Lucia, luz y poder

Capítulo XXVI

Narrador omnisciente.

En la mansión de los Alcántara, donde la angustia ha dejado su huella en cada rincón. La llegada de la luz de los faros de los vehículos anuncia un regreso esperado y anhelado.

El retorno a casa después de la pesadilla es un suspiro de alivio en medio de la oscuridad que ha marcado el día. La luz del amanecer tiñe el cielo con tonos cálidos cuando llegan a la casa de sus abuelos.

El auto se detiene frente a la mansión. La luz de la entrada destella como un faro de esperanza, anunciando el regreso de su nieta.

El hogar, testigo de tantas alegrías y recuerdos, se yergue como un refugio ante el huracán de emociones que se desata.

Descienden del auto, en sus rostros se refleja una mezcla de alivio y agotamiento. Darek, Víctor y Carlos la acompañan, conscientes de que le aguarda emociones intensas.

Lucia lleva la mirada fija en la puerta de entrada, anticipando el abrazo que está por llegar.

—Estamos aquí. —Emite en un susurro cuando la puerta se abre con una mezcla de nerviosismo y anhelo. Los abuelos Rodrigo y Eva, Gorge, Aiza y Verónica están reunidos, esperando, ansiosos.

—Lucia… Lucia… ¡Lucia, mi niña! —dice su abuelo mientras la envuelve en un emotivo abrazo y la voz se entrecorta—. Gracias por volver a nosotros, mi niña.

—Gracias a Dios estás a salvo. —Se les une la abuela con lágrimas en los ojos—. Gracias a Dios estás de vuelta. —Ella se sumerge en los brazos de ambos.

—Los extrañé tanto —pronuncia Lucia envuelta en un cálido abrazo. Gorge, Aiza y Verónica se unen, compartiendo el alivio y la felicidad de ver a Lucia sana y salva.

La escena se despliega en un abrazo colectivo cuando todos se unen, una muestra de amor y amistad que trasciende las palabras. La casa, ahora iluminada por la luz de la esperanza, se convierte en el epicentro de la sanación.

El abrazo es un encuentro entre el alivio y la añoranza, un abrazo que rompe la tensión acumulada durante momentos de incertidumbre, dolor y tensión.

—No saben cuánto nos preocupamos. Estamos agradecidos de tenerte de vuelta. —comenta Gorge con una sincera sonrisa en sus labios—. No sabes cuánto nos alegra que estés aquí con bien.

La estancia se transforma en un escenario de encuentros emotivos mientras cada miembro de la familia y amigos se acercan a Lucia, manifestando su amor y apoyo. 

La casa se llenó de risas y lágrimas, un caleidoscopio de emociones que se desataba tras la tormenta. Darek, Víctor y Carlos comparten la alegría del reencuentro, conscientes de la importancia de ese momento para Lucia.

—¿Estás bien? Eres fuerte, amiga. Estamos aquí para apoyarte —refiere Aiza mientras la aprieta hacia sí llorando incontrolablemente. 

—Estoy bien. Gracias por estar aquí.

—Y Darek, Víctor, Carlos, gracias por cuidar de ella —le dice Vero a los chicos mientras se acerca a su novio Carlos y se refugia en su pecho asustada—. Pensábamos lo peor. No puedo creer que haya pasado por eso.

—Estamos juntos en esto. La justicia prevaleció —apunta Víctor haciendo gestos de victoria mientras sostiene a Aiza por la cintura y le da un casto beso en la mejilla y le seca el rostro.

—Te prometo que estaré a tu lado, pase lo que pase —Darek la mira y le sostiene su promesa, apretando su mano con cariño mientras le sonríe a los abuelos. Lucia respira profundo, sintiéndose arropada por el amor de su familia, amigos y en especial de Darek.

—No sé qué haría sin todos ustedes. Gracias por estar aquí. —Les agradece visiblemente emocionada, Lucia, con las lágrimas bañando sus mejillas—. No saben cuánto significa estar de vuelta. Gracias por estar aquí, por su apoyo, por ayuda, ustedes son y serán mi familia de sangre y por elección. Siempre podrán contar conmigo. 

—Eres nuestra luz, Lucia. Y siempre te cuidaremos. —Le dice su abuela.

En la casa resuenan las risas y el eco de la fortaleza que surge de la unión de aquellos que han enfrentado juntos las sombras más oscuras. La luz del hogar, ahora más brillante que nunca, guía a Lucia de vuelta a la calidez que la espera.

La noche se llena de alegrías y lágrimas, una melodía de alegría y gratitud que resuena en cada rincón de la mansión. La oscuridad ha quedado atrás, y en su lugar, renace la luz del amor y la fortaleza familiar.

La oscuridad se disipa frente a la luz de la familia y la amistad. Las lágrimas se mezclan con sonrisas, marcando un capítulo de reencuentro y fortaleza. Lucia se aferra a sus seres queridos, consciente de que la oscuridad solo fortaleció el vínculo que comparten.

La mansión de los Alcántara resonaba con risas y susurros de alivio después del regreso de Lucia. Aiza y Verónica, curiosas como siempre, notaron la complicidad entre Lucia y Darek, y una chispa traviesa iluminó sus ojos.

—¿Notaste eso? —cuestiona Aiza mirando a Verónica. 

—Claro que sí. ¿Lucia y Darek? —responde riendo con malicia.

—Parece que hay algo más que solo amistad ahí —Las dos amigas se acercan sigilosamente a Lucia y Darek, que charlaban animadamente en el rincón de la sala.

—¿Y bien? ¿Algo que quieran compartir? —averigua entrecerrando los ojos.




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