique? —Le pido y ella acepta con movimiento afirmativo de cabeza y les relato a los ancianos todo lo que sucede.

—Ya sabía yo que la liebre iba a saltar por algún lado, yo como tu hijo no me fio de ese dominguillo —expresa su abuela.

—Creo que han tomado las medidas correctas y si tu abuelo y ese amigo tuyo, el comandante, están al tanto, me quedo más tranquilo —apunta el señor Rodrigo—. Has tenido un inicio difícil, pequeña, pero con el apoyo de todos irá bien.

—Yo no confío en la versión que está dando y es mejor estar alertas, eviten salir a menos que sea de imperiosa necesidad —afirmo mientras me debato en contarle a los abuelos de ella mis sentimientos, conozco su negativa al respecto—. Hay otro tema que quiero tocar con ustedes si Lucia lo permite. —Veo como se pone roja y a pesar de ello, me regala una sonrisa de asentimiento.

—Pero hay más —cuestiona la abuela.

—Permítanme expresarles los sentimientos que albergo hacia su querida nieta. —les digo utilizando un tono solemne—. Desde que se cruzó mi camino, se ha convertido en el centro de mi mundo. Su belleza es cautivadora, pero lo que realmente me enamora es su nobleza y su manera de irradiar amor hacia todos los que la rodean. Es una persona excepcional, llena de bondad y dulzura, y si tengo la suerte, quiero poder experimentar su amor de cerca. 

»Sé que es precipitado, que hace poco nos reencontramos, pero aún, sin identificarla, sin saber quién era comencé a sentir por ella. —El rostro de Rodrigo se mantiene inexpresivo, en cambio, la abuela me regala una sonrisa que me alienta a seguir. 

»No sé si el amor a primera vista existe, si es esto que siento, pero desde el primer reencuentro me enamoré. —Lucia baja la cabeza, se ve nerviosa, me acerco a ella y tomo su mano.

»Al observar su amor y entrega hacia su nieta, he comprendido que ustedes son un reflejo de su maravillosa crianza. Vuestra sabiduría y experiencia, son invaluables, y los admiro profundamente. Me siento afortunado de poder amar a alguien que ha sido criada con tanto amor y cuidado por ustedes —la abuela hace gestos de aplausos sin emitir sonidos detrás del abuelo, se sonríe y me anima a continuar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.