Introducción.

La presente historia se basa en hechos reales que sucedieron en mi ciudad, específicamente en la iglesia a la que asistía. Los sucesos que narraré les sucedieron a personas estudiadas, expertas y capacitadas en el campo de lo sobrenatural, específicamente en el satanismo. Estos eventos no me involucraron directamente, pero sí fui testigo de ellos.

Ninguno de los nombres de los involucrados es real, como tampoco el nombre de la iglesia, todo por respeto a su privacidad; pues nada de esto fue consultado con ellos por haber pasado demasiado tiempo y sobre todo porque algunos ya fallecieron, los encargados de la iglesia en su momento ya no viven en la ciudad, por lo que también se hace difícil consultar cualquier situación.

La ambientación que se le dará a esta historia es pura imaginación, nada será real, solo y únicamente los hechos en sí.

Espero que con mi historia no se ofenda a ninguna persona, tampoco quiero entrar en polémica acerca de temas religiosos; pues como es sabido para muchos, la religión es un asunto más que general, personal e íntimo, que, en muchas ocasiones al intentar dar opiniones o explicaciones personales, se suele terminar en pleitos y descontentos.

Lo único que busco con esta historia es revelar algo que desde principios de los tiempo ha sucedido en las vidas de los seres humanos, el bien y el mal.

Un bien expresado y representado por los antiguos con imágenes de cielos abiertos y ángeles junto a un Dios supremo y poderoso llamado de diferentes formas según la religión que se profese, pero que en realidad solo busca concebir la idea de la divinidad.

El bien es lo que se ajusta a lo exigido o satisface valoraciones como la verdad, la justicia, el orden, la armonía, el equilibrio, la paz, la libertad, o todo lo que favorece el bienestar, ya sea en el ámbito individual o comunitario. O como muchos lo representan la luz, la esperanza, el amor.

Pero el mal, es y siempre ha sido caracterizado como lo opuesto a lo anteriormente expuesto, concebido como oscuridad y sombras que resguardan bajo su dominio seres sobrenaturales o espirituales capaces de dominar la conciencia y la voluntad humana.

El mal nace del deseo insatisfecho de poder, ansias por ser superior al creador, por dominar, gobernar y enseñorearse sobre todo lo demás. Razón por la que el mismísimo Señor y Rey de los Cielos, arrojó de sus dominios a su ángel más hermoso y apreciado, su mano derecha, a Lucifer, El Portador de Luz.

Lucifer, ejemplo de belleza y sabiduría, a quien la soberbia lo condujo a la oscuridad, al pretender obtener la bienaventuranza sobrenatural no como un don gratuito de Dios, sino por sus propias fuerzas. Su desobediencia trajo consigo una gran batalla en los cielos en la que un ejército de ángeles rebeldes fue derrotado por el Arcángel Miguel y sus ángeles y condenado a vivir en la tierra, desde ese día se le conoce como Lucifer, El Ángel Caído.