Lucia, luz y poder

Capítulo XXI

Narrador omnisciente.

El elegante restaurante está bañado en la suave luz de las velas, creando un ambiente íntimo y romántico. Darek le venda  los ojos a Lucia y la toma de la mano y la guía  al interior del lugar. Llegan hasta una mesa que se encuentra en un balcón  donde se aprecia la luna, majestuosa, hermosa  y que les regala un escenario impresionante, único.

—Esta noche la luna solo es opacada por tu belleza, Lucia —murmura Darek, su voz suave como el susurro de la brisa en una noche estrellada mientras le retira la venda y ella está fascinada con la vista. Lucia sonríe, sus ojos brillan con anticipación.

—Gracias, Darek. Este lugar es maravilloso. —Se sientan frente a frente, y Darek toma su mano con ternura. 

—Quería que esta noche fuera especial. Permíteme sorprenderte. —El camarero apareció con una botella de vino, y Darek la destapó con un gesto hábil—. Un brindis por nosotros —dijo, levantando las copas.

—Por nosotros —respondió Lucia, sus ojos conectando con los de Darek.

La conversación fluía como un río tranquilo, pero Darek guarda un as bajo la manga. De repente, una melodía suave empieza a llenar la sala, proveniente de un violinista discretamente escondido.

—¿Esto es para mí? —Lucia arquea una ceja, sorprendida. Darek asiente con una sonrisa encantadora. 

—Un pequeño regalo. ¿Bailarías conmigo? 

Y así, entre risas y susurros, Darek y Lucia se levantan, sumergiéndose en un vals improvisado en el centro del restaurante. Los demás comensales los miran con admiración mientras la música y el amor los envuelven.

Al final de la noche, cuando las estrellas se asoman tímidamente en el cielo, Lucia mira a Darek con gratitud. 

—Has hecho de esta noche algo mágico. —Darek la abrazó con ternura. 

—Y aún hay muchas más sorpresas por descubrir juntos, Lucia. —Estas palabras son la confirmación de una promesa en los ojos de Darek y la certeza de que esa cena de enamorados sería el inicio de una historia llena de momentos inolvidables entre ambos.

—¡Ha sido perfecta! —exclama ella un brillo sin igual en sus ojos.

—Solo quiero que veas algo más —indica Darek mientras coloca un estuche  de terciopelo rojo sobre la mesa. Ella lo toma visiblemente emocionada.

—Esto no es necesario —expresa con una sonrisa.

—Es solo un detalle para marcar nuestro inicio juntos —explica mientras ella abre la pequeña caja. En su interior hay un crucifijo con dos cadenas de oro.

—Es precioso, es un lindo detalle, pero yo no traje nada para ti —comenta bajando la cabeza apenada.

—No es un regalo para ti, es un regalo para ambos. —Toma el crucifijo y los separa quedando dos crucifijos hermosos que encajan uno dentro del otro. —Simboliza nuestra unión,  tú llevarás uno con mi nombre y yo llevaré  el otro con tu nombre.

—Es un hermoso detalle —murmura visiblemente emocionada mientras permite que Darek coloque la prenda en su cuello que simboliza el inicio  de su amor y compromiso.

—Solo prometamos, llevarlos siempre. —Pide Darek. 

—Lo prometo —jura, Lucia, con lágrimas de felicidad, abraza a Darek, agradecida por este gesto significativo.

Convirtiendo esta cena de enamorados en más que una simple cita romántica. Ha sido una experiencia en la que el amor se ha manifestado en cada detalle, en cada mirada, en cada palabra pronunciada. Una noche llena de sorpresas y emociones dando inicio a una oportunidad para ambos sellada por una promesa.

(***).

La penumbra se cierne sobre el callejón desolado, donde las sombras cobran vida. La luna, apenas un destello en el oscuro lienzo nocturno, arroja una luz titilante sobre las húmedas calles adoquinadas. En este rincón olvidado de la ciudad, un hombre misterioso aguarda en silencio.

Era una figura envuelta en sombras, con un sombrero de ala ancha que oculta gran parte de su rostro. Su presencia era tan elusiva como la bruma que serpentea entre los edificios abandonados. Con manos enguantadas, sostiene un sobre negro, el único testigo de su enigmática misión.

—El trabajo está  hecho —pronuncia el hombre del sombrero con una voz parca.

—Quiero ver —pronunció  con voz cortante el individuo  que esperaba en el callejón. 

—Puedo asegurar que hay más de lo que pidió —pronuncia mostrando el sobre—, pague lo acordado, tengo prisa. 

El sobre es entregado, el trabajo cobrado y al quedarse solo el hombre misterioso desliza las fotos cuidadosamente observando su contenido. Las fotografías capturan cada detalle de la cita de  su expareja con una nueva relación, revelando que ya había sido desplazado y sintió  la traición en lo más profundo como si le hubieran hundido  un cuchillo afilado.

Las imágenes caen en silencio, como hojas de otoño danzando hacia su destino. El misterioso individuo se desvanece entre las sombras, dejando tras de sí la incógnita de su identidad. Un susurro del viento parece llevar consigo un eco sutil de venganza, un recordatorio silencioso de que el juego de engaños está a punto de cambiar.

El hombre misterioso, una sombra en el juego de los destinos entrelazados, ha lanzado las primeras piedras de la venganza.




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